Deuteronomio 32:26 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Después de tan terribles amenazas de una ira y de una venganza bien merecidas, nos encontramos en esta porción con sorprendentes insinuaciones de misericordia, de una misericordia no merecida (o, mejor, desmerecida), la cual prevalece contra el juicio, y por ella se echa de ver que Dios no se deleita en la muerte del impío, sino más bien en que se convierta y viva (Eze 33:11).

I. Celoso de su honor, no acabará del todo con ellos (vv. Deu 32:26-28). La misericordia va a prevalecer para reservarse un remanente y salvar de la destrucción total a un pueblo indigno: De no haber temido la provocación del enemigo los habría destruido por completo; pero no podía tolerar que ello envalentonase a los enemigos de Israel (que eran también enemigos de Dios). No necesitó que Moisés se lo recordase ahora, como cuando le dijo: ¿Qué dirán los egipcios? (Éxo 32:12 y otros lugares). Por mucho que merezcamos ser privados del favor de Dios, Él nunca dejará en mal lugar el trono de su gloria.

II. Preocupado por el bienestar de ellos, desea ardientemente que se conviertan. Dios no se complace en la ruina de los malvados, sino que desea que vuelvan en sí y echen por el buen camino; y, en el momento en que se vuelven a Él, les ayuda a caminar y los acoge favorablemente. Si el pecador reflexionase atentamente, con toda seriedad, lo que ha de ser de él por toda la eternidad, no tardaría en volverse a Dios. En esta porción se trata directamente de los enemigos de Israel (vv. Deu 32:28-29), que no se dan cuenta de lo que se dice en los versículos Deu 32:30-31. Así lo ha entendido siempre la exégesis rabínica, y es la más probable, no obstante las referencias de nuestras Biblias.

III. Les explica cuál ha sido el motivo por el cual han sido vencidos a veces por los enemigos, y lo habían de ser también en lo futuro, por su infidelidad. Si Jehová no hubiese abandonado a su pueblo, ¿cómo podría un gentil idólatra perseguir a mil israelitas, y dos hacer huir a diez mil? (v. Deu 32:30). Sólo fue posible porque Jehová mismo se convirtió en enemigo de su pueblo (v. Isa 63:10). Dios habría sometido rápidamente a los enemigos de Israel, si no hubiese sido por la perversidad de éste (Sal 81:14). Al fin y al cabo, la roca de los enemigos, su protección y refugio (sus ídolos), no era como la Roca de Israel, y los propios enemigos habían sido jueces (no tenían más remedio que dictaminarlo) de que las maravillas que Jehová había hecho por Israel no tenían paralelo (Éxo 14:25). Si los presentes y futuros enemigos de Israel no fuesen insensatos (vv. Deu 32:28-29), se darían cuenta de esta realidad, y no se atribuirían a sí mismos una gloria que no les pertenece; si derrotaban a Israel, no era por su propia fuerza, sino porque Dios había abandonado de momento a su pueblo.

IV. Pero esta situación no va a durar para siempre. Dios resuelve, al fin, destruir a los que habían perseguido y oprimido a Israel.

1. Por el sumo desagrado con que ve la perversidad de ellos (vv. Deu 32:32-33). No se le escapa a Dios el recuerdo de esta perversidad, porque la tiene escrita, sellada y bien guardada en sus archivos (v. Deu 32:34) y, cuando llegue su tiempo, les retribuirá conforme a su maldad (v. Deu 32:35). Que no piense el pecador que su maldad pasa desapercibida para Dios. De la misma manera que Dios atesora con todo cariño, en su redoma, las lágrimas de los suyos (Sal 56:8), así también guarda en reserva, para el día de la ira, el castigo que el propio pecador está atesorando para sí (Rom 2:5).

2. Por la suma compasión que siente hacia su pueblo. Es cierto que Israel ha provocado mucho y constantemente a Jehová, pero sigue siendo su pueblo, y la propia miseria de Israel apela a la misericordia de su Dios (v. Deu 32:36). Esto apunta claramente a las liberaciones que Dios obró en favor de Israel, por medio de los jueces, y los sacó de las manos de aquellos a quienes los había vendido por sus pecados (Jue 2:11-18), pues Dios fue movido a compasión a causa del sufrimiento de Israel (Jue 10:16). Cuando la fuerza del pueblo estaba ya agotada (v. Deu 32:36), Dios prestó su ayuda amorosa y todopoderosa a quienes ya no podían en modo alguno ayudarse a sí mismos.

3. Por su desprecio y aborrecimiento a los dioses falsos (vv. Deu 32:37-38): ¿Dónde están sus dioses? (v. Deu 32:37). De dos maneras se puede entender este apóstrofe: (A) Que Dios haría por su pueblo lo que los dioses falsos no podían hacer por sus adoradores. (B) Que Dios haría contra los enemigos de Israel lo que los dioses de sus enemigos no podían hacer para librarles de las manos de Jehová. Senaquerib y Nabucodonosor desafiaron osadamente al Dios de Israel a que librara a sus adoradores (Isa 37:10; Dan 3:15), y los libró para confusión de sus enemigos. En cambio, el Dios de Israel retó a Bel y a Nebó, a sus sacerdotes y hechiceros, a que librasen a sus adoradores, a levantarse para ayudarles y protegerles (Isa 47:12-13); pero lejos de protegerlos, ellos mismos, es decir, sus imágenes, que constituían todo su ser, tuvieron ellos mismos que ir en cautiverio (Isa 46:1-2).

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