Isaías 1:2 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Isaías 1:2 | Comentario Bíblico Online

1. El profeta, aunque habla en nombre de Dios, al no esperar ser escuchado por sus compatriotas, se dirige a los cielos y a la tierra (v. Isa 1:2): «Oíd, cielos, y escucha tú, tierra». De criaturas inanimadas, que cumplen las leyes que les fijó su Creador, se puede esperar que escuchen el mensaje de Dios mejor que este pueblo estúpido y sin sentido. ¡Avergüencen las luminarias del cielo la tenebrosidad de ellos, así como la fructuosidad de la tierra la esterilidad suya, y la regularidad con que cielos y tierra siguen sus órbitas y se ajustan a las diversas estaciones; avergüence la irregularidad de ellos! Así comienza también Moisés en Deu 32:1.

2. Les acusa de vil ingratitud. Que escuchen los cielos y la tierra y se asombren: (A) del amoroso comportamiento de Dios con un pueblo tan displicente y provocador: … Crié hijos y los engrandecí». Estaban bien criados e instruidos (v. Deu 32:6); (B) de la conducta antinatural de ellos hacia el que tan tiernamente se había comportado con ellos: … Y ellos (enfático en el hebreo) se han rebelado contra mí».

3. El profeta atribuye esta anomalía a la ignorancia e irreflexión de ellos (v. Isa 1:3): «El buey conoce … pero Israel no conoce».

(A) Perspicacia del buey y del asno, criaturas de la más lerda especie; no obstante, el buey tiene tal sentido del deber como para reconocer a su amo y servirle. El asno, por su parte, tiene tal sentido de su interés como para reconocer el pesebre de su amo y apresurarse a llegar allá donde se le da de comer. Por tan lerdos animales es avergonzado el hombre en su falta de conocimiento, y no sólo se le manda a la escuela del buey y del asno para que aprenda de ellos (Pro 6:6, Pro 6:7), sino que se le coloca en un grado inferior al de ellos (Jer 8:7).

(B) Necedad y estupidez de Israel. Dios es su amo y propietario. Él los creó y ha provisto abundantemente para ellos. Lo mismo ha hecho con nosotros. No obstante, muchos que dicen pertenecer al pueblo de Dios exclaman: «¿Qué es el Todopoderoso para que hayamos de servirle?» No saben ni reflexionan. Conocen, es cierto (comp. con Rom 1:21), pero tal conocimiento no les sirve de nada, porque no consideran lo que conocen ni lo aplican a su caso. La inconsideración de lo que conocemos es un enemigo tan grande como la ignorancia de lo que deberíamos conocer. Éstas son las causas de que los hombres se rebelen contra Dios.

4. Se lamenta Isaías de la corrupción del reino de Judá. La enfermedad del pecado era epidémica y todos los estamentos de la sociedad, todas las clases, estaban sufriendo la infección de dicha epidemia: «¡Oh nación pecadora …!» Tanto más culpable cuanto que era el pueblo escogido de Dios.

(A) La maldad era universal. La generalidad del pueblo era presa de los vicios y de la profanidad. Su perversidad pesaba sobre ellos como un talento de plomo (Zac 5:7, Zac 5:8). Procedían de mala estirpe; eran raza de malhechores dañosos (lit.). Llevaban la traición en la sangre. Y eran hijos depravados. Como indica el hebreo, no sólo eran corruptos, sino también corruptores; propagadores del vicio, que infectaban a otros. «Abandonaron a Jehová, despreciaron al Santo de Israel y le volvieron la espalda» (v. Isa 1:4). El hebreo niatsú indica un desprecio provocativo, deliberado y con mala intención: Sabían lo que irritaba a Dios y lo ponían por obra.

(B) El profeta lo ilustra mediante una comparación tomada de un cuerpo infectado totalmente por la lepra o, como el de Job, por llagas malignas (vv. Isa 1:5, Isa 1:6, comp. con Job 2:6, Job 2:7). La enfermedad afectaba a los órganos vitales y amenazaba así ser mortal. Se habían corrompido en su discernimiento: tenían la cabeza llena de lepra, se había extendido por todo el cuerpo la enfermedad, y se había vuelto así extremadamente nociva. «No hay en él cosa sana» (v. Isa 1:6). No habiendo buenos principios, no queda sino herida, hinchazón y podrida llaga. Como advierte Trenchard, «las expresiones del versículo Isa 1:6 corresponden a heridas causadas por palos o látigos, y no a los síntomas de una grave enfermedad».

(C) Por otra parte, no había intentos de reforma; o, si los había mostraban ser ineficaces (v. Isa 1:6): «No están curadas, ni vendadas ni suavizadas con aceite». Mientras el pecado permanece sin arrepentimiento ni confesión, las heridas espirituales no se curan ni se cierran; en realidad, es imposible su curación.

5. El profeta se lamenta tristemente de los juicios divinos que los israelitas han atraído sobre sí mismos. Su reino está al borde de la ruina (v. Isa 1:7): «Vuestra tierra (es) una desolación» (lit.). Y continúa: En cuanto a los frutos de vuestros campos, que habrían de servir de alimento a vuestras familias, extranjeros los devoran en presencia vuestra, sin que podáis impedirlo; morís de inanición, mientras vuestros enemigos se sacian. «La hija de Sion (v. Isa 1:8), Jerusalén, como una doncella cuya madre era el templo edificado sobre el monte Sion, se hallaba ahora como choza en viñedo, como cabaña en melonar … Dice F. L. Moriarty: «El aislamiento en que quedará Jerusalén lo compara a la frágil y solitaria choza del que guarda la viña». En todo esto, Isaías se refiere a la invasión de Tiglat-Pileser en 734 o, más probable, a la de Senaquerib en 701.

6. Isaías se consuela al considerar el remanente que había de ser un monumento de la gracia y la misericordia de Dios, a pesar de la general corrupción del país (v. Isa 1:9): «Si Jehová de las huestes no nos hubiese dejado un exiguo remanente (lit.), conservado puro en medio de la común apostasía y a salvo de la general calamidad, habríamos sido como Sodoma, habríamos llegado a ser semejantes a Gomorra». «Jehová de las huestes» es el título que indica el omnímodo poder y la soberanía de Dios cuando actúa como general en jefe de las fuerzas armadas de Su pueblo. Pablo cita esto en Rom 9:27-29, y lo aplica a los pocos israelitas que habían abrazado el cristianismo. Este remanente es, con frecuencia, exiguo. La cantidad no es nota distintiva de la verdadera Iglesia. La manada de Cristo suele ser pequeña. Quienes, por la gracia y la misericordia de Dios, se han salvado de la ruina, deben volver la vista atrás con gratitud, para ver cuánto deben a unos pocos que cerraron las brechas y, especialmente, a Dios, quien les otorgó este pequeño remanente.

Isaías 1:2 explicación
Isaías 1:2 reflexión para meditar
Isaías 1:2 resumen corto para entender
Isaías 1:2 explicación teológica para estudiar
Isaías 1:2 resumen para niños
Isaías 1:2 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí