Filipenses 2:12 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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La presente porción, en evidente conexión con algo anterior, como lo muestra la conjunción consecutiva Hóste («así que», «de tal modo que»), plantea dos problemas sobre cuya solución no se ponen de acuerdo los exegetas: Primero, ¿dónde se halla la conexión indicada por la partícula mencionada? Opina Ryrie que «Pablo se vuelve ahora a las obligaciones que el ejemplo de Cristo impone a los cristianos filipenses». Pero es más probable que la conexión se halle en Flp 1:27 (Lenski, Segovia). Segundo, ¿cuál es el núcleo, el punto central, de la exhortación contenida en los versículos Flp 2:12-18? Los títulos que los autores (y las versiones mismas) ponen como epígrafe de la porción, varían mucho. Mientras A. Segovia ve aquí un «Nuevo llamamiento a la unión mutua», la Biblia de las Américas ve una «Exhortación a la obediencia»; la Ryrie Study Bible, el «Ejercicio de la humildad»; la Biblia de Jerusalén, «Trabajar en la salvación». A mi juicio, la idea nuclear se halla en el versículo Flp 2:15, por lo que juzgo como más acertado el epígrafe de «Luminares en el mundo» (Reina-Valera) que, con ligeras variantes, aparece también en la NVI y en las Buenas Nuevas. Podemos subdividir la porción en tres secciones:

I. En la primera (vv. Flp 2:12, Flp 2:13), el apóstol pide a los filipenses que le obedezcan, como siempre lo han hecho, en un punto particular.

1. Dice (v. Flp 2:12): «Llevad a cabo continuamente (gr. katergázesthe, en presente de imperativo) vuestra propia salvación con temor y temblor». Es la cuarta y última vez que Pablo usa esa última expresión (v. el comentario a 1Co 2:3). Es, pues, algo en lo que se pide a los fieles de Filipos (y a todos nosotros) comportarse con sentido de respeto y de responsabilidad. Que no se trata de la «salvación eterna» (contra A. Segovia) es claro por dos detalles: (A) Es algo que los filipenses deben llevar a cabo, mientras que la salvación eterna no es por obras (Efe 2:9); (B) es algo que debe llevarse a cabo continuamente, lo cual pugna también con lo que de la salvación eterna leemos, por ejemplo, en Efe 2:8 (pretérito perfecto). Lenski (luterano) se equivoca miserablemente al pensar que se trata de conservar la salvación adquirida, al ser así que la preservación está en las mismas manos del que dio la salvación (comp. Jua 10:28-30; Rom 8:29-39; Flp 1:6).

2. No queda, pues, otra alternativa sino la de que Pablo se refiere aquí a la salvación en su etapa progresiva o santificación personal, en la que hay cooperación por parte del hombre (comp. con 1Co 15:10). Si hay que llevarla a cabo con temor y temblor es por ser conscientes de nuestra propia debilidad, en virtud de la cual podemos caer (1Co 10:12), pero no perder la salvación adquirida, si es que somos genuinamente salvos. Lo que sí es cierto, y ha de preocupar a los creyentes carnales e indolentes, es que se puede perder la certeza subjetiva (aunque no la seguridad objetiva) de dicha salvación. De ahí la exhortación de Pedro (2Pe 1:10, 2Pe 1:11) a consolidar nuestro llamamiento y nuestra elección, para obtener, no simplemente entrada, sino amplia entrada en el reino.

3. Esto mismo se pone de relieve en el versículo Flp 2:13, estrechamente conectado con el versículo Flp 2:12: «Porque es Dios quien obra (el ya conocido verbo energuéin) en vosotros el desear y hacer lo que a Él le place» (NVI). Este versículo incluye una doble razón del «respeto y sentido de la responsabilidad» que hemos de ejercitar en la práctica de nuestra santificación: (A) El saber que estamos cooperando con Dios en una obra en la que Él lleva la iniciativa. (B) El saber, para consuelo nuestro, que, detrás de nuestro querer y hacer y sosteniendo nuestra debilidad, está Dios con su influjo eficaz (previo, simultáneo y consiguiente), pero de tal naturaleza que no fuerza nuestro albedrío ni nos exime de la responsabilidad personal.

II. En la segunda sección (vv. Flp 2:14-16), Pablo les exhorta a vivir una vida santa, de forma que brillen como luminarias en un mundo que odia la luz.

1. La mejor versión del versículo Flp 2:14 es: «Hacedlo todo sin refunfuñar ni poner objeciones». El griego parece dar a entender que se trata de quejas contra la providencia de Dios; y acerca de ello, Pablo les previene a fin de que no caigan en esta tentación. Lenski ha captado bien aquí el sentido (él traduce «murmuraciones y razonamientos») al comentar: «En esta generación torcida y distorsionada los lectores de Pablo tendrán que padecer mucho. Han de continuar haciendo todo lo que es requerido para su salvación sin murmurar ni quejarse de lo que su bien hacer les granjee del mundo, y sin razonamientos errados en cuanto a por qué esta maldad del mundo viene sobre ellos, y de cómo al hacer menos que esto, podrían posiblemente escapar de esta maldad».

2. De esta forma, si se someten humilde y amorosamente a los designios de la providencia divina, sin quejas ni discusiones, se habrá conseguido gloria, luz, brillo, en tres direcciones:

(A) Será para gloria de Dios, pues, al ser irreprensibles (v. Flp 2:15) y puros (lit. sin mezcla), se mostrarán como hijos de Dios, sin mancha (el mismo vocablo de Efe 5:27), en medio de una generación torcida y perversa (lit. descarriada). Esta primera parte del versículo Flp 2:15 ofrece una similaridad extraordinaria (con marcados contrastes) con Deu 32:5 (v. también Mat 17:17 y Hch 2:40), lugar que, a no dudar, tenía en mente el apóstol cuando escribía esto. La gloria que los filipenses habían de dar a Dios con una conducta santa contrasta así con el mal pago (Deu 32:6) que los hijos de Israel daban a su Dios.

(B) Había de ser también para gloria de ellos mismos, por lo que continúa Pablo (vv. Flp 2:15, Flp 2:16): «en medio de los cuales (lit., eso es, los de la generación) resplandecéis como luminares en el mundo, manteniendo en alto la palabra de vida». El vocablo griego para «luminares» (phosterés) ocurre únicamente aquí y en Apo 21:11 (donde va ligado a «la gloria de Dios»). Una expresión semejante se halla en Dan 12:3, según la versión de los LXX: «brillarán como luminares (gr. phosterés) del cielo». El parecido con Dan 12:3 es tanto mayor cuanto que allí se habla de «los que enseñaron a muchos la justicia», y aquí dice Pablo «manteniendo en alto la palabra de vida». El verbo griego epékhontes (participio de presente) significa literalmente «presentando continuamente, firmemente asida», dicha palabra viva, y vivificante, del Evangelio. Como bien hacen notar Lenski y Segovia, no se trata de la obra misionera de la iglesia de Filipos, no se trata de predicar oralmente la Palabra, sino de «ofrecer a los demás la doctrina del Evangelio en toda su fuerza vivificante y luminosa» (Segovia), mediante la irradiación que tal Palabra lleva a cabo a través de una conducta irreprensible y pura.

(C) Finalmente, había de repercutir en gloria para el propio apóstol (v. Flp 2:16): «para que en el día de Cristo (v. el comentario a 1:6), yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano ni he trabajado en vano». La metáfora de «correr en vano» (comp. con Gál 2:2; «a la ventura», 1Co 9:26 ) está tomada de las carreras atléticas. Lo de «trabajar con fatiga (el verbo es kopiáo) en vano» no entraña ninguna metáfora (comp. con 1Co 15:10, donde sale el mismo verbo, en el mismo tiempo, modo y persona). La gloria de Pablo consiste para él en que su esfuerzo en la proclamación del Evangelio no haya caído en el vacío, sino que haya obtenido el fruto apetecido en los oyentes. Eso será para él parte de la corona de justicia que le dará el Señor (Cristo, véase 2Ti 4:8).

III. En la tercera sección (vv. Flp 2:17, Flp 2:18), Pablo aprovecha la referencia que ha hecho a su propia persona, referencia únicamente hecha como estímulo para que los filipenses se comporten como fieles hijos de Dios, para aludir a su posible martirio en los mismos términos que en 2Ti 4:6 (cuando el martirio se veía ya como cosa segura). Dicen así los versículos Flp 2:17 y Flp 2:18 en la NVI: «Pero aun si soy derramado como libación sobre el sacrificio y servicio (gr. leitourguía, servicio público religioso) de vuestra fe, estoy alegre y me regocijo con todos vosotros. Así también vosotros estad alegres y regocijaos conmigo». Acerca de esta referencia, dice Lenski: «… dejaría de ser Pablo si terminara con una referencia egocéntrica; terminará uniendo a los filipenses con él, no en tristeza, sino en el gozo más exaltado si, en verdad, todos sus trabajos han de ser coronados por el martirio». Para que el sentido de esta sección quede claro, hemos de responder a dos preguntas:

1. Los autores están de acuerdo en que el verbo griego spéndomai está en la voz pasiva, no en la voz media. Así aparece también en todas las versiones que poseo. Un detalle que no debe pasar desapercibido es que el verbo está en tiempo presente, lo que da cierta probabilidad a la opinión de J. M. González Ruiz de que Pablo se refiere a «toda clase de peripecias que forman la necrosis (cf. 2Co 4:10)». Sin embargo, la mayoría de los exegetas lo entienden del martirio propiamente dicho, con lo que el presente adquiere la forma de un futuro proléptico sin matiz estrictamente temporal. La pregunta, en cualquier caso, es la siguiente: Si Pablo es pasivo en este sacrificio de libación, ¿quién asume la función sacerdotal, activa, de derramar el sacrificio? La respuesta es muy sencilla, según lo vimos en el comentario a Hch 2:23, compárese con Jua 10:18. Tampoco Jesucristo se mató a sí mismo para derramar su propia sangre. Fueron los verdugos («por manos de inicuos») quienes crucificaron al Señor, e hicieron así que saliera su sangre, pero fue Cristo mismo (nadie más, ni tampoco el Padre) quien se ofreció a sí mismo (Jua 10:17, Jua 10:18; Heb 9:14; Heb 10:12), se inmoló al aceptar voluntariamente el derramamiento de su sangre. De la misma manera, Pablo mismo, al aceptar de buena gana su martirio, es, a un mismo tiempo, el sacerdote y la víctima de la libación de su sangre.

2. Está claro, y no hay sobre esto desacuerdo entre los exegetas, que Pablo es el que hace la libación, pero ¿quién ofrece el sacrificio, en forma de servicio cultual, al que se refiere Pablo a continuación? De paso, quedará también aclarado el sentido de la fe de los filipenses: ¿se trata de la fe subjetiva, activa, de los fieles de Filipos, o de la fe objetiva, el contenido de la fe, según había sido predicado por Pablo? En respuesta a esta pregunta, Lenski defiende, con gran aparato de argumentación, la singular idea de que es Pablo mismo quien realiza también ese sacrificio sobre la fe objetiva que los filipenses habían recibido al convertirse. Sin embargo, la respuesta casi unánime de los exegetas es que Pablo se refiere aquí al holocausto que de su vida han de hacer todos los cristianos (v. Rom 12:1), inspirado por la fe (no el contenido de la fe, sino la actitud de fe del cristiano). Dice A. Segovia: «Los fieles mismos son los oferentes de esta ofrenda espiritual, a la que Pablo, si llega el caso, está dispuesto a juntar, como complemento, la libación de su sangre». Con respecto a los casos señalados en la Ley, véase Núm 15:10; Núm 28:7. Con esta clase de respuesta, se entiende mejor la forma recíproca con que se expresa el apóstol en el versículo Flp 2:18, como si dijese: «Ya que yo estoy alegre y me regocijo con vosotros, ofreciéndome a esa libación, también vosotros debéis estar alegres y regocijaros conmigo al ofrecer vuestro sacrificio».

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