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domingo, junio 16, 2024
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    Lucas 5 - Reina Valera 1995

    La pesca milagrosa

    1. Aconteció que estando Jesús junto al Lago de Genesaret,[1] el gentío se agolpaba sobre él para oir la palabra de Dios.[2]

    2. Vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; los pescadores habían descendido de ellas y lavaban sus redes.[3]

    3. Entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón y le rogó que la apartara de tierra un poco. Luego, sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud.

    4. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: --Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.

    5. Respondiendo Simón, le dijo: --Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red.

    6. Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que su red se rompía.[4]

    7. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que acudieran a ayudarlos. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.

    8. Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: --Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

    9. Por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él y de todos los que estaban con él,

    10. y asimismo de Jacobo[5] y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: --No temas; desde ahora serás pescador de hombres.

    11. Trajeron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron.

    Jesús sana a un leproso

    12. Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: --Señor, si quieres, puedes limpiarme.

    13. Jesús entonces, extendiendo la mano, lo tocó, diciendo: --Quiero, sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él.[6]

    14. Jesús le mandó que no lo dijera a nadie. Le dijo: --Ve, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés,[7] para testimonio a ellos.

    15. Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades.

    16. Pero él se apartaba a lugares desiertos para orar.[8]

    Jesús sana a un paralítico

    17. Aconteció un día que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos[9] y doctores de la Ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar.

    18. Sucedió que unos hombres que traían en una camilla a un hombre que estaba paralítico, procuraban entrar y ponerlo delante de él.

    19. Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa y por el tejado lo bajaron con la camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús.

    20. Al ver él la fe de ellos, le dijo: --Hombre, tus pecados te son perdonados.

    21. Entonces los escribas[10] y los fariseos comenzaron a pensar, diciendo: "¿Quién es este que habla blasfemias?[11] ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?"

    22. Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, les preguntó: --¿Qué pensáis en vuestros corazones?

    23. ¿Qué es más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"?

    24. Pues para que sepáis que el Hijo del hombre[12] tiene potestad en la tierra para perdonar pecados --dijo al paralítico--: A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

    25. Al instante se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en que estaba acostado y se fue a su casa glorificando a Dios.

    26. Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios. Llenos de temor, decían: --Hoy hemos visto maravillas.

    Llamamiento de Leví

    27. Después de estas cosas salió y vio a un publicano llamado Leví,[13] sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: --Sígueme.

    28. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

    29. Leví le hizo un gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos.

    30. Los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: --¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?[14]

    31. Respondiendo Jesús, les dijo: --Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.

    32. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

    La pregunta sobre el ayuno

    33. Entonces ellos le preguntaron: --¿Por qué los discípulos de Juan[15] ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?[16]

    34. Él les dijo: --¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas[17] ayunen entre tanto que el esposo está con ellos?

    35. Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado;[18] entonces, en aquellos días, ayunarán.

    36. Les dijo también una parábola: --Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo, pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo.

    37. Y nadie echa vino nuevo en odres[19] viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán.

    38. Pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar, y lo uno y lo otro se conservan.

    39. Y nadie que haya bebido del añejo querrá luego el nuevo, porque dice: "El añejo es mejor".[20] [21]