Filipenses 4:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En estos versículos finales (antes de los saludos), el apóstol viene a exhortar, con su propio ejemplo, a guardar la paz interior frente a toda clase de circunstancias.

1. Pablo comienza esta sección (v. Flp 4:10) y dice: «Me alegré mucho en el Señor de que ya al fin hayan florecido vuestros buenos sentimientos para conmigo. Ya los teníais, sólo que os faltaba ocasión de manifestarlos» (Biblia de Jerusalén). En el versículo Flp 4:18 expresa la manera práctica en que los fieles de Filipos habían mostrado sus buenos sentimientos hacia él en esta ocasión. Ya lo habían hecho en otras dos ocasiones (v. Flp 4:16), cuando el apóstol se hallaba en Tesalónica. Esta vez, su alegría estuvo a punto de ser gravemente empañada por la enfermedad de Epafrodito (Flp 2:25-30). Nótese de qué manera tan fina les excusa por no haberlo hecho antes: «os faltaba ocasión de manifestar vuestros buenos sentimientos». Hay quienes ven un asomo de reprensión en ese «al fin», como si Pablo hubiese estado esperando con impaciencia esa ofrenda de la iglesia de Filipos que tanto tardaba en llegar. Este punto de vista es erróneo, como se ve por lo que sigue, ya que Pablo afirma que siempre habían tenido esos buenos sentimientos hacia él; lo único que les había faltado era la ocasión de manifestarlos de esta manera. Dice Segovia: «Esta falta de oportunidad pudo ocurrir, o por carencia de medios, o por no hallar un portador a propósito». Es muy probable que la causa fuese lo primero, y 2Co 8:1-3 puede darnos la clave, pues allí vemos la penuria por la que habían pasado las iglesias de Macedonia. Parece ser que ahora había mejorado la situación económica, al menos, en Filipos.

2. A continuación (vv. Flp 4:11-13), el apóstol aclara que no habla así como si esperase con ansia este alivio, pues había aprendido (v. Flp 4:11, aoristo ingresivo) a contentarse (lit. a ser autarca, a valérselas él solito) con cualquier situación económica: a pasar escasez y a vivir en abundancia (v. Flp 4:12). Por «haber aprendido el secreto», el original dice literalmente: he sido iniciado, y pide prestado el verbo (memúemai) al léxico de las religiones mistéricas, donde sólo los iniciados conocían los secretos de la religión. Pero Pablo no necesita acudir a métodos secretos para aprender a contentarse con lo que en cada situación tiene, sea mucho o poco; su misterio es un secreto a voces (v. Flp 4:13): «Para todo tengo fuerzas en el que me da el poder» (ésta es la versión literal). Pablo no dice esto para envanecerse, pues entonces su gratitud hacia los filipenses resultaría forzada o hipócrita. Por otra parte, «la mente espiritual se mueve en un plano más elevado» (Lenski). En efecto, la alegría en el Señor que Pablo expresa no se debe tanto al donativo que le han enviado, cuanto al florecimiento que ello supone en los mismos donantes, según aclara en el versículo Flp 4:17: «No es que ande buscando el donativo, sino que estoy buscando el fruto que vaya creciendo a vuestra cuenta» (lit.).

3. Por esto de la «cuenta» (gr. lógon) que menciona en el versículo Flp 4:17, y lo de «ninguna iglesia tuvo comunión conmigo (lit.) en razón (también lógon) de dar y recibir, sino vosotros solos» (v. Flp 4:15), han llegado a pensar algunos que Pablo, o la iglesia de Filipos o ambos, llevaban una cuenta que habían abierto con las dos consabidas columnas del HABER y el DEBE. Justamente comenta Lenski que jamás habría pensado Pablo en llevar un libro de cuentas de tal clase. «Lo más que dijo sobre esto, añade, se halla en 1Co 9:11; en el versículo Flp 4:12 añade que no usó tal poder, y en el versículo Flp 4:18, que él predicó el Evangelio en forma gratuita. Un hombre que trabaja gratis no lleva libro alguno de cuentas, porque no tiene entradas para asentarlas en él».

4. Notemos (v. Flp 4:18) que, al donativo que ha recibido ahora de los fieles de Filipos por manos de Epafrodito, lo llama «olor de buena fragancia, sacrificio acepto, agradable a Dios» (esta última frase está al pie de la letra en Rom 12:1). No debe extrañarnos el que Pablo compare tal donativo a un sacrificio, pues Heb 13:16 habla de la beneficencia como de sacrificios de los que se agrada Dios. Esta clase de sacrificio es aceptable a Dios porque, en el amor que se muestra hacia los hermanos, Dios ve como una especie de «acto de culto público» a Él mismo. Entra dentro de la «liturgia» cristiana, como se ve por el apelativo que, a este respecto, dio a Epafrodito en Flp 2:25: «ministrador (gr. leitourgón) de mi necesidad» (lit.). Lo de «olor de buena fragancia» (comp. con 2Co 2:14-16, para una terminología similar) empalma con Lev 3:1-17, donde se habla del sacrificio de paz, esto es, de comunión, en cuya categoría entran los sacrificios de beneficencia. Se llaman de buena fragancia porque en ellos no hay expiación por el pecado, ya que el pecado (como la levadura) es lo único que suministraba a los sacrificios del Levítico su carácter de olor no grato. Si se comparan por ejemplo, Lev 1:9; Lev 2:2 y Lev 3:16 con Lev 5:12 (sacrificio por el pecado), se notará que en los tres primeros ejemplos, el texto añade lo de «olor grato»; en cambio, en Lev 5:12 se limita a decir: «… es expiación».

5. Y como con Dios nunca se pierde, el apóstol asegura a los fieles de Filipos (v. Flp 4:19) que Dios les recompensará con creces: «Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús». Nótense los siguientes detalles:

(A) Dice «mi Dios», no porque sea Dios exclusivamente de él (pues lo es de todos, 1Ti 2:5 ), sino «a causa de que Pablo era quien recibía el regalo, que era en realidad un sacrificio agradable a Dios» (Lenski).

(B) «Conforme a sus riquezas» da a entender que la recompensa, la provisión con que Dios proveerá a todas las necesidades de los filipenses, será como conviene a tan gran Señor. El regalo de un rey es ya grande por parte de quien lo da; mayor todavía si el regalo es cuantioso; con todo, siempre será limitado de acuerdo con la cuantía de las riquezas de que pueda disponer para desprenderse de ellas en favor de alguien. Pero Dios no solamente es el Supremo Señor y Dueño del Universo entero, sino que sus riquezas son inagotables por cuanto es Él mismo quien se da, en toda la infinitud de su persona y de su amor. Lo de «en gloria» puede unirse ya sea con lo anterior («riquezas gloriosas») ya sea con lo que sigue («gloriosamente en Cristo Jesús»). De ambas maneras, concuerda con lo que dijo en Efe 1:6, Efe 1:7; Efe 3:16, Efe 3:17.

6. El apóstol termina, con una doxología semejante a la de Gál 1:4, Gál 1:5: «A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén». Dice Segovia: «Esta doxología brota espontáneamente ante el pensamiento de la liberalidad divina, que colma de gozo el corazón de Pablo». Algo parecido ocurre en Rom 16:27; Gál 1:5; Efe 3:20, Efe 3:21.

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