Efesios 5:3 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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De tan alto lugar, y por contraste, el apóstol desciende ahora a exponer el feo, repugnante, rostro del pecado, rostro negro, de tinieblas que no se avienen con los hijos de luz, hijos del Dios que es luz (1Jn 1:5).

I. Considera primero (vv. Efe 5:3-7), en contraste con el verdadero amor (agápe v. Efe 5:2 , que no busca el bien propio, sino el del amado), el amor sucio, sensual, del que busca su propia satisfacción a costa del daño al prójimo y a sí mismo, como también de la infidelidad al Señor (v. 1Co 6:13-20).

1. En los versículos Efe 5:3, Efe 5:4, expresa los pecados de impureza de los que el creyente debe guardarse: «Pero entre vosotros no debe haber ni asomo de inmoralidad sexual ni cualquier clase de impureza o avaricia, porque esto es impropio del pueblo santo de Dios. Ni (v. Efe 5:4) debe haber obscenidad, conversaciones necias ni burlas groseras, que están fuera de lugar, sino más bien acción de gracias» (NVI). Notemos aquí lo siguiente:

(A) El vocablo griego pornéia, como ya se ha dicho en otros lugares, indica inmoralidad sexual, ya por relaciones ilícitas entre personas no unidas por el vínculo conyugal, ya por unión entre parientes (en grado prohibido por la ley, comp. 1Co 5:1. ). A ello une Pablo toda clase de impureza (gr. akatharsía), es decir, suciedad en pensamiento, deseo, conversación, etc.

(B) En consonancia con Efe 4:19, es muy probable la opinión de Foulkes de que la avaricia (gr. pleonexía) de que aquí trata el apóstol, indica el afán por conseguir satisfacción de los placeres sexuales; así lo confirma, según el mismo Foulkes, la conjunción disyuntiva o con que parece darse a entender que también pertenece a «los pecados de la carne».

(C) Todas estas cosas, dice Pablo, «ni se nombren entre vosotros» (lit.). Contra la opinión de Foulkes y Leal de que aquí se prohíbe el mencionar los nombres de dichos pecados (Foulkes lo compara con Éxo 23:13; Deu 12:30; Sal 16:4), está claro, como hacen ver Hendriksen y Lenski, que lo que Pablo desea es que no quepa ni la sospecha de que los creyentes practican tales cosas. Dice Lenski: «El pensamiento no es el de que, en verdad, estos vicios no deben ni aun ser mencionados entre cristianos, porque Pablo mismo lo acaba de hacer, y debemos amonestar contra ellos, tal como él lo hace … Pablo quiere dar a entender que tales vicios deben ser arrojados tan lejos de nosotros que ni aun debe presentarse una insinuación o suspicacia de su presencia entre nosotros». Todo esto, añade el apóstol (v. Efe 5:3), debe quedar lejos de nosotros, como conviene a los santos (lit.), es decir, como es propio de los creyentes sinceros.

(D) A estos pecados llamados «de obra», añade Pablo otros pecados «de palabra», también en el terreno de la impureza (v. Efe 5:4): La indecencia (gr. aiskhrótes, lo que es vergonzoso) u obscenidad en lo que se habla; en sentido más particular y específico, la conversación necia (gr. morologuía), que es, como dice Hendriksen, «la que podría esperarse de labios de un tonto o de un borracho», y la ligereza (lit. gr. eutrapelía). El vocablo griego tenía entre los clásicos el buen sentido de «gracia y agilidad mental, propia de una persona ingeniosa». Pero en este lugar, adquiere el sentido peyorativo de «chiste, broma o burla chocarrera y obscena»; el ingenio del mundano, inclinado a pensar e imaginar cosas que divierten y hacen reír a los que son tan sucios como él. Nótese, de paso, que los tres vocablos mencionados en este párrafo no vuelven a salir en ningún otro lugar del Nuevo Testamento.

(E) Todas estas cosas, dice Pablo (v. Efe 5:4) no convienen, esto es, son impropias (lit. no llegan al nivel) de un creyente genuino. En lugar de todo eso (v. Efe 5:4), la boca del creyente debe usarse en acción de gracias (comp. con el v. Efe 5:20). No es que Pablo prohíba a los creyentes una conversación amena, con gracia, instructiva, etc. «Lo que más bien pide es que, aun cuando la conversación gire en torno al sexo, las riquezas o la gente, vaya dirigida por un espíritu de gratitud y alabanza (cf. Heb 13:15; 1Pe 4:11), hacia la percepción y el reconocimiento de la belleza encantadora de los dones de Dios» (Foulkes).

2. En los versículos Efe 5:5-7, declara solemnemente las consecuencias de entregarse a los pecados de inmoralidad que acaba de mencionar.

(A) «Porque (v. Efe 5:5) de esto podéis estar seguros (lit. porque esto sabéis conociendo, los dos verbos están en presente de indicativo y de participio, respectivamente ): Ninguna persona inmoral, impura o avariciosa (comp. con el v. Efe 5:3) tal persona es idólatra tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios» (NVI). «La pasión, sea por el dinero o por la satisfacción sexual, equivale a erigir un ídolo, y un objeto de deseo y adoración por delante de Dios» (Foulkes). No es que los pecados de la carne, en el sentido de lujuria, sean más graves que los de soberbia, envidia, calumnia, etc. ¡Todo lo contrario! Pero lo referente a la sexualidad tiene un matiz especial (v. 1Co 6:9, 1Co 6:18-20; Col 3:5) de viscosidad malsana de la que resulta muy difícil despegarse.

(B) Y, para añadir mayor solemnidad a la advertencia, continúa Pablo diciendo (vv. Efe 5:6, Efe 5:7): «No dejéis que nadie os engañe con palabras vacías, porque, a causa de tales cosas, la ira de Dios viene sobre aquellos que son desobedientes (lit. sobre los hijos de la rebeldía, gr. apeitheías (NVI). La última frase es la misma de Efe 2:2. El vocablo griego implica una resistencia a dejarse persuadir, y el verbo correspondiente (apeithéo) ocurre 14 veces donde es interesante consultarlo (v. Jua 3:36; Hch 14:2; Hch 19:9; Rom 2:8; Rom 10:21; Rom 11:30, Rom 11:31; Rom 15:31; Heb 3:18; Heb 11:31; 1Pe 2:8; 1Pe 3:1, 1Pe 3:20; 1Pe 4:17). El sustantivo de persona apeithés ocurre 6 veces (Luc 1:17; Hch 26:19; Rom 1:30; 2Ti 3:2; Tit 1:16; Tit 3:3). Como conclusión de ello, concluye el apóstol (v. Efe 5:7): «Por lo tanto, no os hagáis partícipes de ellos» (lit.); es decir, «no imitéis la conducta de los rebeldes, si no queréis tener el mismo fin miserable que a ellos les espera».

II. El apóstol pasa luego a poner delante de los ojos de los efesios lo que antes eran («tinieblas») y lo que son ahora («luz en el Señor») y les exhorta a comportarse como es propio de «los hijos de la luz» (vv. Efe 5:8-14).

1. Antes de su conversión, los fieles de la región efesina habían caminado, como los demás paganos inconversos, en las tinieblas del pecado, de la idolatría y de la sensualidad (comp. con Efe 2:1-3, Efe 2:11, Efe 2:12; Efe 4:14, Efe 4:17, Efe 4:18). Iban realmente a oscuras por la vida, sin rumbo, sin meta, sin esperanza. Pero, al creer y entregarse al Señor, el Espíritu Santo les había iluminado los ojos del corazón (Efe 1:18). Y al ser el ojo la lámpara del cuerpo (Mat 6:22), su persona entera era luz. Nótese que antes eran tinieblas por naturaleza (comp. Efe 2:3); ahora son «luz en el Señor», como en el foco central del que reciben su luz. En realidad, como comenta Foulkes, Pablo está diciendo: «Si estáis en el Señor, estáis en la luz y la luz está en vosotros» (comp. con 1Jn 4:16). Por consiguiente, concluye (v. Efe 5:8): «Vivid como hijos de luz» (NVI). El secreto de una vida plenamente realizada consiste, en efecto, en «vivir lo que se es». La causa por la que nuestras vidas resultan fracasadas es porque, como diría Tillich, «nuestra existencia no corresponde a nuestra esencia y se torna ambigua». Si la luz que llevamos en el corazón resplandeciese con todo su brillo en nuestra vida, los hombres la verían y glorificarían a nuestro Padre que está en los cielos (v. Mat 5:14-16).

2. El versículo Efe 5:10, con el que el versículo Efe 5:8 va directamente conectado (al ser el v. Efe 5:9 como un pequeño paréntesis), apela al discernimiento de lo que es agradable al Señor para saber cómo conducirse según conviene a los hijos de la luz. Tanto el verbo «comprobando» (gr. dokimázontes, en presente de continuidad) como el adjetivo «agradable» (gr. euáreston) ocurren en Rom 12:2, aunque con la ligera variante de que, en Rom 12:2, el verbo está en presente de infinitivo. El ejemplo del Señor (Jua 8:29) y del propio Pablo (2Co 5:9; Gál 1:10), debía estimular a los fieles de Éfeso (comp. con Col 1:10), a desear, escoger y poner por obra siempre lo que agrada a Dios.

3. El versículo Efe 5:9, aunque forma un paréntesis, sigue el hilo del pensamiento del versículo Efe 5:8 según los MSS de mayor importancia y autoridad y debe leerse del modo siguiente: «porque el fruto de la luz (consiste) en toda bondad, justicia y verdad» (lit.). El propio Hendriksen, irreprochable conservador, admite que la lectura «fruto del Espíritu» es «probablemente una asimilación sacada de Gál 5:22». Este mismo autor hace notar el contraste de «toda bondad» con el «toda malicia» de Efe 4:31. Foulkes, por su parte, tras llamar la atención en el mismo sentido, hace notar que «hay una instructiva distinción entre bondad y justicia en Rom 5:7, y muestra que la primera añade a la rectitud e integridad moral el atractivo de un hermoso carácter». En cuanto al vocablo «verdad», su expresión bajo la metáfora de la «luz» es bastante para darnos cuenta de que «es el fruto de la luz que Cristo trae» (Foulkes). Como en el resto de las Escrituras, y especialmente en atención a Efe 4:15, el término «verdad» tiene un sentido mucho más amplio que el que recibe en nuestro mundo occidental; va ligado con la integridad y la fidelidad, al contrario de la forma vergonzosa, falsa e hipócrita, en que la vida anterior de los fieles de Éfeso había seguido su curso.

4. Como es costumbre de los escritores semitas, Pablo exhorta ahora (vv. Efe 5:11-14) en forma negativa a comportarse como hijos de la luz: «Y no tengáis jamás comunión alguna el verbo ahora es tanto más fuerte que el del versículo Efe 5:7 , cuanto la comunión (gr. koinonía) es más fuerte que la participación, con las obras las (que son) infructuosas de las tinieblas, sino más bien hasta redargüid (las), porque lo que se lleva a cabo por ellos en oculto es vergonzoso incluso el mencionarlo» (vv. Efe 5:11, Efe 5:12, lit.). Entre la luz y las tinieblas no puede haber nada en común (comp. con 2Co 6:14), ni caben medias tintas en esto; el que no está con Cristo está contra Él. Pablo llama «infructuosas» las obras de las tinieblas porque, aun cuando son algo en su realidad física (por eso, son «obras»), son en sí mismas malas, estériles en cuanto a dar gloria a Dios, provecho al prójimo o genuina satisfacción para las necesidades espirituales de la persona que las lleva a cabo.

«Redargüirlas» significa exponerlas a la luz llamándolas por su nombre, sin cubrirlas con bonitos nombres. Lo peor de nuestra sociedad actual es que se le ha cambiado la etiqueta al pecado. No es que en los siglos pasados se pecase menos que en el siglo XX, pero lo que realmente alarma en nuestros días es el afán de pintar los pecados más vergonzosos con los más bellos colores. Tenemos en Inglaterra hombres ordenados para el ministerio pastoral que declaran sin vergüenza ni remordimiento su prolongada práctica de la homosexualidad. ¿Qué puede esperarse de la sociedad cuando los que habrían de ser luces son densas tinieblas de pecado cubierto de malas excusas?

El apóstol dice que es vergonzoso el mencionar tales obras. Discuten los autores cómo pueden ser redargüidas tales obras sin mencionarlas. Opina Lenski que es vergonzoso para los que las cometen, no para los que las exponen a la luz. Tal opinión retuerce completamente el texto. Según Hendriksen, no hace falta mencionarlas de palabra, sino exponerlas a la luz mediante una conducta consecuentemente cristiana, luminosa, de nuestra parte. Esta es también la opinión de Foulkes. Lo que, en mi opinión, quiere decir Pablo es que, aun cuando causa vergüenza mencionar esas obras de las tinieblas, no hay más remedio que hacerlo para llamar la atención de propios y extraños contra la práctica de tales cosas.

5. En efecto, tanto la exposición de palabra como la práctica del fruto del Espíritu sacan a la luz y redarguyen el mal, como expone Pablo a continuación (vv. Efe 5:13, Efe 5:14): «Pero todo lo que es expuesto a la luz se hace visible, porque la luz es lo que hace visibles todas las cosas. Por esto se dice. Despierta, tú que duermes, levántate de los muertos y Cristo brillará sobre ti» (NVI). Vemos aquí:

(A) La venida de Cristo, como luz que ilumina a todo hombre (Jua 1:9), provoca una krísis (lit.), un juicio de condenación contra los que rehúsan ser iluminados por la luz del Evangelio (v. Jua 3:19-21). Los pecadores impenitentes no quieren que sus obras malas sean expuestas a la luz, y no hay mejor manera de exponerlas que vivir una conducta luminosa. No bastan las palabras si no siguen las obras de quien expone a la luz la maldad. Podría decírsele a tal predicador lo que alguien le dijo a uno en cierta ocasión: «Sus obras hablan tan alto que no me dejan oír sus palabras». Es, pues, preciso limpiar bien nuestro tejado antes de lanzar piedras contra el del vecino (v. por ej. Mat 7:3-5, Mat 7:21-23; Jua 8:7; Rom 2:19-24).

(B) Con la frase «Por lo cual dice» (v. Efe 5:14), el apóstol introduce una cita (o citas) del Antiguo Testamento (v. Isa 9:2; Isa 26:19; Isa 52:1; Isa 60:1). Los autores modernos (Leal, Foulkes) ven en este versículo un posible fragmento de un himno que quizá se cantaba en la ceremonia del bautismo, pues «ya desde Justino (poco después de la mitad del siglo XI) es considerado el bautismo como una iluminación» (Leal). En cuanto a Hendriksen, es tanta la semejanza que percibe entre Efe 5:14 e Isa 60:1, que llega a decir: «Cuanto más estudio Isa 60:1 a la luz de su propio contexto, tanto más comienzo a ver ciertas semejanzas». También Lenski opina que se trata de un himno, pero no de un himno para el bautismo, sino de un himno «que se usaba en Éfeso durante los días de Pablo». Admite que encierra una cita, piensa que eso de «Por lo cual dice» podría referirse al aludido himno. En mi opinión, Pablo ha sacado la cita de Isaías, especialmente de Isa 60:1, pero acomodándola, al estilo rabínico, a Cristo como mejor le ha parecido. En lo que sí estoy de acuerdo con Lenski es en que es como un llamamiento misionero. «La cita, dice, no ofrece un ejemplo de la reprobación de los pecados como tales, sino un llamamiento reprobatorio al pecador para que se levante de su condición de muerte espiritual, conectado con una gran promesa».

(C) Es precisamente en esta exhortación a despertarse o, con mayor fidelidad al original, a levantarse, hecha a los que duermen el sueño de la muerte espiritual, donde yo veo una de las grandes pruebas (comp. con Hch 17:30) de que Dios, en Cristo y por medio de su Espíritu, da su toque de diana a todos los que están bajo pecado, ofreciendo de buena voluntad la gracia suficiente con la que podrían, si quisieran, alcanzar la salvación que, en principio, Dios desea para todos los seres humanos (1Ti 2:4-6). Dios dejaría de ser un Dios de amor, y aun el Dios Justo, si dejase a tantos millones y millones de seres humanos en su pecado, sin darles ninguna oportunidad para levantarse de su estado, ya que en su estado de muerte espiritual no pueden hacer otra cosa por sí mismos. El llamamiento a levantarse, como el llamamiento a arrepentirse de Hch 17:30, sería un puro sarcasmo sin la gracia que capacite para poder levantarse y haga cargar toda la responsabilidad de la condenación sobre el ser humano que se niegue libre y deliberadamente a hacerlo.

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