Gálatas 5:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Comienza aquí la parte práctica de la Epístola. Al conectar con lo que acababa de decir (Gál 4:31), Pablo exhorta a los gálatas a poner por obra esa doctrina: Una vez que han sido justificados por fe en el Señor, y no por las obras de la Ley, les exhorta a mantenerse firmes en la libertad con que Cristo los hizo libres y no volver a someterse al yugo de esclavitud. El original dice así, según los mejores MSS (v. Gál 5:1): «Para la libertad nos hizo libres Cristo; manteneos, pues, firmes y no os sujetéis de nuevo al yugo de esclavitud» (lit.). ¿Quién, después de ser sacado de una cárcel, desearía volver a la prisión? ¿Quién, después de haber sido esclavo de un mal amo, sería tan insensato como para abandonar su nuevo estado de amo y señor, para volver a convertirse en esclavo? A esta exhortación general, añade Pablo razones muy serias.

1. Someterse de nuevo a la esclavitud, al recibir la circuncisión, equivale a renunciar del todo a la obra salvadora de Cristo (v. Gál 5:2), ya que el que se circuncida, se obliga con ese rito a la observancia de toda la Ley (v. Gál 5:3) y, al intentar justificarse mediante el régimen de la Ley (v. Gál 5:4), cae automáticamente del régimen de la gracia, pues se desliga de Cristo. Ley y gracia, obras y fe, circuncisión y Cristo son realidades incompatibles; «no se pueden mezclar», dice Ryrie. Que estas aseveraciones van en serio se ve por el énfasis del «Yo Pablo os digo» (v. Gál 5:2) y del «Y otra vez testifico a todo hombre» (v. Gál 5:3). Aquí conviene hacer algunas aclaraciones:

(A) También Cristo impone su yugo (Mat 11:29, Mat 11:30, comp. con 1Jn 5:3-5), pero ¡qué diferencia! Como atinadamente observa Trenchard, «la figura en las palabras del Maestro es diferente, refiriéndose a dos bueyes que trabajan bajo un yugo común. El Señor se digna hablar de una vida y de una obra en las cuales Él mismo se asocia íntimamente con los suyos, al participar tanto Él como ellos en la labor que resta por hacer en este mundo hasta que Él venga».

(B) Estas observaciones acerca de la circuncisión afectan de lleno a los gentiles o paganos que quieren hacerse, o seguir, cristianos por la vía del judaísmo; no afectan a los judíos de raza (v. Hch 16:3; 1Co 7:18), aunque de nada les sirva para la salvación (v. 1Co 7:19; Gál 5:6).

(C) «Caer de la gracia» y «desligarse de Cristo» son frases que no indican la pérdida de la salvación ya adquirida. La primera significa que el que se somete al régimen de la Ley «se traslada a otro terreno», como dice Trenchard, se desvía del único camino por el que podría adelantar (v. Gál 5:25), avanzar, por el Espíritu. El verbo para «desligarse» es el ya conocido katarguéo, anular, dejar sin fuerza o sin valor: Está dejando sin fuerza su unión con Cristo todo el que intenta justificarse por la Ley (v. Gál 5:4). Ese presente continuo indica lo que Leal llama «conato (esfuerzo) hipotético», esto es, irreal, ya que esa justificación es imposible. Es en esos puntos donde de nada aprovecha Cristo (v. Gál 5:2) al que se circuncida.

2. A continuación, el apóstol resume, en frases magistrales y bien conocidas (vv. Gál 5:5, Gál 5:6) el camino y la meta que persigue la fe cristiana. Veámoslos en la espléndida traducción de la NVI: «Porque por fe aguardamos con anhelo, siguiendo el impulso del Espíritu, los esperados bienes en que culminará nuestra justificación. Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen ningún valor. Lo único que cuenta es la fe activada por el amor» (comp. con Gál 6:15). Notemos:

(A) Que la justicia esperada (sentido objetivo de esperanza; comp. con Rom 8:19-25) es una culminación de todo el proceso de la vida cristiana (comp. también con 2Ti 4:7, 2Ti 4:8). «Justicia», «santidad», «salvación» son conceptos de triple significado: comienzo, en la conversión; progreso, en la santificación; culminación, en la Segunda Venida del Señor (v. Heb 9:28).

(B) Que, «en Cristo Jesús», esto es, en los que son de Cristo (v. Gál 5:24), en los que están injertados en Cristo, coimplantados con Él (Rom 6:5), la circunstancia externa de conservar el prepucio o de estar circuncidado no cuenta nada, no tiene ninguna fuerza (lit. El verbo griego es iskhúei), Lo único que cuenta, lo único que vale, lo único que da salvación y provecho espirituales, es la fe activa. Dice M. Henry: «La fe, cuando es verdadera, es una gracia operante; actúa por medio del amor, amor a Dios y amor a nuestros hermanos; y esta fe, que así actúa por amor, lo es todo en nuestro cristianismo». No se habla aquí de dos «manos» ni de «dos elementos», sino de una sola fe, que, para ser verdadera, «viva, no muerta en sí misma» (v. el comentario a Stg 2:14), necesita demostrarlo mediante obras de amor. El participio griego energouméne está en la voz media-pasiva y en presente; no significa literalmente «que obra», sino que «recibe su energía» o «se reactiva», mediante el amor. En otras palabras, sólo el amor hace que la fe sea de veras activa, operante. Pablo no habla aquí de la fe en el momento de justificar, sino en el proceso constante de actuar. No se trata de un acto, sino de una actitud. Por eso, está completamente fuera de lugar el cáustico comentario del jesuita J. Leal a la última frase del versículo Gál 5:6: «Frase, dice, muy enojosa para la teoría protestante de la justificación por sola la fe, sin obras». Cita además 1Co 13:2, sin advertir que la fe de la que allí se habla no es la fe que justifica, sino la que traslada montañas.

3. La emoción, el temor del peligro al que los gálatas se están exponiendo, no se le va de la mente al apóstol, por lo que algunas de las expresiones que siguen (vv. Gál 5:7-12) son sumamente fuertes. «Corríais bien, dice; ¿quién os impidió obedecer a la verdad?». (v. Gál 5:7). La vida cristiana es una carrera (v. Gál 2:2; Hch 13:25; Hch 20:24; 2Ti 4:7; Heb 12:1). Los gálatas corrían antes bien, porque obedecían a la verdad, esto es, seguían por el camino que les había trazado la predicación del Evangelio de labios de Pablo. «¿Quién os impidió …?» Como si dijese: «¿Quién os estorbó, quién os detuvo, quién os puso un obstáculo en el camino, para que no siguieseis corriendo al mismo ritmo que llevabais?» «Hay muchos, dice M. Henry, que se ponen en marcha con buen pie en la religión y corren bien por algún tiempo, pero por un medio u otro son estorbados en su progreso o desviados de su camino … Los recién convertidos han de esperar el que Satanás vaya a hacer cuanto pueda para desviarlos del curso en que se hallan … El Evangelio que él (Pablo) les había predicado era la verdad. Necesitaban obedecerlo, a fin de continuar gobernando su vida y su esperanza de acuerdo con sus instrucciones (del Evangelio). La verdad no sólo ha de ser creída, sino obedecida; ha de ser recibida no sólo en la luz que ofrece, sino en el amor y el poder que suministra. No obedecen de veras a la verdad quienes no se adhieren firmemente a ella».

«Esta persuasión, añade Pablo (v. Gál 5:8), es decir (probablemente), esta presión persuasiva que se ha ejercido sobre vosotros (más bien que «la persuasión que tenéis») no procede de aquel que os llama (comp. Gál 1:6), es decir, de Dios, sino de los falsos predicadores, de los judaizantes. Y, como en el caso del incestuoso de Corinto (v. 1Co 5:6), les amonesta (v. Gál 5:9): «Un poco de levadura hace fermentar toda la masa». Quizás eran todavía pocos los que se habían dejado «embrujar» (Gál 3:1), pero el peligro de contagio era evidente y tanto más de temer cuanto que aquí se trataba de un punto doctrinal vital, no de un punto moral como era el caso de Corinto.

4. El tiempo presente («os llama», del v. Gál 5:8) da a entender, no sólo el amor infatigable de Dios a sus hijos, sino también la esperanza que el apóstol abrigaba de que el peligro se desvaneciera pronto, cuando esta Carta llegase a manos de los interesados. La misma esperanza aparece explícita en el versículo Gál 5:10: «Confío en el Señor respecto de vosotros que no pensaréis de otra manera. El que está introduciendo la confusión entre vosotros cargará con su condena, quienquiera que sea» (NVI). El verbo phronéo, que aquí usa Pablo, significa, como en otros lugares (v. Flp 2:5; Col 3:2), «sentir, poner el interés, poner la mira, etc»., por lo que la traducción de J. Leal se acerca mejor todavía al sentido del original: «Yo confío en vosotros, por el Señor, de que no cambiaréis de sentir». El griego pépoitha (perfecto, con sentido presente), indica algo más que una vaga confianza. Como en la versión Septuaginta (los LXX) de los salmos, el apóstol expresa «la confianza que pone el justo en Dios en situaciones difíciles» (Leal). Al mismo tiempo, está seguro de que «el perturbador» (quizás el principal promotor de todo el desvío era una sola persona, que había ganado a otros para su partido) cargará con la sentencia judicial (gr. kríma, no tan fuerte como katákrima, que es el vocablo para condenación) de Dios, el día que sea llamado a rendir cuentas (2Co 5:10), por muy distinguido que fuese en su propio círculo o aun en la iglesia.

5. Al comparar el versículo Gál 5:11 con Gál 4:29 y Gál 6:12, se ve mejor aún el énfasis: «Hermanos, si yo continúo predicando la circuncisión todavía, ¿cómo es que se me sigue persiguiendo? En ese caso, la ofensa que produce la predicación de la Cruz queda abolida». Esta espléndida traducción de la NVI deja el sentido del versículo tan claro como el agua cristalina. Los judaizantes querían forzar a los gentiles convertidos a que se circuncidaran por dos razones principales (Gál 6:12, Gál 6:13): (A) Para escapar de la persecución que sufrían los judíos conversos que predicaban el puro Evangelio, (B) Para gloriarse en la carne de los que se dejaban seducir por ellos, puesto que, así, los nuevos convertidos aparecían como buenos prosélitos del judaísmo, gracias al «éxito» de tales seductores. Dice Trenchard: «El odio contra él (Pablo) surgió precisamente del escándalo de la Cruz , o sea, la predicación universal del Evangelio, que colocaba a judíos y gentiles sobre el mismo plano en cuanto a su salvación, lo que suponía la nulidad de la circuncisión como base de una bendición especial».

6. El ánimo del apóstol está tan cargado de emoción, que pronuncia una tremenda imprecación contra los que de esta manera perturbaban a los gálatas (v. Gál 5:12): «En cuanto a esos perturbadores, ¡ojalá acabaran por castrarse del todo!» (NVI). Como si dijese: «Ya que esos seductores le dan tanta importancia a un corte periférico, ¡que corten del todo!» Precisamente en Pesinonte, ciudad gálata, la castración era un rito religioso pagano. Comenta Lenski: «Este asunto de la castración era muy efectivo en el caso de los gálatas, que entre ellos mismos tenían a los sacerdotes castrados de Cibeles, una diosa de los frigios, que para los griegos era más o menos identificada con Rea, la madre de los dioses. La castración también aparece en varios otros cultos paganos. Así es que estos judaizantes, lanzándose a la castración, ¡serían verdaderos paganos! Sobre la posición de los eunucos entre los judíos, compárense Deu 23:1 e Isa 56:3».

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