Hechos 15:36 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Contienda privada entre dos ministros del Señor. Son nada menos que Pablo y Bernabé, pero la cosa termina no del todo mal gracias a la providencia de Dios que se valió de ella para otros fines.

1. Vemos primero una buena propuesta que Pablo hizo a Bernabé de volver a visitar (v. Hch 15:36) los lugares donde habían plantado iglesias para ver cómo están. Pablo era muy consciente de su papel como apóstol de los gentiles y, como ya habían pasado algún tiempo en Antioquía, iglesia bien servida, quiere volver a visitar todas las ciudades en que habían anunciado el evangelio. La compañía del buen Bernabé le había sido siempre de gran bendición a Pablo y con él quiere marchar en este segundo viaje misionero para regar juntos lo que juntos habían plantado. Así como hemos de atender a nuestras oraciones y escuchar la respuesta que Dios les da, así también hemos de atender a nuestra predicación y ver los resultados que el Señor le da. «Volvamos a visitar … para ver cómo están». Así lo redacta el médico Lucas. Pablo, como médico espiritual, quiere visitar a los hermanos como visita un médico a los pacientes que se van recuperando, para prescribir lo necesario para una curación completa y evitar las recaídas; y si gozan de buena salud, podrán alegrarse con ellos de la gracia de Dios; si no, llorarán con ellos por la miseria del hombre.

2. El desacuerdo entre ambos sobre Juan Marcos, a quien su primo Bernabé quería que les acompañase en este viaje (v. Hch 15:37), «pero Pablo (v. Hch 15:38) insistía en que no debían llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido (es decir, seguido) con ellos a la obra». Pablo tenía bien guardada en la memoria aquella triste partida del ayudante (Hch 13:5, Hch 13:13) y pensaba que quien así les había dejado, no era de fiar. Aunque no se exponen aquí las razones que tenía Bernabé para volver a llevar a Marcos, es de suponer, conocido el bondadoso carácter de Bernabé, que pensase en dar a su primo una segunda oportunidad, seguro de que se había corregido de su anterior cobardía. Podemos, pues, asegurar que cada uno de ellos tenía su parte de razón, como suele acontecer en estos casos.

3. Para mostrar que estos santos varones eran hombres de pasiones semejantes a las nuestras (Stg 5:17, lit.) y no ángeles sin pecado, Lucas no oculta la tirantez que se produjo entre ellos (v. Hch 15:39), tan grande que Lucas usa el término griego paroxysmós, de oxys, agudo, con lo que se expresa que la disputa subió considerablemente de tono. Como ninguno de los dos cedía, se separaron el uno del otro. Sólo el ejemplo de Cristo es una luz sin sombras, digno de que se sigan en todo sus pisadas (1Pe 2:21). Pero esto no ha de extrañarnos, pues aun los mejores santos tienen diferentes puntos de vista, discutibles pero no necesariamente falsos. La unidad completa, en esto como en todo, sólo se obtendrá cuando lleguemos a la estación de término (Efe 4:13). Pablo y Bernabé, que no habían sido separados por la persecución de los judíos no creyentes, ni por la imposición de los judíos creyentes, se separaron por desavenencias entre sí mismos.

4. Pero la providencia de Dios sabe sacar aun de los males bienes y así lo hizo en esta ocasión, pues en lugar de un solo viaje misionero, tendremos ahora dos en dos distintos campos de labor: «Bernabé (v. Hch 15:39), tomando a Marcos, se embarcó rumbo a Chipre, de donde era nativo (Hch 4:36) y donde había comenzado el primer viaje misionero con Pablo (Hch 13:4). Y Pablo (v. Hch 15:40), escogiendo a Silas, salió a otros lugares, entre ellos Cilicia que era su país natal (Hch 21:39). Parece como si cada uno, tras una desavenencia tan agria, sintiese añoranza por el suelo que le vio crecer. Pero Dios se sirvió de estas circunstancias, al parecer, tan dignas de lástima, para cumplir sus propios designios, pues un número mayor de manos se entregaron a la obra entre los gentiles y, por lo que se ve (o por lo que no se ve), la mano de Juan Marcos, que había sido infiel anteriormente, demostró ser fiel y útil, mientras que entró en la obra otra mano muy útil, la de Silas o Silvano (v. 2Co 1:19).

5. Otros detalles dignos de observación son: (A) Que la iglesia de Antioquía parece ser que dio la razón a Pablo, pues fue él quien salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor, mientras que ya no vuelve a mencionarse en la Biblia la obra de Bernabé, excepto en una referencia incidental de Pablo (1Co 9:6). (B) Que andando el tiempo, quizás tras buenas pruebas, Pablo tuvo de Juan Marcos mejor opinión que en el caso presente, pues escribía a Timoteo (2Ti 4:11): «Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio». «De sabios es cambiar de opinión», dice un antiguo proverbio latino, y Pablo mostró serlo al corregir la mala opinión que (con su parte de razón) tenía de Marcos. Incluso a quienes hemos condenado justamente, si después demuestran ser fieles, deberíamos recibirles con alegría, perdonar y olvidar lo pasado y, si llega la ocasión, darles buenas palabras a ellos, y buen testimonio de ellos a los demás. (C) Que Pablo no se destempló por el triste incidente con Bernabé, sino que, con el mismo ánimo de siempre, pasó (v. Hch 15:41) por Siria y Cilicia, consolidando las iglesias. Bien empleados están los ministros del Señor cuando se les usa en la consolidación de los creyentes, tanto como en la conversión de los no creyentes. Quizá, como a Pedro (Luc 22:32; Jua 21:15-17), la pasada experiencia le habría servido a Pablo para mejor fortalecer a los caídos.

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