Isaías 5:18 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. Tenemos aquí otros cuatro ayes (vv. Isa 5:18, Isa 5:20, Isa 5:21 y Isa 5:22), con lo que son seis (número de hombre) los que el profeta dirige en este capítulo contra otras tantas clases específicas de malvados. En Isa 6:5 veremos un séptimo ay muy diferente de los del capítulo Isa 5:1-30.

1. El tercer ay (vv. Isa 5:18, Isa 5:19) va dirigido contra los que tienen en poco la iniquidad y hasta desafían a Dios a que se apresure a cumplir lo que está diciendo por boca del profeta. Las metáforas del versículo Isa 5:18 («arrastran la iniquidad como con cuerdas de vanidad, y el pecado como con sogas de carreta») pueden interpretarse de dos modos, como sugiere el rabino Slotki:

(A) La negligencia de la propia conducta, de forma que la comisión de pecados menos graves conduce gradualmente (como con cuerdas tenues; de vanidad, porque son delgadas y finas) a cometer pecados más graves. Este sentido es aquí poco probable.

(B) La determinación de entregarse al pecado a toda costa, sea con métodos suaves o violentos. Dice Moriarty: «La imagen compara el apego del pecador hacia su pecado con una fuerte cuerda, de las usadas para llevar por el cuello a las ovejas o los novillos. En otras palabras, los pecadores están uncidos a sus pecados». M. Henry deduce diferentes aplicaciones: Los que se creen seguros de conseguir sus malvados propósitos como si los arrastrasen tras de sí con sogas de carreta, verán que les resultan cuerdas de vanidad, que se quiebran cuando se las estira demasiado. Los que pecan por debilidad, son arrastrados por el pecado; pero los que pecan por presunción, arrastran hacia sí la iniquidad, a pesar de las resistencias que les opone la Providencia y los remordimientos que les presenta la conciencia. Hay quienes, por su pecado, atraen sobre su cabeza los juicios de Dios como si los hiciesen venir al tirar de ellos con sogas de carreta.

2. Estos malvados no sólo tienen en nada los pecados que cometen, sino que, además (v. Isa 5:19), desafían al Todopoderoso a que cumpla en ellos las amenazas que profiere por medio de Sus profetas: «¡Venga ya, apresúrese su obra y veamos! ¡Acérquese y cúmplase el plan del Santo de Israel, para que lo sepamos! Ridiculizan al profeta y a Dios mismo, y no están dispuestos a creer la ira de Dios desde los cielos (Rom 1:18) a no ser que la vean ejecutada. Si Dios se presenta contra ellos, según les ha amenazado, es posible que se apresten a entrar en tratos con Él: «Ya hemos oído su palabra vienen a decir , pero es puro hablar; que apresure su obra, que nosotros ya nos las arreglaremos bastante bien por nosotros mismos».

3. El cuarto ay cae (v. Isa 5:20) sobre los que confunden los valores morales de las cosas: «los que al mal llaman bien, y al bien, mal, etc.». Esto es llegar, como dice Moriarty, al «límite máximo de la depravación». No se puede ofender más a Dios, endurecer la propia conciencia, hacerse mayor daño a sí mismos y a los demás, que tergiversar los valores de las cosas, hasta el punto de llamar a la ebriedad buen compañerismo; a la desfloración de doncellas, aprovechar bien la ocasión; a la codicia y al hurto, buena administración. Y, por otra parte, llamar a la seriedad mal genio; a la piedad, insensatez; a la bondad, infantilismo; al perdón, cobardía.

4. El quinto ay (v. Isa 5:21) va dirigido a los que son sabios en sus propios ojos, etc. (comp. con Pro 3:7; Rom 12:16; 1Co 3:18-20). Estos insensatos creían que podían superar la infinita sabiduría de Dios y torcer los caminos de la divina providencia.

5. El sexto ay (v. Isa 5:22) amenaza a los valientes y fuertes «en el arte de mezclar los cócteles de aquel tiempo», como gráficamente los designa Trenchard. Estos ebrios y embriagadores abusan del vigor que Dios les confirió para buenos fines al ponerlo al servicio de la maldad. Al darse a los licores, debilitan su cuerpo en lugar de darle vigor. Este versículo Isa 5:22 añade a lo dicho en el segundo ay (vv. Isa 5:11, Isa 5:12) una nota de ironía y, además, explica también la conexión con el versículo Isa 5:23, ya que, quienes tan bien se las apañan con los licores, también están prestos, si se hallan en posición de autoridad (jueces y gobernantes), a recibir propinas y ser sobornados para justificar al impío y condenar al justo, quitándole a éste sus derechos a que se le haga la debida justicia.

II. En los versículo Isa 5:24-30 se describen los castigos que tales pecados van a atraer sobre los transgresores. El justo Dios va a tomar justa vindicación. Él mismo había comparado su pueblo a una viña (v. Isa 5:7), de la que esperaba recibir buen fruto; pero la gracia de Dios había sido recibida en vano (v. Isa 5:24): la raíz misma se había podrido, al secarse desde abajo, por lo que todos los brotes, áridos y sin fruto, habían sido aventados como el polvo o el tamo de las eras (comp. con Sal 1:4). El pecado debilita la fuerza de los pueblos, de forma que fácilmente son arrancados de raíz, les quita la belleza del florecimiento y les priva de toda esperanza de buenos frutos de éxito y prosperidad. ¿Qué pueden esperar, sino el enojo de Jehová de las huestes, del Santo de Israel, cuya ley pisotearon? Dios no rechaza a los hombres por una transgresión cualquiera de Su ley y de Su Palabra; pero cuando Su ley es pisoteada, y Su Palabra es menospreciada y hasta hecha objeto de burla, ¿qué otra cosa pueden esperar, sino que Dios los abandone del todo?

1. Así pues (v. Isa 5:25), «se encendió el furor de Jehová contra su pueblo y extendió contra él su mano». Esa mano que tantas veces se había extendido a favor de ellos contra sus enemigos, ahora se extiende contra ellos para herirlos, y se estremecieron los montes. Cuando Dios arremete airado contra un pueblo, tiemblan los montes; incluso los más valientes son presa del pánico. ¿Y qué vista puede ser tan aterradora como la de los cadáveres que yacen como basura en medio de las calles? (v. Isa 5:25). Esto da a entender que es una gran multitud la que va a caer; no sólo van a morir soldados en el campo de batalla, sino también muchos habitantes de las ciudades, pasados a cuchillo, a sangre fría. También insinúa que los supervivientes no dispondrán de manos ni de corazón para enterrar los cadáveres.

2. Esta ruina será llevada a cabo por fuerzas extranjeras (con la mayor probabilidad, los asirios), pues quienes conocen a Dios no son empleados por Él como instrumentos de los que se valga para llevar a cabo Sus designios. Comenta Trenchard: «Sin embargo, según la perspectiva profética , la invasión asiria prefiguraría otras que han asolado Palestina en el decurso de la historia, y quedaría la más terrible para los tiempos del Día de Jehová, descrito tan gráficamente en la profecía de Joel». El texto sagrado (v. Isa 5:26) dice que alzará pendón (como señal para que reúnan sus fuerzas y las preparen para la batalla) a naciones lejanas. Si Dios alza su pendón como señal para la guerra, puede inclinar el corazón de los hombres para que se alisten en las fuerzas armadas, aun cuando no sepan por qué.

3. Los versículos Isa 5:27-30 describen, con brillantes imágenes, «la rapidez, disciplina y empuje del enemigo asirio» (Moriarty), mencionadas ya en el versículo Isa 5:26.

(A) Aunque sus marchas sean prolongadas y los caminos sean ásperos (v. Isa 5:27), «no habrá entre ellos cansado ni quien tropiece».

(B) Aunque se vean forzados a mantenerse en vela por mucho tiempo, sin quitarse los arreos militares ni tomarse un momento de descanso (v. Isa 5:27), «ninguno se dormirá, ni le tomará el sueño; a ninguno se le desatará el cinto de los lomos, ni se le romperá la correa de las sandalias», sino que llevarán siempre puesto el cinto y la espada al costado.

(C) Sus armas y municiones estarán en óptimo uso; sus caballos y sus carros, tan fuertes para la guerra que no habrá miedo de que se les estropeen en medio de la batalla (v. Isa 5:28): «Sus saetas estarán afiladas, y todos sus arcos tensados; los cascos de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino».

(D) Todos los soldados serán bravos y atrevidos (v. Isa 5:29): «Su rugido será como de león, el cual se anima a sí mismo por medio de su rugido y causa terror a cuantos se aproximan a él. Su bramido será aquel día (v. Isa 5:30) como el bramido del mar. No habrá entonces para los israelitas la menor esperanza de alivio ni de socorro. Si la luz se oscurece en los cielos (v. Isa 5:30), ¡cuán grande será tal oscuridad! Si Dios esconde Su rostro, no es extraño que los cielos escondan el suyo (comp. con Job 34:29)». Es de advertir que el sujeto del verbo «mirará» (v. Isa 5:30) no es precisamente el enemigo invasor, sino que el sentido es el siguiente (según lo han visto las versiones modernas, como la NVI): Y si alguien mira a la tierra, verá tinieblas y tribulación …».

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