Hechos 2:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Relato del descenso del Espíritu Santo.

I. Cuándo sucedió esto: Cuando llegó el día de Pentecostés. 1. El Espíritu Santo descendió durante una fiesta solemne, porque era la ocasión en que de todas partes se reunía en Jerusalén un gran concurso de gente, con lo que la fama del acontecimiento se había de extender más rápida y ampliamente. Como antes de la Pascua, también ahora es como si la festividad judía sirviese para echar al vuelo las campanas y anunciasen la predicación del Evangelio. 2. Esta fiesta de Pentecostés se observaba en recuerdo de la donación de la Ley en el monte Sinaí, por lo que era muy apropiado el que, en esta fecha, se diese el Espíritu Santo para promulgación de la ley evangélica, no a una sola nación, sino a toda criatura. 3. La fiesta se celebraba el primer día de la semana, con lo que se confirmaba el paso del día de reposo del sábado al domingo, como perpetuo memorial para la Iglesia de estos dos grandes y benditos acontecimientos: la resurrección del Señor y el descenso del Espíritu Santo.

II. Dónde sucedió: En Jerusalén, donde estaban todos unánimes juntos (vv. Hch 2:1, Hch 2:5). En efecto, desde Jerusalén había de comenzar a ser predicado el Evangelio. Aquí es donde Jesús les había mandado esperar para recibir la promesa del Padre (Hch 1:4), y la profecía señalaba que desde Jerusalén se había de propagar la Palabra de Dios. Aquí les sale Dios al encuentro con la bendición de las bendiciones; y hace este honor a Jerusalén para enseñarnos a no dejarnos llevar de prejuicios en cuanto a lugares; aunque Jerusalén fue el lugar donde se condenó a muerte al Señor, también allí había, sin embargo, un remanente. Los discípulos se hallaban juntos en un lugar que no se especifica, pero es probable que fuese el mismo aposento alto que ya conocemos. Oraban unánimes (v. Hch 2:1). Al haber orado juntos con mayor frecuencia que de costumbre, habían llegado también a amarse mejor unos a otros. De esta forma fueron preparados, por la gracia de Dios, para mejor recibir el don del Espíritu Santo; porque esta bendita paloma no viene donde hay ruido y clamor, sino que se mueve sobre la superficie de aguas tranquilas, no de olas encrespadas. ¿Queremos que se derrame sobre nosotros el Espíritu en toda su plenitud? Amémonos fraternalmente y estemos unánimes.

III. Cómo y de qué manera descendió sobre ellos el Espíritu Santo. Con frecuencia leemos en el Antiguo Testamento del descenso de Dios en una nube. También Cristo subió al cielo, y de allí descenderá, en una nube. Pero el Espíritu Santo no descendió en una nube, porque venía a disipar las nubes que se extienden sobre las mentes humanas.

1. Les fue anunciado mediante un súbito sonido para despertarles la expectación. Este estruendo repentino (v. Hch 2:2) vino del cielo. Les tomó por sorpresa, a pesar de que se estaban preparando para ello. Fue el estruendo como de un viento recio, porque los caminos del Espíritu son como los del viento (Jua 3:8): se oye y se siente, pero no se sabe ni de dónde viene ni adónde va, porque donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2Co 3:17). Lo recio del viento daba a entender las poderosas influencias y operaciones del Espíritu Santo. Llenó, no sólo el aposento donde se encontraban, sino toda la casa, como el perfume con que ungió María los pies de Cristo (Jua 12:3).

2. También hubo un signo visible del don recibido (v. Hch 2:3): Y se les aparecieron lenguas como de fuego, que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Aquí tenemos:

(A) Un signo o señal visible, exterior, para confirmar la fe de los discípulos mismos.

(B) La señal recibida fue fuego, según había dicho de Cristo Juan el Bautista, y el mismo Señor les había confirmado pocos días antes (Hch 1:5). Juan había dicho de Cristo: «Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego» (Mat 3:11). Estaban celebrando el recuerdo de la donación de la Ley en el Sinaí; y así como la Ley se dio en fuego, también el Evangelio. El Espíritu, como el fuego, derrite el corazón, consume la escoria y enciende en el alma afectos piadosos y devotos. Éste es el fuego que Cristo vino a traer a la tierra.

C) Este fuego apareció como en forma de lenguas, lo cual hace referencia al hablar en lenguas que se nos narra después. Estas lenguas eran entendidas por todos los asistentes (v. Hch 2:11), con lo que el Señor quería dar a entender que a todos había de ser proclamado el Evangelio, y por eso envió el Espíritu a los discípulos a fin de capacitarles para proclamar el Evangelio en el mundo entero. Las lenguas estaban repartidas, es decir, cada uno tenía sobre sí una lengua como de fuego, a pesar de lo cual todos estaban de común acuerdo, pues bien puede haber sincera unión donde hay diversidad de expresión.

(D) Este fuego se posó sobre ellos para denotar la residencia continua que el Espíritu tomaba en cada uno de ellos. También es de notar que las lenguas se posaron sobre ellos, esto es, sobre la cabeza, no sobre la lengua misma de la boca, pues aunque hablaban bajo la moción del Espíritu Santo, sabían que estaban hablando las proezas de Dios (v. Hch 2:11), como lo saben los profetas (V. 1Co 14:32). No cabe duda de que ellos conservaron los dones del Espíritu, aun cuando la señal había de desaparecer pronto, como es de suponer.

IV. Cuál fue el inmediato efecto de esto: (Este punto IV es nota del traductor).

1. Todos fueron llenos del Espíritu Santo (v. Hch 2:4). Además del bautismo de agua, que es un mero signo exterior, aunque ordenado por el Señor para los creyentes, hay otros dos bautismos interiores, invisibles: (A) El bautismo espiritual por el cual el Espíritu Santo nos bautiza en Cristo al creer, siendo incorporados al Cuerpo de Cristo (1Co 12:13, donde debe leerse «por», no «con»); es un bautismo de gracia justificante y de regeneración espiritual (comienzo de santificación); (B) El bautismo espiritual por el cual el Señor Jesús bautiza con el Espíritu Santo; éste es el bautismo del que venimos hablando aquí; es un bautismo de poder. El Espíritu Santo reside en todo verdadero creyente (V. Jua 7:38, Jua 7:39; Efe 1:13, entre otros lugares), pero su poder operante se ejerce, de ordinario, por medio de aquellos que se dejan conducir por entero por el Espíritu; por eso, este bautismo con el Espíritu exige la llenura del Espíritu, que sólo se obtiene cuando el creyente rompe con toda carnalidad que, al contristar al Espíritu, impide la libre operación de Dios a través del creyente (V. Efe 4:30; Efe 5:18), ya que el pecado frena el poder; de ahí la debilidad de tantos ministros de Dios y de tantas iglesias. La llenura de que Pablo habla en Efe 5:18 es una operación constante (el verbo está en presente continuativo, voz pasiva y modo imperativo. V. el comentario a dicho lugar), pues el creyente depende, en todo y siempre, de la operación del Espíritu en él. Pero (y esto es de suma importancia), además de esta llenura que el apóstol exige a todos, hay una llenura de emergencia, en que el creyente o el ministro de Dios necesita una provisión «extra» del poder del Espíritu, como ocurre en el caso que nos ocupa. Para demostrar esto, basta con comparar, por ejemplo, Hch 6:5 con Hch 7:55 (Esteban) y Hch 9:17 con Hch 13:9 (Pablo).

2. Comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que se expresasen (v. Hch 2:4). Como ya hemos dicho, es más que probable que ellos entendieran lo que decían al proclamar las proezas de Dios, en especial la salvación por fe en el Señor Jesucristo. Sin embargo, no se puede negar la posibilidad de que aquí tengamos un caso de hablar lenguaje «extático», como en Hch 10:46 y 1Co 14:2, 1Co 14:14-17, según el patrón del antiguo profetismo israelita (V. Núm 11:25-29; 1Sa 10:5, 1Sa 10:6, 1Sa 10:10-13). Dice J. Leal: «De la frase «en otras lenguas», algunos arguyen a favor de las lenguas vivas desconocidas de los discípulos, como el griego, latín copto, etc. Pero si hablaban en lenguas vivas y corrientes no se explica la burla de los que piensan que están ebrios».Tenemos, pues, aquí el carisma llamado «glosolalia», evidente en la primitiva Iglesia. Véase el comentario a 1Co 13:8 para la discusión de si este fenómeno se da o no actualmente.

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