Eclesiastés 9:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Alguien ha hecho notar acerca de los que han intentado hallar la piedra filosofal que, aun cuando no hallaron lo que buscaban, dieron con algunas otras cosas útiles que no buscaban. Esto es lo que le pasó a Salomón: Por mucho que se esforzó, no pudo alcanzar la obra que se hace debajo del sol (Ecl 8:17), pero pudo observar algo que sería de utilidad a los lectores.

1. Antes de describir la tentación en toda su fuerza, sienta una verdad importante e incuestionable. Job enfatiza la omnisciencia de Dios (Job 24:1); Jeremías, la justicia de Dios (Jer 12:1); Habacuc, su santidad (Hab 1:13); el salmista, su bondad y los especiales favores dispensados al pueblo elegido (Sal 73:1). Con todo esto se contenta Salomón, y parece reducirlo a su compendio al decir que «los justos y los sabios, y sus obras, están en las manos de Dios» (v. Ecl 9:1). ¡En buenas manos están! Aunque no comprendamos los caminos de Dios, sometámonos a su voluntad, que dispone para nosotros lo mejor (comp. Deu 33:3; Sal 31:15; Jua 10:29).

2. Sienta luego la norma de que el amor o el odio (esto es, la relegación a segundo lugar) de Dios no pueden medirse ni juzgarse por lo que aparece al exterior (prosperidad o adversidad): ambas cosas (el amor y el odio) están delante de ellos (lit.), es decir, no saben cuál de las dos les tocará a cada uno. Como es obvio, esto no tiene nada que ver con la salvación o la condenación eternas (nota del traductor).

3. Después de sentar estos principios, reconoce (v. Ecl 9:2) que, al final (de la vida, no del mundo), una misma suerte aguarda a todos (la muerte), pero hay que tener en cuenta: (A) La gran diferencia entre los caracteres de unos y otros: (a) los justos son buenos y limpios, ofrecen verdadero sacrificio, hacen el bien y sienten gran respeto al pronunciar juramento; (b) los impíos son inmundos, malos, no sacrifican (o lo hacen con falso corazón, lo que es mayor abominación) y no muestran reverencia por el nombre de Dios cuando juran. (B) La poca diferencia que hay entre las condiciones respectivas de unos y otros en este mundo: una misma suerte. ¿Era David rico? ¡También Nabal! ¿Fue Acab muerto en batalla? ¡También Josías! Según las apariencias, eran iguales. Según el corazón, distintos.

4. Reconoce que esto da pesar y amargura a los que son buenos y sabios (v. Ecl 9:3): «Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol». Da ánimos a los ateos y fortalece las manos de los malhechores. Al ver que a todos les sucede lo mismo, llegan a deducir que a Dios lo mismo le da el que sean justos o malvados (comp. con Sal 14:1; Sal 53:1); a esta conclusión que sacan los malvados se refiere todo lo que sigue al y también en la segunda parte del versículo Ecl 9:3.

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