Deuteronomio 1:9 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Moisés les recuerda la ventajosa constitución de su gobierno, capaz de darles seguridad y felicidad, con sólo que ellos hiciesen lo que se les mandaba (v. Deu 1:18). En esta parte de su relato les indica:

I. Que se alegraba grandemente del aumento numérico del pueblo. En ello reconoce el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham: Sois como las estrellas del cielo en multitud (v. Deu 1:10). Jehová Dios os haga mil veces más de lo que ahora sois (v. Deu 1:11). En el poder y en la bondad de Dios, no estamos estrechos, ¿por qué lo habremos de estar en nuestra fe y en nuestra esperanza, que deberían ser tan amplias como la promesa? Más amplias no necesitan ser. Podrían llegar a ser mil veces más numerosos de lo que eran ahora, siendo ahora diez mil veces más numerosos que cuando descendieron a Egipto.

II. Que no tenía ninguna ambición de monopolizar el honor de la primera magistratura, y de gobernarles él sólo como si fuese un monarca absoluto (v. Deu 1:9).

III. Que no deseaba preferir a sus propios hijos, o a cualquiera que tuviese con él relación de parentesco o servidumbre, sino que, después de tomar consejo de ellos (v. Deu 1:13), escogió de entre ellos los más sabios y expertos (v. Deu 1:15).

IV. Que, en todo este asunto, trató siempre de agradar al pueblo. Y ellos consintieron en la propuesta (v. Deu 1:14). El gobierno contra el que habían contendido era el mismo en que habían consentido.

V. Que sólo le había movido el deseo de edificarles e instruirles y, en lo posible, de contentarles; puesto que:

1. Les había constituido por jefes a hombres de excelentes cualidades (v. Deu 1:15), sabios y expertos: que conociesen lo que llevaban entre manos y fuesen fieles al cometido que se les había encomendado en provecho del bien común.

2. El encargo que había hecho a dichos jefes era justo y oportuno (vv. Deu 1:16-17). (A) Les había encargado ser diligentes y pacientes: que oyesen a ambas partes con todo cuidado y diligencia. A la lengua del sabio le hace falta tener oído de sabio (Isa 50:4), por eso, Dios nos ha provisto de una sola boca y de dos orejas. (B) Les había encargado también ser justos e imparciales. Pintan a la justicia con los ojos vendados, para que no afecte a la sentencia la vista del rostro ajeno, sino el dictado de la propia conciencia, y así triunfe la equidad contra el peligro de soborno y de perjuicio. (C) Finalmente, les había encargado que fuesen valientes, que temisen sólo a Dios, ya que eran sus vicegerentes y, por tanto, habían de juzgar como juzga Dios; si no juzgaban justamente, tergiversarían ante el pueblo la propia imagen de Dios. Juzgar es un atributo divino (Ecl 3:17); por eso, los jueces de Israel son llamados dioses e hijos del Altísimo (Sal 82:6) por cuanto participaban de este tributo (v. Jua 10:34), del cual participan ahora todos los hijos de Dios (1Co 2:15, 1Co 6:2-3; 1Co 14:29).

3. Les permitió que les trajesen a él los casos más difíciles, con la promesa de oírles y atenderles, y hacer así más fácil la labor de los jueces y la audiencia del pueblo.

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