Isaías 1:21 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Estos versículos contienen una lamentación sobre Jerusalén (vv. Isa 1:21-23), seguida de una resolución divina de enderezar los entuertos (vv. Isa 1:24-31).

1. Por medio de Isaías, Dios se lamenta de la terrible degeneración de Jerusalén, la capital del reino, la ciudad regia, que había sido fiel a Dios y a los intereses de Su reino, así como a la nación y a los intereses del pueblo: «Llena estaba de justicia … En ella se alojaba la rectitud». Dice el rabino Slotki: «La segunda es el principio de la rectitud y del justo comportamiento mutuo de los hombres, mientras que la primera, también traducida por juicio , es la práctica de dicho principio ante los tribunales y en la vida cotidiana».

(A) El contraste no puede ser más fuerte: Sion, aquella hermosa y fiel esposa, «se ha convertido en ramera» (v. Isa 1:21); donde antes se alojaba la rectitud, ahora habitan los homicidas sin que nadie les moleste. Los gobernantes mismos se habían vuelto tan crueles y opresores que no eran mejores que los asesinos.

(B) La degeneración de Jerusalén es ilustrada (v. Isa 1:22) por medio de una comparación con la escoria de los metales preciosos y con el aguamiento de un buen vino: «Tu plata se ha convertido en escoria, tu vino está mezclado con agua». No es que esta plata esté rodeada de escoria, sino que toda ella se ha convertido en escoria inútil. Es posible que la escoria retenga el brillo de la plata, y que el vino aguado retenga el color del vino, pero ni la escoria ni el vino aguado sirven para nada. Así también ellos retenían un alarde y una pretensión de justicia y virtud, pero carecían del verdadero contenido de ambas.

(C) El contraste sube de punto en los gobernantes (v. Isa 1:23): Tus príncipes, los encargados de mantener a otros en sujeción a la ley de Dios, se han vuelto rebeldes, y han desafiado a Dios y a Su ley. Los que deberían tener a raya a los ladrones, se han hecho compañeros, esto es, cómplices, de ladrones, pues comparten con ellos la ganancia ilícita de sus explotaciones, protegiéndoles y dejándose sobornar por ellos. Todo su interés se cifra en enriquecerse con las «propinas» que reciben, sean justos o injustos los medios con que se han obtenido las ganancias.

(D) Al proteger así a los explotadores, dejan sin defensa a los más necesitados (v. Isa 1:23): «No hacen justicia al huérfano, que no tiene quien le defienda, ni llega a ellos la causa de la viuda», porque la pobre carece de dinero con que hacer valer su causa y recurrir al soborno.

2. Ante tan lamentable situación, Dios toma la decisión de poner fin a estas iniquidades. La purificación del pueblo de Dios se llevará a cabo a distintos niveles de tiempo (vv. Isa 1:24-31).

(A) La declaración tiene carácter sumamente enfático (v. Isa 1:24): «Por tanto, dice el Señor, Jehová de las huestes, el Fuerte de Israel, que tiene poder suficiente para hacer buena Su palabra: ¡Ah! Yo me satisfaré en mis adversarios, me vengaré de mis enemigos» (lit.). Dios hallará tiempo y modo apropiados para descargarse de este peso. Si el pueblo que profesa ser el pueblo de Dios no se asemeja a la imagen del Santo de Israel (v. Isa 1:4), tendrá que sentir todo el peso de las manos del Fuerte de Israel (v. Isa 1:25). Aunque la plata se haya convertido en escoria, Dios no la arrojará a la basura, sino que la refinará: «Limpiaré hasta lo más puro tus escorias y quitaré todas tus impurezas» (v. Isa 1:25). El vicio será suprimido; los opresores, privados del poder de hacer daño.

(B) La reforma del pueblo de Dios es obra de la mano de Dios (v. Isa 1:25): «Volveré Mi mano contra ti». Dios hace para el reavivamiento de su pueblo lo que hizo para su alumbramiento. Lo hará bendiciéndoles con buenos magistrados y gobernantes (v. Isa 1:26): «Restauraré tus jueces como al principio, antes que penetrase la corrupción, y tus consejeros como eran antes», a fin de que los malhechores sean tenidos a raya. Lo hará también (v. Isa 1:27) al implantar en la mente de los hombres principios de justicia y al hacer que gobiernen su conducta mediante tales principios. Los hombres pueden hacer mucho al frenar lo que aparece al exterior, pero sólo Dios puede actuar con eficacia mediante el influjo de su Espíritu.

(C) Todos los redimidos por Jehová serán convertidos, y su conversión será su redención efectiva (v. Isa 1:27). El reavivamiento de las virtudes de un pueblo es el medio de que se restaure su honor (v. Isa 1:26): «Entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel».

(D) Por el contrario (v. Isa 1:28), los que rehúsen reformarse serán, no sólo castigados, sino destruidos. Juntamente serán destruidos los abiertamente profanos que se han sacudido toda forma de piedad y los que han vivido perversamente bajo la máscara de una falsa profesión de fe, pues todos ellos entran en el grupo de los que dejan a Jehová, al que profesaban haberse unido anteriormente. Serán consumidos, como se consume pronto el agua de una cañería cuando se le corta el suministro de la fuente.

(E) De nada les servirán entonces sus ídolos (vv. Isa 1:29, Isa 1:30): «Porque se avergonzarán de los terebintos que amasteis y seréis sonrojados por los jardines que escogisteis» (lit.). Se habían postrado en adoración a los árboles, y escogido así abandonar al Dios viviente. Con referencia a los terebintos, dice Moriarty: «Ésta es una de las pocas veces en que Isaías alude a los árboles sagrados bajo los cuales celebraban los cananeos sus ritos religiosos de la fecundidad. Como estos árboles corpulentos se secaban y perdían el vigor bajo un sol ardiente en tierra de secano, así serían destruidos los apóstatas en las llamas del juicio».

(F) Se avergonzarán de sus ídolos, porque los ídolos mismos irán con ellos a la cautividad (v. Isa 46:1, Isa 46:2). Los terebintos se marchitarán y los jardines se secarán por falta de agua (v. Isa 1:30). Y ellos mismos perderán todo su vigor (v. Isa 1:31): «El hombre fuerte será como estopa, no sólo en gran quebranto y presa de la debilidad, sino convertido en fácil combustible, y su trabajo como chispa que encienda pronto la estopa. Si toda su obra es chispa, y todo él es estopa, bien puede entenderse que ambos ardan juntamente y no haya quien los apague».

3. Todo esto que aquí se dice (vv. Isa 1:24-31) tiene aplicación a tres niveles históricos: (A) a la bendita obra de reforma llevada a cabo en tiempo de Ezequías después de las abominables corrupciones campantes en el reinado de su padre Acaz; (B) a la purificación del pueblo mediante la deportación a Babilonia; (C) especialmente, al tiempo del reino mesiánico milenario.

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