Daniel 10:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Poco a poco Daniel volvió en sí.

I. La mano que le había tocado le hizo levantarse del suelo, pero de rodillas (v. Dan 10:10) y apoyado en las palmas de las manos. Después le hizo ponerse de pie (v. Dan 10:11), pero aun así se quedó temblando. Dios hace que los Suyos se percaten de su propia debilidad antes de concederles fuerza y poder. Por fin recobró no sólo el uso de los pies, sino el de la lengua también (v. Dan 10:16). Y lo primero que dijo fue excusarse de su silencio, pues no le habían quedado fuerzas (vv. Dan 10:16, Dan 10:17).

II. El varón que le hablaba le animó (v. Dan 10:12) diciéndole: «No temas» (comp. con Apo 1:17). A continuación le dio una información sumamente interesante.

1. Para animarle de veras a escuchar, repitió la frase que ya vimos en Dan 9:23: «varón muy amado» (v. Dan 10:11), y la volvió a repetir (v. Dan 10:19): «muy amado, no temas». Con esto le aseguraba que Dios le estimaba de modo muy especial. Siguió animándole el varón (v. Dan 10:19) hasta que él recobró las fuerzas y dijo: «Hable mi señor, porque me has fortalecido».

2. Le aseguró que su oración había sido oída (v. Dan 10:12) inmediatamente y que por eso había venido él. El motivo por el que no había llegado antes era (v. Dan 10:13) que «el príncipe del reino de Persia se me opuso dice el personaje en cuestión durante veintiún días», esto es, durante el tiempo preciso en que Daniel había estado de duelo (v. Dan 10:2, «tres semanas»).

3. Miguel, uno de los jefes de primer rango (v. Dan 10:13), vino en ayuda del que así hablaba. Este dato hace que gran parte de los autores se niegue a identificar con el Señor preencarnado al personaje. Al seguir, con Carballosa, a E. Young, mi opinión es que esta circunstancia no impide que se trate aquí del Señor, pues estas «ayudas» no se deben a falta de poder de Dios, sino a condescendencia divina que usa la cooperación angélica y humana de muchas formas; entre ellas, la intercesión. Dos detalles, en mi opinión, avalan lo que venimos diciendo:

(A) Si el personaje en cuestión fuese el ángel Gabriel, como opinan la mayoría de los que niegan que se trate del Ángel de Jehová, esto es, el Cristo preencarnado, es muy extraño que no se le mencione por su nombre después de su mención explícita en la última parte del capítulo Dan 9:1-27.

(B) Por el versículo Dan 10:20 vemos que el de «conforme a la semejanza de los hijos de Adán» (v. Dan 10:16. ¡Lit.!) es el mismo que viene hablando todo el tiempo. Es cierto que en las tres veces (v. Dan 10:16, v. Dan 10:17 dos veces ) en que ocurre la expresión «mi señor» el texto sagrado no dice Adonay, sino Adoní, pero ¡también es Adoní (no Adonay) el vocablo hebreo que hallamos en Sal 110:1, y que precisamente usó el Señor Jesús (v. Mat 22:44 y paral.) para demostrar Su mesianidad!

4. Una importante pieza de información, respaldada por otros lugares de la Biblia (v., por ej., Efe 6:10.; Apo 12:7), es que existe una lucha entre las fuerzas del mal y las fuerzas del bien, en la que actúan como jefes respectivos Satanás y el arcángel Miguel. Esta lucha sólo se acabará de forma definitiva después del Milenio (v. Apo 20:10).

5. La porción da a entender claramente (vv. Dan 10:13, Dan 10:20) que las naciones tienen sus ángeles tutelares, aunque de la presente porción no pueda afirmarse con seguridad. Lo que sí es seguro es que Miguel es el ángel tutelar de Israel (v. Dan 10:21, al final; Dan 12:1; Apo 12:7). Y, puesto que aquí se llama «príncipes» a los ángeles tutelares, no cabe duda de que «el príncipe del reino de Persia» es un ángel tutelar, pero no un ángel bueno, sino un ángel «caído», un demonio; posiblemente el propio Satanás, aun cuando la mención de Miguel para hacerle frente no basta para asegurarlo, ya que Miguel es el ángel tutelar de Israel, SEA CUAL SEA EL ENEMIGO INFERNAL QUE SE LE OPONGA.

6. La versión más probable de la frase final del versículo Dan 10:13 es: «porque yo había sido dejado allí con los reyes de Persia». ¿Qué tenían que ver los reyes de Persia con todo esto? La mejor respuesta, en mi opinión, a dicha pregunta es la que da Keil, quien, después de afirmar que los «reyes de Persia» es una referencia a los que sucedieron a Ciro, añade: «El plural denota que, al ser subyugado el demonio del reino de Persia, se le puso fin a su influencia no sólo sobre Ciro, sino sobre todos los siguientes reyes de Persia, a fin de que el conjunto de reyes persas se volviesen accesibles a la influencia del espíritu procedente de Dios y promoviesen la prosperidad de Israel».

7. El personaje declara a Daniel (v. Dan 10:20) que tiene que volver «para pelear contra el príncipe de Persia», lo que indica que la lucha a que se refiere anteriormente (v. Dan 10:13) no se ha terminado todavía; más aún, esa lucha persistirá cuando el poderío persa haya terminado a manos de Grecia, es decir, de Alejandro Magno. También el ángel «malo», tutelar de los intereses contrarios a Dios y, por consiguiente, a Israel, tendrá que ser subyugado por el personaje que habla y por Miguel (v. Dan 10:21). Dice Walvoord: «La mención tanto de Persia como de Grecia dirige también nuestra atención a los principales imperios segundo y tercero que están implicados en las profecías de Dan 11:1-35» (v. también Dan 8:20, Dan 8:21).

III. El varón vestido de lino (v. Dan 10:5) que exhortó (v. Dan 10:11) a Daniel a que estuviese atento a sus palabras, le dice ya (v. Dan 10:21, comp. con v. Dan 10:14) que va a declararle lo que está consignado en el escrito de la verdad (lit.), y lo va a hacer desde Dan 11:2 en adelante. Walvoord cita de Jeffrey lo siguiente: «Leemos en el Talmud que, en el Día de Año Nuevo, se abrían los libros y se registraban los destinos (inglés fates, hados, suertes). Estas tablillas en el libro se mencionan frecuentemente en los Jubileos y en los Testamentos de los Doce Patriarcas; y en la Oración de José, preservada en Orígenes (Philocalia 23:15), leemos: Porque he leído en las tablillas del cielo todo lo que os sucederá a vosotros y a vuestros hijos ».

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