Génesis 25:29 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Trato entre Jacob y Esaú acerca de la primogenitura, que pertenecía a Esaú por providencia, pero era de Jacob por promesa. Esta primogenitura era un privilegio espiritual por la bendición que comportaba y la promesa a la que estaba vinculada.

I. Jacob deseaba piadosamente la primogenitura aunque procuró alcanzarla con subterfugios. No obstante, es de alabar en cuanto que codició vivamente los mejores dones; con todo, no puede justificarse el aprovecharse de la necesidad de su hermano para hacerle concertar un duro contrato (v. Gén 25:31): Véndeme en este día tu primogenitura. Nótese que los hombres llanos, que conversan sencilla y sinceramente, sin sabiduría mundana ni astucia aviesa, son con frecuencia los más sabios para las cosas del alma y de la eternidad. La sabiduría de Jacob aparece en dos cosas: 1. Escogió el tiempo más apto. 2. Hecho ya el trato, se aseguró de que quedase firme con el juramento de Esaú: Júramelo en este día (v. Gén 25:33).

II. Esaú menospreció profanamente la primogenitura, y la vendió insensatamente. Por ello, es llamado profano Esaú (Heb 12:16), porque por una sola comida vendió su primogenitura, la comida más cara que hubo después de la del fruto prohibido; y le pesó de ello cuando ya era demasiado tarde. Nótese que hay quienes son sabios de céntimo y necios de millón, expertos cazadores para engañar a otros y enredarlos en sus trampas, pero ellos mismos caen fácilmente en las artimañas de Satanás y son hechos cautivos por el demonio para seguir la senda del mal y de la perdición. Obsérvense los aspectos de la insensatez de Esaú:

1. Su apetito fue desordenado (vv. Gén 25:29-30). El pobre Jacob tenía un poco de pan y potaje (v. Gén 25:34) para comer, cuando llegó Esaú de cazar, cansado y hambriento. Dame de ese guiso rojo o, como dice el hebreo, de eso rojo. El satisfacer el apetito sensual es la ruina de miles de inapreciables almas. Si Esaú estaba cansado y hambriento, seguramente habría podido conseguir otra comida más barata que la que le costó la primogenitura.

2. Su razonamiento fue muy débil (v. Gén 25:32): Estoy a punto de morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Aun cuando hubiese estado a punto de morir ¿no había otra cosa para mantenerlo en vida que este potaje? Si había ya hambre en la tierra (v. Gén 26:1), como conjetura el Dr. Lightfoot, no podemos suponer que Isaac fuese tan pobre, o Rebeca tan mala ama de casa, como para no tener ningún otro alimento conveniente en reserva. Nótese que es una tremenda insensatez dejar a un lado nuestro interés por Dios, por Cristo y por el Cielo, a cambio de las riquezas, honores y placeres de este mundo, pues es un contrato tan malo como el del que vendió su primogenitura por un guisado de lentejas.

3. El arrepentimiento estaba entonces oculto a sus ojos (v. Gén 25:34): Él comió v bebió y se levantó y se fue (v. Gén 25:34). Después de darle gusto al paladar, se levantó despreocupado y se marchó, sin mostrar ningún pesar. Así despreció Esaú su primogenitura.

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