Apocalipsis 6:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Jesús el Cordero se dispone a abrir sucesivamente los siete sellos. Cada sello tiene un simbolismo peculiar, que se revela al abrirlo. La revelación no se lee en alta voz; una acción simbólica sustituye a la lectura. Los 4 primeros sellos hacen referencia a 4 caballos y 4 jinetes (comp. con Zac 1:8.; Zac 6:1.). Las porciones de Zacarías, que acabamos de citar en paréntesis, sirven de trasfondo al presente capítulo Apo 6:1-17, pero el contexto y, por ende, la interpretación son muy diferentes. Estos 4 primeros sellos forman una unidad; después vendrán otros dos, en diferentes circunstancias y escenarios que los anteriores. El quinto y el sexto se corresponden entre sí como pregunta y respuesta. El séptimo forma por sí solo un grupo aparte, como veremos en Apo 8:1. Esta estructura de 4, 2 y 1 se repite igualmente en las trompetas y en las copas.

2. El versículo Apo 6:1 hace la presentación de la primera apertura de los sellos: «Me fijé dice Juan cuando el Cordero abría el primero de los siete sellos, y luego oí a uno de los cuatro seres vivientes que decía con voz como de trueno: ¡Ven! » (NVI).

(A) El primero de los seres vivientes habla «como con voz de trueno», lo cual es muy apropiado para expresar el rugido del león (el primero de los seres vivientes. V. Apo 4:7).

(B) Lo de «¡Ven!» lo repetirán los otros tres seres vivientes. Se ha de tener en cuenta que el verbo «mira» falta en los MSS más fidedignos. Pero, aun en el caso de que se le tenga por auténtico, lo cierto es que Juan mira o, mejor dicho, ve, pero no va ni viene. Por consiguiente, la orden de marchar (gr. érkhou) es dada al jinete, no a Juan.

3. El primer caballo que sale es blanco (v. Apo 6:2) y, a renglón seguido, se nos da la descripción del jinete: «Yo miré ¡y ante mis ojos, un caballo blanco! El que lo montaba llevaba un arco; y le fue dada una corona; y salió como un conquistador dispuesto a ganar más victorias» (NVI).

(A) Vemos, pues, que el primer ser viviente (el león) presenta un caballo y un jinete. En los cuatro primeros sellos, cada uno de los seres vivientes presenta igualmente un caballo y un jinete.

(B) El caballo es, en la Biblia, símbolo de fuerza, terror, guerra y conquista (v. Job 39:19-25; Isa 30:16; Isa 31:1; Apo 9:7; Apo 14:20; Apo 19:11).

(C) El hecho de que Jesucristo aparezca en Apo 19:11 montado también en un caballo blanco, llevó a muchos escritores eclesiásticos de los primeros siglos de la Iglesia a pensar que también en Apo 6:2 se trata de Jesucristo y del Evangelio, cuya predicación encendería la persecución llevada a cabo por el jinete que monta el caballo rojo, color de sangre. También algunos autores modernos, W. Hendriksen y M. Lloyd-Jones entre ellos, defienden esta misma opinión, pero sus argumentos no tienen consistencia alguna. No cabe ninguna duda de que el jinete de este caballo blanco es el Anticristo.

(a) En primer lugar, es falso que el color blanco sea siempre símbolo de santidad, como puede verse por Zac 1:8.; Zac 6:1. Es suficiente con que sea símbolo de victoria festiva, conseguida muchas veces astuta y diabólicamente, sin derramamiento de sangre. Los lugares invocados por Hendriksen para deducir que «victoria y conquista» son siempre atributos de Cristo en el Nuevo Testamento y, especialmente, en el Apocalipsis, están en un contexto completamente diferente. Sal 45:3-5; Isa 41:2 y Hab 3:8, Hab 3:9 están dentro de un contexto que cuadra con Apo 19:11, pero no con Apo 6:2.

(b) También es falso que este versículo describa «lo que sigue a la primera Venida de Cristo» (Hendriksen, ob. cit., pág. 97, nota 2). El argumento decisivo contra Hendriksen, en este punto, es que, en Apo 6:1-17, el primer jinete forma parte integral con los otros tres restantes. Todos ellos simbolizan plagas y castigos, de los cuales queda al margen Cristo.

(c) Las apariencias engañan. Es cierto que Cristo tiene corona de rey, que es vencedor y que también monta, como ya dijimos, un caballo blanco. Pero el color blanco es aquí solamente la cobertura de una paz fingida, pues representa el pacto con el pueblo judío, profetizado en Dan 9:27, que el Anticristo quebrantará a la mitad de la última semana. La victoria festiva que el blanco representa también aquí es la que, según Apo 13:7, va a conseguir el Anticristo contra los santos. Dice a este respecto W. M. Smith:

Cuando Cristo venga en realidad «conquistando y para conquistar», no habrá ya más juicios, como los que representan los caballos segundo, tercero y cuarto. Swete dice con acierto del primer caballo: «Una visión de Cristo victorioso sería inadecuada al comienzo de una serie que simboliza derramamiento de sangre, hambre y pestilencia». Incluso Torrance cae en la cuenta de ello, si bien adopta una forma de interpretación estrictamente espiritual: «¿Se puede en modo alguno dudar de que se trata de la visión del Anticristo? Se parece tanto al Cristo auténtico, que engaña a la gente, ¡incluso a muchos lectores de este pasaje!» (ob. cit., pág. 1.506).

(D) El versículo Apo 6:2 describe también al jinete como «teniendo un arco» (lit.). El arco está destinado aquí a impresionar con el recuerdo de los invasores partos, cuya arma específica era el arco. Estos invasores eran, en los años en que Juan escribía, el azote más sangriento contra el Imperio Romano. En cambio, Jesucristo, el jinete que monta el caballo blanco de Apo 19:11, no lleva arco, sino una espada grande (gr. rhomphaía, el mismo vocablo de Apo 1:16; Apo 2:12, Apo 2:16; Apo 19:15, Apo 19:21) que sale de su boca.

(E) Finalmente, se nos dice que «le fue dada una corona» (gr. stéphanos, como en Apo 2:10; Apo 3:11; Apo 4:4, Apo 4:10). Nótese que, desde este versículo hasta el final del Apocalipsis, se repite, no menos de 23 veces, el aoristo pasivo del verbo dídomi, dar; 21 veces en singular (gr. edóthe); y 2 veces en plural (gr. edóthesan). Esto significa que todo, lo bueno y lo malo, está controlado y dirigido por Dios en el Día de Jehová, de tal forma que a su voluntad se atribuye todo lo que sucede: lo bueno, porque procede de su mano; lo malo, porque Él lo permite y controla para el cumplimiento de sus santos y secretos designios.

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