Hechos 7:45 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Esteban les da ahora respuesta, en especial, al cargo que se refería al templo, es decir, que hablaba palabras blasfemas contra el lugar santo (vv. Hch 7:45-50). Le acusaban de decir que Jesús destruiría el templo. Esteban viene a replicar: «¿Y qué? La gloria del Dios santo queda incólume aunque yazca en el polvo», puesto que:

(A) Sólo después que nuestros padres entraron en el desierto, es cuando tuvieron el tabernáculo; por eso, Aquel que fue adorado sin lugar santo en los mejores tiempos de la congregación de Israel, también podrá serlo cuando este lugar haya sido destruido.

(B) El lugar santo fue al principio una tienda de campaña, movible e insignificante, destinada a desaparecer; también el templo puede desaparecer igualmente, pues lo más importante, tanto del tabernáculo como del templo, es que fueron erigidos para testimonio (v. Hch 7:44).

(C) Ese tabernáculo, construido según el modelo que Dios mostró a Moisés (v. Hch 7:44) y que fue primeramente erigido en el desierto, era figura del tabernáculo en que entró el Señor Jesús (Heb 8:1-13) y fue introducido en la Tierra Santa por Josué (v. Hch 7:45), equivalente a Jesús, que en esto era, por tanto, figura de Jesucristo, el Josué del Nuevo Testamento.

(D) Dicho tabernáculo continuó hasta los días de David (v. Hch 7:46), quien deseó edificar a Dios un templo, pero fue Salomón quien lo mandó construir (v. Hch 7:47), con lo cual se demostraba cuán poco caso hacía Dios del lugar santo, ya que, aunque David halló gracia delante de Dios (v. Hch 7:46), Dios le prohibió edificarlo, y mostró que no tenía ninguna prisa por tener el templo.

(E) Esteban pone de relieve la poca importancia del templo y cita de Isa 66:1, Isa 66:2 y de 1Re 8:27, como lo hará Pablo más tarde (Hch 17:24): «El Altísimo no habita en templos hechos a mano» (v. Hch 7:48), pues no los necesita, ya que el Cielo es su trono, y la tierra el estrado de sus pies. Por eso, continúa el Señor: «¿Qué clase de casa me edificaréis? ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?» (vv. Hch 7:49, Hch 7:50).

2. De ahí pasa Esteban al ataque directo, al percibir que sus acusadores no soportaban lo que él decía, con lo que mostraban que eran imitadores de sus antepasados.

(A) Ellos, como sus padres, son duros de cerviz, esto es, rebeldes e insumisos a la voz de Dios, e incircuncisos de corazón, que no quieren entender, y de oídos, que cierran los oídos a la verdad (v. Hch 7:51). Eran judíos en la carne, pero paganos de espíritu.

(B) No sólo no daban oídos a la Palabra de Dios, sino que se enfurecían contra los métodos de Dios: «Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros» (v. Hch 7:51). (a) Resistían al Espíritu que les hablaba por medio de los profetas: ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? (v. Hch 7:52). (b) Le resistían igualmente al contender con la conciencia de ellos. Hay siempre dentro de nuestro corazón algo que resiste al Espíritu Santo, pero en el corazón de los elegidos esa resistencia es vencida y, tras una lucha más o menos larga, se erige en el corazón el trono de Cristo. (c) Su resistencia al Espíritu Santo les había llevado a sus padres (y les llevaba a ellos) a matar a los profetas que habían anunciado la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido traidores y asesinos (v. Hch 7:52). Es la misma acusación que les había lanzado Pedro (Hch 2:36; Hch 3:14, Hch 3:15; Hch 5:30). Habían alquilado a Judas para traicionarle y habían obligado a Pilato a condenarle a muerte, por lo que Esteban les culpa de ser sus traidores y asesinos. ¿A qué profeta habrían guardado respeto, si no se lo habían guardado al propio Hijo de Dios?

(C) Como sus padres, también ellos menospreciaban la revelación divina. Dios les había dado a sus padres la Ley, y a ellos el Evangelio, pero en vano. (a) Sus padres recibieron la Ley, pero no la guardaron (v. Hch 7:53), como si fueran cosas extrañas e inconvenientes, a pesar de que eran para vida. Dice Leal: «La mediación de los ángeles sirve aquí para ponderar el origen divino de la Ley y la gravedad del pecado contra ella». Tan pronto como recibieron la Ley la quebrantaron al hacer el becerro de oro y prestarle adoración. (b) Ellos recibían ahora el Evangelio, no por disposición de ángeles, sino del Espíritu Santo, y también a éste le resistían negándose a recibir el Evangelio. No querían avenirse con Dios de ninguna de las maneras.

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