Gálatas 4:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En esta porción, el apóstol les hace ver a los fieles de Galacia la gran ventaja que el régimen de la gracia lleva al régimen de la Ley.

1. Bajo la Ley, los israelitas eran herederos de las promesas, pero, aun cuando tuviesen derecho a la herencia si ponían fe en la promesa, no disfrutaban de hecho de tal herencia, por cuanto estaban bajo la tutela de la Ley (Gál 3:24), de la misma manera que un niño pequeño (gr. népios, como en Efe 4:14), a pesar de tener derecho a la herencia de su padre (v. Gál 4:1), «está sujeto a tutores y administradores hasta el tiempo prefijado por su padre» (v. Gál 4:2, NVI), ya que no tiene capacidad legal ni mental para disponer de la hacienda; por lo que, en este aspecto, «no se diferencia de un esclavo» (v. Gál 4:1), pues también él tiene que hacer lo que le mandan y recibir la ración alimenticia y el cuidado necesario de parte de los administradores, como si fuese un criado más. Está, pues, en servidumbre. De ahí, la expresión «bajo la Ley» (Gál 4:4), como bajo un peso que oprime.

2. «Así también nosotros (v. Gál 4:3), continúa diciendo Pablo, cuando éramos niños (es decir, bajo la dispensación de la Ley), estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo». El vocablo griego stoikheía, si se compara con Col 2:8Col 2:8 (donde ocurre la misma frase), significa efectivamente «los principios básicos o elementales de una enseñanza» (comp. con Heb 5:12, donde se repite también el término). Si se compara, pues, con Col 2:8Col 2:8, la frase stoikheía tou kósmou de los versículos Gál 4:3 y Gál 4:9 y a la vista del contexto posterior (v. Gál 4:10), significa, con la mayor probabilidad (hay gran variedad de opiniones), todo el conjunto de prescripciones judaicas (circuncisión, observancia del sábado, novilunios, fiestas solemnes anuales), que se regían por la variación que sobre los quehaceres del hombre impone el movimiento de los elementos estelares. Es cierto que los gálatas no tenían la Ley de Moisés, pero no por eso dejaban de estar, en sus costumbres idolátricas, bajo esos «rudimentos del mundo» (v. el v. Gál 4:8).

3. Pero llegó la plenitud o cumplimiento del tiempo (v. Gál 4:4), es decir la hora precisa (khrónos) en que Dios había determinado que se llevase a cabo la redención por mano del Mesías (comp. con Mar 1:15, donde en lugar de khrónos aparece kairós, la sazón, la oportunidad). Al cumplirse el tiempo, Dios envió una doble embajada:

(A) «Envió a Su Hijo, engendrado de una mujer, sujeto a la Ley por nacimiento, a fin de redimir a los que estaban bajo la Ley y para que recibiésemos la adopción de hijos» (vv. Gál 4:4, Gál 4:5, NVI). El verbo que se traduce por «envió» (aoristo), tanto en el versículo Gál 4:4 como en el Gál 4:6, tiene el significado de «despedir», ya sea por enfado o en sentido de embajada como es el caso en los versículos Gál 4:4 y Gál 4:6. «Engendrado de una mujer» significa que se hizo hombre real y verdaderamente, para ser de la misma naturaleza que nosotros (comp. con Job 14:1 y Heb 2:14); de lo contrario, no habría podido ser nuestro representante y sustituto. Al decir «de una mujer», el apóstol alude a una mujer concreta, María de Nazaret, pero nótese el cuidado que Pablo tiene en omitir su nombre personal, lo cual sería muy extraño si María desempeñase en la Obra de la redención el alto papel que la Iglesia de Roma le ha asignado. «Redimir» (gr. exagorazo) es el mismo verbo que hemos visto en Gál 3:13. Vino a redimir, a dar libertad, a los que estaban prisioneros bajo la Ley (v. Gál 3:22, Gál 3:23), y lo hizo sujetándose Él mismo a la Ley desde su nacimiento, como lo mostró ya a los ocho días de edad al pasar por el sangriento rito de la circuncisión.

(B) Esta embajada del Hijo de Dios hecho hombre tenía otra finalidad complementaria: no sólo sacarnos de la cárcel, de la esclavitud, sino también hacer que Dios nos adoptase por hijos (v. Gál 4:5, comp. con Gál 3:26). Para esto, se necesitó otra embajada (v. Gál 4:6), la del Espíritu Santo: «Y, pues sois hijos (gr. huioí), envió Dios el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones (comp. con Rom 5:5), clamando (presente continuo): ¡Abbá, Padre!» (lit.). El hecho de que «Padre» lleve artículo en el original («el Padre»), se debe, como hace notar Lenski, a que es una peculiar combinación aramaico-griega. (Véase ya en Mar 14:36). Varios detalles necesitan aquí un análisis especial:

(a) La doble embajada del Hijo y del Espíritu tienen su paralelo en Pascua y en Pentecostés. La razón por la que era necesaria la embajada del Espíritu Santo es que, solamente al tener dentro de nuestro corazón el Espíritu de Cristo, podíamos clamar a Dios con el afectuoso, tierno nombre, de «Abbá», con que los niños pequeños llamaban a sus «papás» (nótese, de paso, la similaridad lingüística). Se dice aquí que el Espíritu mismo está clamando, en el sentido de que sólo bajo su poder e influencia estamos capacitados para dirigirnos al Padre de ese modo. En Rom 8:15 leemos que «en Él (el Espíritu) clamamos» (lit.), esto es, Él nos hace exclamar «¡Abbá, Padre!», lo cual se entiende mejor si leemos también los versículos Gál 4:26, Gál 4:27 del mismo capítulos Rom 8:1-39 de Romanos.

(b) La constante referencia a la adopción hace que Pablo use al comienzo de este versículo Gál 4:6 el vocablo huioí, en lugar de tékna que usó en Rom 8:16 y Rom 8:17, con referencia a la herencia (comp. con Gál 4:1). El orden en que están construidas las frases en el original: «Y, pues sois hijos, envió Dios el Espíritu, etc.», ha dado tanto que pensar y hablar a los comentaristas que, como dice Leal, «este verso ha merecido un libro». Les extraña a muchos el ver «hijos» (¡huioí!) antes del envío del Espíritu, como si Pablo estableciese aquí un orden cronológico en el que primero se establece la filiación adoptiva y después viene la embajada del Espíritu. Lo que Pablo quiere decir, sin duda, es que el hecho de ser hijos se explica por haber enviado Dios el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones.

4. El apóstol resume y concluye en el versículo Gál 4:7 todo el tema que le ha ocupado desde Gál 3:19, a saber, el argumento a favor de la justificación por la fe con base en el designio mismo de la Ley de Moisés: «Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo». Tenemos la misma secuencia que ya vimos en Rom 8:14-17: liberación, adopción, derecho a la herencia. «De la presencia del Espíritu se sigue que somos hijos, y del hecho de que somos hijos se sigue que somos herederos» (J. Leal). Esta porción de Gál 4:4-6, le ha llevado al apóstol a «calar más hondo» (Trenchard) que en Gál 3:29, ya que, en Gál 3:29 se especificaba que, al ser de Cristo (¡de la Simiente!), éramos herederos de las promesas hechas a Abraham, mientras que Gál 4:7 alcanza a la salvación integral que nos ha sido conseguida por la gracia de Dios en Cristo y mediante la cual hemos adquirido el derecho a la herencia celestial, y aun cósmica, al ser coherederos con el Hijo (comp. con Rom 8:17).

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