Éxodo 32:7 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Éxodo 32:7 | Comentario Bíblico Online

I. Dios hace saber a Moisés lo que estaba pasando en el campamento durante su ausencia (vv. Éxo 32:7-8). Dios le dice a Moisés respecto a este pecado: 1. Tu pueblo se ha corrompido (v. Éxo 32:7). El pecado es la corrupción misma del pecador, obrada por él mismo. 2. Se han apartado del camino que yo les mandé (v. Éxo 32:8). El pecado es un extravío, una desviación del camino del deber a una senda de maldad (Isa 53:6). 3. Que se habían apartado muy deprisa al instante que habían recibido la Ley y habían prometido obedecerla. 4. Le dice en concreto lo que habían hecho: Se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado. Los pecados que quedan ocultos a nuestros semejantes y a nuestros gobernantes, están desnudos y abiertos delante de Dios. Nosotros no aguantaríamos ver la milésima parte de la provocación que Dios ve cada día, y sin embargo guarda silencio. 5. Parece desentenderse de ellos y dejar de reconocerlos por suyos, cuando le dice a Moisés: Desciende, porque TU pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido (v. Éxo 32:7). Los que se corrompen a sí mismos, no sólo se avergüenzan a sí mismos, sino que hacen que Dios mismo se avergüence de ellos y de los favores que les otorga. 6. Le envía a ellos a toda prisa: Anda, desciende.

II. Expresa su disgusto contra Israel por este pecado (vv. Éxo 32:9-10). 1. Los retrata de cuerpo entero al decir de ellos: «Es pueblo de dura cerviz». El Dios justo ve, no sólo lo que hacemos, sino lo que somos. 2. Declara qué era lo que justamente se merecían que se encienda mi ira en ellos . El pecado nos expone a la ira de Dios, y esa ira, si no estuviese aliada con la misericordia divina, nos consumiría como si fuésemos estopa. 3. Llega a pedir a Moisés que no interceda por ellos: Ahora, pues, déjame. De este modo estaba ya dando gran honor a la oración, dando a entender que sólo la intercesión de Moisés podría salvarlos de la ruina.

III. Moisés intercede fervientemente ante Dios a favor de ellos (vv. Éxo 32:11-13). Si Dios no quería ser llamado el Dios de Israel, al menos podría dirigirse a Él como a su Dios (v. Éxo 32:11). Sabiamente se aferró a la insinuación que Dios le hizo al decirle: Déjame, expresión que, aunque a primera vista parecía prohibirle interceder en realidad le animó al mostrarle cuán grande es el poder que la oración de fe tiene para con Dios. Obsérvese: 1. Su petición: Vuélvete del ardor de tu ira (v. Éxo 32:12), no porque pensara que no era justa la ira de Dios, sino rogándole que no se airase hasta el punto de consumirlos. 2. Sus alegaciones. Llena su boca de sabios argumentos, no para mover a Dios, sino para expresar su fe y excitar el fervor de su propia oración. Recalca: (A) El interés que Dios ha tenido en ellos, por las grandes cosas que ha hecho ya por ellos. Dios le había dicho a Moisés: Tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto (v. Éxo 32:7); pero Moisés se los devuelve a Dios con toda humildad, diciendo: «Ellos son tu pueblo, tú eres su Señor y Dueño; yo soy sólo su servidor. Tú los sacaste de la tierra de Egipto. Yo no fui otra cosa que el instrumento en tus manos. Tú los sacaste de Egipto, aunque eran indignos y habían servido allí a los dioses de los egipcios (Jos 24:15). Si tú hiciste eso por ellos, a pesar de sus pecados en Egipto, ¿vas a deshacerlo ahora por sus pecados de la misma naturaleza en el desierto?» (B) Apela a la repercusión que ello tendría sobre la gloria misma de Dios: ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó? (v. Éxo 32:12). No puede soportar que eso repercuta contra Dios, y por eso insiste: ¿Por qué han de hablar los egipcios? Si un pueblo tan extrañamente salvado fuese destruido súbitamente, ¿qué diría el mundo de ello, especialmente los egipcios, que tan implacablemente odiaban tanto a Israel como al Dios de Israel? Dirían: «Ese Dios, o es débil, y no pudo, o es voluble, y no quiso, completar la salvación que había comenzado». ¿Qué dirán los egipcios? Deberíamos tener siempre mucho cuidado de que el nombre de Dios y su doctrina no sea blasfemado por causa nuestra. (C) Apela a la promesa que Dios hizo a los patriarcas de que multiplicaría su descendencia y les daría la tierra de Canaán. Las promesas de Dios deben ser el motivo de nuestras apelaciones en la oración. Esta oración de Moisés es perpetuamente un modelo ejemplar de oración fervorosa e inteligente.

IV. Dios depuso benignamente el ardor de su ira y el rigor de su sentencia, y se arrepintió del mal que dijo que había de hacer (v. Éxo 32:14). Este antropomorfismo sirve para darnos a entender el poder de la oración que cambia las cosas. Es cierto que Dios ha previsto y determinado desde la eternidad todo lo que había de hacer, pero ha incluido también en su programa eterno las oraciones de los suyos como ingredientes del plan de su providencia. Dios nunca se arrepiente de sus promesas, de sus planes, de su palabra (1Sa 15:29; Rom 11:29), pero la Palabra de Dios nos dice que Él se arrepiente en relación con la actitud cambiante de las personas, pues al cambiar éstas cambia la actitud de Dios hacia ellas (1Sa 15:35), así que el cambio no afecta realmente a Dios sino a la relación con los demás. El mismo Sol que ablanda la cera, endurece el barro. 1. El poder de la oración Dios se deja vencer por la importunidad humilde y confiada de los intercesores. Nunca mejor que aquí se comprende la gran profundidad de aquella frase lapidaria de Agustín de Hipona: «La oración es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios». 2. La compasión de Dios hacia los pobres pecadores, y cuán dispuesto está siempre a perdonar.

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