Éxodo 20:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Éxodo 20:1 | Comentario Bíblico Online

I. El prefacio de Moisés: Habló Dios todas estas palabras (v. Éxo 20:1). La ley de los Diez Mandamientos es: 1. Una ley hecha por Dios. 2. Es una ley proclamada por Dios. Dios tiene muchas maneras de hablar a los hijos de los hombres (Job 33:14); pero nunca habló como cuando dio los Diez Mandamientos. Dios había dado, en gran parte, esta ley desde que creó al hombre, escribiéndola en su corazón, pero el pecado había deteriorado esta escritura, de manera que era necesario reavivar de este modo el conocimiento de ella.

II. El prólogo del Legislador: Yo soy Jehová tu Dios (v. Éxo 20:2). Aquí: 1. Dios afirma su propia autoridad para decretar esta ley en general. 2. Se presenta a Sí mismo como el único objeto de ese culto religioso que se prescribe en los cuatro primeros mandamientos. En esto, el pueblo de Israel es ligado en obediencia por una triple cuerda: (A) Porque Dios es Jehová. Quien da el ser puede dar la ley del ser y, por tanto, puede mantenernos en obediencia. (B) Porque era su Dios, el Dios del pacto con ellos, y su Dios por consentimiento de ellos mismos. Aunque aquel pacto no tiene vigencia, como tal, en la presente dispensación (Col 2:14), pero hay otro ahora, en virtud del cual todos los que han sido salvos por gracia mediante la fe son asumidos a una relación íntima con Dios y, por ello, son injustos, infieles e ingratos si no le obedecen.

(C) Porque los había sacado de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Al redimirlos, adquirió un nuevo derecho para regirlos; debían el servicio y la obediencia a quien le debían la libertad. Así Cristo, al habernos redimido de la esclavitud del pecado, tiene derecho al mejor servicio que podamos rendirle (Luc 1:74).

III. La ley misma. Los cuatro primeros mandamientos que conciernen a nuestros deberes para con Dios (llamados comúnmente la primera tabla), los tenemos en los versículos Éxo 20:3-11. Era muy puesto en razón que estos mandamientos ocupasen los primeros lugares, puesto que el ser humano ha de amar a su Hacedor por encima de los otros seres creados como él; la justicia y el amor son aceptables como actos de obediencia a Dios únicamente cuando fluyen de un principio básico de piedad (1Jn 5:2). No puede esperarse que sea fiel a su hermano quien es falso para con Dios. Es cierto que el amor a Dios se hace notorio externamente mediante el sincero amor al prójimo (1Jn 4:20), pero es el amor a Dios el que cimenta interiormente un verdadero amor al prójimo.

1. El primer mandamiento concierne al objeto de nuestra adoración: Jehová, y sólo Él: No tendrás dioses ajenos (dioses diferentes, otros dioses) delante de mí (v. Éxo 20:3). Los egipcios, y otras naciones vecinas, tenían muchos dioses, que eran hechura de su propia imaginación, dioses extraños, nuevos dioses. El pecado en el que tenemos más peligro de caer, en relación con este mandamiento, es dar la gloria, el honor, el afecto y el interés debidos a solo Dios, a cualquier criatura. El orgullo hace del «Yo» un dios; la avaricia hace del dinero un dios; la sensualidad hace del vientre un dios; cualquier cosa a la que estimemos o amemos, temamos o sirvamos, nos deleitemos en ella o dependamos de ella, más que a Dios o en Dios, de eso (sea lo que sea) nos estamos efectivamente haciendo un dios. En las últimas palabras, delante de mí se insinúa: (A) Que no podemos tener ningún otro dios sin que Él lo sepa; (B) que es un pecado que se lanza al rostro y, por tanto, no puede pasarlo por alto.

2. El segundo mandamiento concierne a las ordenanzas del culto, o al modo como Dios quiere ser adorado.

A) La prohibición: se prohíbe incluso adorar las imágenes del Dios verdadero (vv. Éxo 20:4-5). Los judíos (al menos, después de la cautividad) vieron en ello la prohibición de hacer ninguna imagen o pintura, cualquiera que fuese. De ahí que, al parecer, tenían por abominación las mismas imágenes que los ejércitos romanos tenían grabadas en sus estandartes. Se llama a esto cambiar la verdad de Dios en una mentira (Rom 1:25), pues una imagen así es maestra de mentiras pues insinúa que Dios tiene cuerpo, cuando sabemos que es un Espíritu Infinito (Hab 2:18; Jua 4:24). También nos prohíbe hacernos de Dios una imagen en nuestra imaginación como si fuera un hombre parecido a nosotros. Nuestro servicio religioso debe ser regido por el poder de la fe, no por el poder de la imaginación.

B) Las razones para decretar esta prohibición (vv. Éxo 20:5-6), que son: (a) El celo de Dios en materia de adoración: Yo soy Jehová tu Dios, celoso. (b) El castigo de los idólatras. Dios los considera como gente que le odia. Él visitará la maldad de los padres sobre los hijos. Y no es injusto por parte de Dios (si los padres han muerto en su iniquidad, y los hijos siguen sus pasos y observan las falsas formas de culto por haberlas recibido por tradición de sus padres), cuando se ha llenado la medida, y Dios viene con sus juicios para ajustar cuentas con ellos. Aunque aguante por largo tiempo a un pueblo idólatra, no lo va a soportar siempre, sino que lo va a castigar incluso a la cuarta generación, supuesto que esta generación no sea inocente, sino que continúe transgrediendo la Ley por el mal ejemplo de sus padres. (c) El favor que Dios va a mostrar a sus fieles adoradores: Mientras que ha de castigar el mal incluso hasta la cuarta generación, va a mostrar su misericordia a miles de generaciones, es decir, hasta la milésima generación de los que le aman y guardan sus mandamientos (v. Éxo 20:6). Así como el primer mandamiento requiere el culto interior de amor, gozo, esperanza y admiración, así el segundo requiere el culto exterior de oración, alabanza y escucha solemne de la Palabra de Dios. Quienes de verdad aman a Dios, se preocuparán constantemente de guardar sus mandamientos, especialmente los que se refieren al culto. Quienes aman a Dios y guardan estos mandamientos, recibirán gracia para guardar también sus otros mandamientos. El culto evangélico tendrá una buena influencia en todas las clases de obediencia evangélica.

3. El tercer mandamiento tiene que ver con la manera de nuestro culto.

A) Hay primero una estricta prohibición: No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano (v. Éxo 20:7). Tomamos el nombre de Dios en vano, (a) por hipocresía, cuando hacemos profesión del nombre de Dios, pero no vivimos de acuerdo con tal profesión. Quienes se refieren al nombre de Cristo, pero no se apartan de la iniquidad, están tomando su nombre en vano; (b) por quebrantar su pacto; si hacemos promesas a Dios, ligando nuestras almas con promesas de cosas buenas y hacederas, pero no cumplimos a Dios nuestros votos, tomamos su nombre en vano (Mat 5:23); (c) por negligencia, usando el nombre de Dios como un tópico o muletilla, sin objeto ninguno o con mala intención; (d) por falso juramento. Una parte del respeto religioso que los judíos debían tener hacia su Dios era jurar por su nombre (Deu 10:20). Pero le afrentaban, en vez de honrarle, si invocaban su nombre como testigo de una mentira.

B) Un severo castigo: No le dará Jehová por inocente. Los magistrados, que castigan otras ofensas, pueden pensar que no les concierne percatarse de esto, porque no parece que perjudique directamente ni a la propiedad privada ni a la paz pública. El pecador puede quizá darse por inocente, pero Dios no le dará por inocente, y un día se dará cuenta de cuán horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo (Heb 10:31).

4. El cuarto mandamiento concierne al tiempo del culto. Hay que servir y honrar a Dios todos los días, pero hay un día entre siete que ha de ser dedicado especialmente a su honor y observado en su servicio.

A) El mandamiento mismo: Acuérdate del día del sábado para santificarlo (v. Éxo 20:8). Y: No hagas en él obra alguna (v. Éxo 20:10). Leemos que Dios bendijo y santificó el séptimo día desde el principio (Gén 2:3), de modo que esto no fue el decreto de una nueva ley, sino la confirmación de una ley antigua. (a) Se les dice cuál es el día que deben observar religiosamente el sábado, el séptimo día después de seis días de trabajo . No está claro si esté séptimo día se computaba a partir de la creación o de la salida de Egipto, lo cierto es que ahora queda incorporado a la ley mosaica. (b) Cómo ha de observarse. Primero, como día de descanso, no habían de hacer ninguna clase de trabajo en sus profesiones y quehaceres seculares en este día. Segundo, como día santo puesto aparte para honrar al Dios santo, y para emplearlo en ejercicios santos. Al bendecirlo Dios, lo había hecho santo; al observarlo ellos, lo guardarían santo. (c) Quiénes habían de observarlo: Tú, tu hijo, tu hija, etc. No se menciona a la esposa, porque se la supone una misma cosa con el marido en su presencia y en su observancia. Dios toma nota de lo que hacemos, y particularmente de lo que hacemos en el día de descanso, incluso donde nos encontremos como extranjeros. (d) Hay un especial memorándum inscrito en este mandamiento: Acuérdate del día del sábado (v. Éxo 20:8). Se insinúa con esto que el sábado fue instituido y observado anteriormente. La razón principal de este memorándum es que este mandamiento es el único que requiere ser recordado conscientemente por ser el único de naturaleza exclusivamente cultual, no moral, por lo que no está escrito en el corazón del hombre como lo están los demás en su calidad de normas fundamentales de moralidad.

B) Las razones de este mandamiento. (a) Ya tenemos suficiente tiempo para nosotros y nuestros quehaceres en los otros seis días: Seis días trabajarás (v. Éxo 20:9), lo cual no es sólo una permisión, sino parte del cuarto mandamiento. Pero el séptimo día es para servir a Dios, y también para obligarnos benévolamente a nosotros mismos a descansar. (b) Es el día del Señor: Es sábado para Jehová tu Dios, no sólo instituido por Él, sino también consagrado a Él. (c) Está destinado a ser un recuerdo de la creación del mundo y, por tanto, a ser observado para gloria del Creador. Mediante la santificación del sábado, los judíos declaraban adorar al Dios que hizo el Universo y así se diferenciaban de todas las demás naciones, que adoraban a dioses hechos por ellos mismos. (d) Dios nos ha dado un ejemplo de descanso, puesto que Él reposó en el séptimo día (v. Éxo 20:11). (e) Dios bendijo y santificó el sábado. Dios ha puesto en él bendiciones, que nos anima a esperar de Él, si observamos religiosamente ese día. Es el día que ha hecho el Señor; no hagamos cuanto podemos para deshacerlo.

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