Hechos 12:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Hechos 12:5 | Comentario Bíblico Online

Pero Herodes … proponía» matar a Pedro, y Dios «disponía» librarle, … arrebatándole de la mano de Herodes y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba» (v. Hch 12:11).

I. Esto sucedió en respuesta a la oración (v. Hch 12:5): «Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía ferviente oración a Dios por él», pues las armas de la Iglesia son las oraciones y las lágrimas. La demora del juicio de Pedro les dio tiempo para orar por él. Jacobo les había sido quitado violentamente, pero Pedro había de continuar con ellos y, por eso, se ponen a orar por él con fervor (o, mejor, con insistencia). La oración se extendía tanto como el peligro. La Iglesia siempre debe orar pero especialmente en tiempos de especial peligro.

II. Veamos ahora cuándo ocurrió su liberación. 1. Fue la noche misma anterior al día en que Herodes le iba a sacar para formarle proceso y ejecutarlo. Herodes espera matarlo pronto, pero Dios va a librarle, pues el tiempo de la notoria ayuda de Dios es cuando las cosas han llegado al último extremo. 2. Fue cuando Pedro estaba sujeto con dos cadenas, entre dos soldados (v. Hch 12:6), es decir, según la costumbre romana, cada una de las dos cadenas estaba unida a la muñeca de cada uno de los dos soldados, mientras los otros dos soldados del grupo vigilaban la puerta de la celda desde fuera. Esto significa que se habían tomado todas las medidas necesarias para que ni el preso pudiese escapar ni hombre alguno pudiese intentar rescatarlo. Cuando los hombres se creen inexpugnables frente a Dios, Dios suele mostrarse inexpugnable contra ellos. 3. Fue cuando Pedro estaba durmiendo. He oído (nota del traductor) a un predicador acusar a Pedro de «dormilón» mientras la iglesia oraba; pero Pedro tenía buenas razones para dormir: (A) Tenía la conciencia tranquila, al saber que con su muerte había de glorificar a Dios (v. Jua 21:19); (B) Cumplía lo que más tarde aconsejaría: «echando toda vuestra ansiedad sobre Él (Dios), porque Él tiene cuidado de vosotros» (1Pe 5:7). (C) El Maestro le había dicho que había de morir cuando fuese viejo (Jua 21:18) y era todavía joven; sólo tendría unos cuarenta y tantos años (esto sucedía el año 42 o 43 de nuestra era).

III. Fue enviado un ángel del Señor para darle libertad.

1. «De repente apareció un ángel del Señor» (v. Hch 12:7. NVI). Parecía que Pedro estaba abandonado de los hombres, pero no le olvidaba Dios. Las puertas y los cerrojos, los guardias y las cadenas le tenían alejado de sus amigos, pero no pudieron alejarle de los ángeles. Dondequiera se hallan los hijos de Dios, hay una vía abierta hacia el cielo, y nadie puede interrumpir la comunión con Dios.

2. «Y una luz resplandeció en la celda». Era un lugar oscuro y era de noche, pero Pedro podrá ver claro su camino al exterior.

3. El ángel le tocó a Pedro en el costado; no le dio un golpe fuerte, sino un suave toque, lo suficiente para despertarlo. Le dijo el ángel: «Levántate pronto». El ángel estaba poniendo su parte, pero Pedro tenía que poner también la suya.

4. «Y las cadenas se le cayeron de las manos». Dios le soltó las manos, sin que se diesen cuenta los soldados a los que estaba atado con aquellas cadenas.

5. El ángel le ordenó ceñirse la túnica, que, al acostarse, había dejado suelta, y calzarse las sandalias. Y así lo hizo (v. Hch 12:8). Al verse despierto y suelto, Pedro no sabía qué hacer; por eso, el ángel le va dando instrucciones. A renglón seguido, el ángel le ordenó: «Envuélvete en tu manto y sígueme». Con tal guía y protección, Pedro pudo caminar alegre y confiado. Todo era tan extraordinario que Pedro dudaba si era real lo que estaba sucediendo o se trataba simplemente de una visión (v. Hch 12:9).

6. Salió sano y salvo del peligro bajo la conducción del ángel (v. Hch 12:10). Pasaron la primera guardia, la de los soldados que vigilaban junto a la puerta de la celda, y pasaron también la segunda, la de los que vigilaban la puerta que daba acceso al exterior, pero al llegar a la puerta de hierro que daba a la ciudad, no se necesitó que nadie la tocase ni siquiera con un dedo, puesto que se les abrió por sí misma (gr. automáte), automáticamente, sin ser manejada ni aun por control remoto. Si Dios decide librar a un hijo suyo de cualquier dificultad o aflicción, no hay obstáculos que puedan oponerse a su acción omnipotente. Esta liberación de Pedro es una ilustración de nuestra redención por medio de Cristo, la cual es representada con frecuencia como una suelta de presos, no sólo por la proclamación de libertad a los prisioneros, sino también por ponerles efectivamente en libertad.

7. Cuando ya estuvieron en la calle, «de repente el ángel se ausentó de él» (v. Hch 12:10). Pedro se hallaba ahora en una calle conocida, fuera del peligro de sus enemigos y de la vigilancia de sus guardias. Sabía también dónde hallar a sus amigos y no necesitaba guía. No hay que esperar milagros cuando basta con usar los medios ordinarios.

IV. Después de ver cómo se llevó a cabo su liberación, veremos ahora cómo se dio a conocer a los hermanos.

1. «Vuelto en sí (de muy diferente manera que el pródigo de Luc 15:15), dijo Pedro: Ahora sé verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, etc.» (v. Hch 12:11). Tan extrañas y tantas eran las cosas que, en breve lapso de tiempo, le habían acontecido a Pedro recién despertado de su profundo sueño, que necesitó tiempo, no sólo para saber que era real su liberación, sino también cómo, por quién, por qué y de quiénes le había libertado Dios. ¡Cuántas cosas y qué grandes había llevado a cabo Dios a su favor, para librarle de la mano de Herodes y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba! Al principio, estaba tan alegre por la liberación que le costaba reflexionar con serenidad, pero ahora se daba perfecta cuenta de todo. Hay muchos que tienen la realidad de la gracia sin tener aún la evidencia de la gracia, pero cuando el gran Consolador se pone en acción, se percatan de seguro del bendito cambio que en ellos se ha operado.

2. Llegada de Pedro a donde estaban congregados los hermanos de la iglesia, quienes quedaron sorprendidos con su presencia.

(A) «Después de reflexionar por un momento sobre su situación (v. Hch 12:12, NVI), etc.». Consideró la inminencia del tremendo peligro en que se había hallado, la milagrosa liberación que había tenido y reflexionó por un momento sobre lo que debía hacer ahora. La providencia de Dios deja también espacio para el uso de nuestra prudencia y, aunque lleva a perfección lo que ha comenzado, espera que reflexionemos antes de hacer lo que a nosotros toca.

(B) Fue directamente a casa de unos amigos: Era la casa de María, la madre de Juan, esto es, Juan Marcos y, por tanto, tía de Bernabé (v. Col 4:10). Una iglesia en una casa convierte la casa en un pequeño santuario.

(C) En la casa (v. Hch 12:12), «muchos estaban reunidos orando». Vemos que (a) continuaban en su oración, a pesar de ser una hora muy avanzada de la noche. Mientras nos hallemos orando por un favor importante, debemos perseverar con toda importunidad. (b) Daban gran importancia a la oración conjunta, como el Señor había declarado (Mat 18:19, Mat 18:20). (c) Pedro llegó precisamente cuando todos estaban orando. Era como si Dios les dijese: «¿No habéis estado orando para que Pedro os fuese devuelto? Pues, ¡ahí lo tenéis!

(D) Pedro llamó a la puerta de la casa, pero tuvo que esperar algún tiempo antes de que le abrieran (vv. Hch 12:13-16): (a) «Salió a escuchar una muchacha llamada Rode» (que significa «rosa»). Dice Trenchard: «Sin duda, Rode actuaba de portera aquella noche, estacionada en el vestíbulo, cerca del postigo exterior, pues no sería conveniente que los hermanos que acudiesen a una reunión secreta tuviesen que llamar fuerte para ser oídos». (b) Ella conocía la voz de Pedro (v. Hch 12:14), pero, en lugar de dejarle entrar de inmediato, de gozo no abrió la puerta, sino que corrió adentro a anunciar que Pedro estaba a la puerta. Así es como, a veces, un sentimiento exagerado nos desvía de lo que deberíamos hacer prontamente. (c) Cuando comunicó a los reunidos la noticia, ellos le dijeron: Estás loca (v. Hch 12:15). Algunos exegetas (y algún predicador) han acusado a estos hermanos de poca fe en su oración, pues no creían que pudiese ser Pedro el que llamaba. Esta acusación no tiene ningún fundamento. Sabían que Dios había de actuar del modo más conveniente para Pedro y para la iglesia, pero se sorprendieron de que Dios le hubiese libertado precisamente de aquel modo tan extraño. La mención del «ángel de Pedro» (v. Hch 12:15) es una prueba más (v. también Gén 48:16; Dan 3:28; Dan 6:22; Dan 10:12-14; Mat 18:10; Heb 1:14) de que los creyentes individuales, no sólo las iglesias, tiene su ángel guardián.

(E) Finalmente, le dejaron entrar (v. Hch 12:16). La puerta de hierro de la prisión se había abierto automáticamente, pero la puerta de la casa de María no se había de abrir milagrosamente, sino que Pedro tuvo que continuar llamando. Cuando le vieron, quedaron atónitos de sorpresa y de gozo.

(F) Pedro les refirió la forma en que le había librado Dios (v. Hch 12:17). La señal con la mano para que callasen nos indica que las muestras de gozo de los hermanos fueron algún tanto ruidosas, lo cual era peligroso en aquella hora de la noche. No cabe duda de que darían fervorosas gracias a Dios por haber escuchado sus oraciones. Lo que se obtiene mediante la oración se ha de gastar en alabanzas.

(G) Después de su relato, Pedro les dijo (v. Hch 12:17): «Haced saber esto a Jacobo (el hermano del Señor y pastor principal de la iglesia en Jerusalén; comp. con Hch 15:19) y a los hermanos», no sólo para que conociesen la noticia, sino también para que diesen gracias a Dios por tan milagrosa liberación del portavoz y más destacado miembro del Colegio Apostólico.

(H) Pedro no tenía ninguna otra cosa que hacer allí; así que, por su propia seguridad, se fue a otro lugar (v. Hch 12:17). Es muy probable, como hace notar Trenchard, que los demás apóstoles estuviesen también ya «en otros lugares», huyendo de la persecución de Herodes, «quedando sólo Santiago, quien no dejó de ser persona grata en Jerusalén por muchos años gracias a su vida austera y su fiel cumplimiento de las costumbres de los padres ».

V. Después de la milagrosa liberación de Pedro, resulta triste ver el horrible castigo que Herodes impuso a los inocentes soldados que habían custodiado a Pedro y no tenían ninguna culpabilidad en su escape (vv. Hch 12:18, Hch 12:19). Los guardias quedaron confusos en extremo, como era de suponer, y Herodes, después de interrogar a los guardias, no se dejó persuadir de las excusas que le pudiesen exponer, sino que mandó ejecutarlos. Herodes no pudo hallar al preso por mucho que le buscó (v. Hch 12:19), porque, ¿quién podrá hallar a quienes Dios esconde? Todos los creyentes tienen en Dios su escondedero. Desde Judea, Herodes descendió a Cesarea y se quedó allí. Podemos imaginamos su enojo, como el de un león al que se le ha arrebatado la más codiciada presa; tanto más cuanto que había suscitado la expectación del pueblo de los judíos (v. Hch 12:11). Tan mortificado había quedado con este fracaso que no soportó quedarse por más tiempo en Judea, sino que se marchó a Cesarea.

Hechos 12:5 explicación
Hechos 12:5 reflexión para meditar
Hechos 12:5 resumen corto para entender
Hechos 12:5 explicación teológica para estudiar
Hechos 12:5 resumen para niños
Hechos 12:5 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí