Isaías 38:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Isaías 38:1 | Comentario Bíblico Online

1. Ni la grandeza ni la bondad exime a los hombres de pagar su tributo a la enfermedad y a la muerte. Ezequías, un potentado en la tierra y un favorito del cielo, es herido con una enfermedad que, de no haber intervenido un milagro, le habría conducido al sepulcro; y esto, en la flor de su vida y de su utilidad para la nación. Le tomó la enfermedad precisamente en medio de su triunfo sobre el deshecho ejército de los asirios. Si estamos preparados para morir, no le adelantaremos a la muerte su llegada, pero le haremos más fácil su entrada; y los que están listos para morir son los que mejor dispuestos están para vivir.

2. Dice Santiago: «¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración» (Stg 5:13). La oración es un bálsamo para cualquier herida, personal o pública. Las aflicciones nos llevan a nuestras Biblias y doblan nuestras rodillas. Cuando Ezequías tenía salud subió a la casa de Jehová a orar (Isa 38:1). Pero cuando se puso enfermo, volvió su rostro a la pared e hizo oración a Jehová (v. Isa 38:2). Comenta Slotki: «Volvió su rostro de los que rodeaban su lecho (cf. 1Re 21:4) a la pared. Para concentrar sus pensamientos y tener comunión en privado con su Creador».

3. El testimonio de nuestra conciencia de que, por la gracia de Dios, hemos caminado con Él muy de cerca y con humildad, nos será de gran consuelo cuando tengamos que ver el rostro de la muerte. Y, aun cuando no dependamos de nuestra rectitud para ser justificados ante Dios, podemos apelar a ella como una evidencia de nuestro interés en la justicia de nuestro Mediador. Ezequías no le pide a Dios una recompensa por sus buenos servicios, sino que le ruega humildemente que no eche al olvido la forma en que se le ha mostrado aprobado con un ojo sencillo y un corazón honesto: «… que te acuerdes que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón» (v. Isa 38:3).

4. El mismo profeta que fue enviado a Ezequías para avisarle que se preparase para morir, le es enviado después con la promesa de que no sólo se recuperará, sino que su salud le será restaurada por otros quince años. Cuando oramos en nuestra enfermedad, aunque Dios no nos envíe una respuesta como la que dio a Ezequías, si, por Su Espíritu, nos pide tener buen ánimo, nos asegura de que nuestros pecados están ya perdonados, de que Su gracia será suficiente para nosotros y de que, vivamos o muramos, seremos Suyos, nunca tendremos motivo para decir que hemos orado en vano. Dios nos responde si nos fortalece el vigor del alma (Sal 138:3), aun en el caso de que carezcamos de fuerzas físicas.

5. Como Dios conocía los sentimientos del corazón de Ezequías, le prometió, no sólo que se recuperaría, sino que vería la prosperidad de Jerusalén todos los días de su vida (Sal 128:5). Jerusalén sería (v. Isa 38:6) libertada del asirio y amparada por Jehová.

6. Dios le había dado a Ezequías repetidas seguridades de Su favor; pero, por si fuera poco en su consideración, le da una señal: Hará volver atrás diez grados la sombra que había descendido en el reloj de su padre Acaz (v. Isa 38:8). El sol es un fiel medidor del tiempo, y el Dios que echó a andar ese reloj puede retrasarlo cuando le plazca, porque el Padre de las luminarias (Stg 1:17) es el director de ellas.

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