Isaías 55:6 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Vemos ahora que las bendiciones prometidas en el pacto eterno de gracia ponen a prueba a los que tienen sed de las aguas vivas, y señala las condiciones indispensables, antes de anunciar las bendiciones que se han de dispensar.

I. La oferta gratuita de perdón, paz y felicidad, hecha a los pobres pecadores, se ajusta a los términos señalados en el Evangelio (vv. Isa 55:6, Isa 55:7).

1. Han de ejercitar la fe, y buscar suplicantes al que puede oírles y salvarles (v. Isa 55:6): «Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano». La importancia de esta exhortación se echa de ver, no sólo porque en ella entra en juego nuestra eterna salvación o condenación, sino también por las abundantes referencias que a ella se hace en otros lugares (v. Isa 45:19, Isa 45:22; Isa 49:8; Isa 58:9; Isa 65:24; Sal 32:6; Amó 5:6, además de otras similares como Mat 5:25; Luc 13:25; Jua 7:34; 2Co 6:2; Heb 3:13). Dios está siempre cercano, atento a cualquier llamada de fe y oración. El que le invoca, halla salvación. Ahora es el tiempo aceptable; busquémosle, pues Su paciencia nos espera, Su Palabra nos invita, y Su Espíritu contiende con nosotros.

2. Han de arrepentirse, cambiar de mentalidad y de conducta, para que sus pecados les sean perdonados (v. Isa 55:7). Hay aquí una llamada a los inconversos, al impío y al inicuo, al que no tiene temor de Dios y al que no respeta al prójimo; a ellos va este mensaje de salvación, con la seguridad de que los pecadores arrepentidos hallarán a un Dios perdonador. El arrepentimiento incluye dos aspectos complementarios: (A) Arrepentirse es dejar el pecado. Es menester que haya un cambio de mentalidad; el inicuo ha de abandonar sus pensamientos. El arrepentimiento verdadero ataca a la raíz, y limpia de maldad el corazón. Debemos cambiar el juicio que abrigamos sobre personas y cosas, desalojar las imaginaciones corruptas y los falsos pretextos bajo los que se cobija a sí mismo el corazón no santificado. (B) Arrepentirse es volverse al Señor, contra el que nos hemos rebelado; volver a Dios, que es la fuente de la vida. Si así lo hacemos, Dios tendrá compasión de nosotros, pues es amplio en perdonar. También puede traducirse: «Porque multiplicará el perdón», así como nosotros hemos multiplicado el pecado.

II. Se nos anima a aceptar esta oferta y a jugarnos el alma en ella.

1. Si miramos al cielo, hallamos allí los pensamientos y los caminos de Dios (Sus propósitos y Sus actuaciones) a distancia infinita sobre los nuestros (vv. Isa 55:8, Isa 55:9). Al inicuo se le urge a dejar sus malvados pensamientos y caminos (v. Isa 55:7) y a poner sus pensamientos y sus caminos en línea con los de Dios, pues Dios dice: «Mis pensamientos y mis caminos no son como los vuestros». Los vuestros están dirigidos a las cosas de abajo; los míos están muy por encima, tanto como el cielo está sobre la tierra; y si os tenéis por verdaderos penitentes, los vuestros deben estar también puestos en las cosas de arriba (Col 3:2). Los pecadores pueden estar inclinados a temer que Dios no esté reconciliado con ellos, por haberle ofendido tanto y tan frecuentemente. Pero Dios les dice: «Mis pensamientos en este punto no son como los vuestros, sino tan por encima de ellos como los cielos están sobre la tierra». Pensamos que Dios está más presto a tomar ofensa que a otorgar perdón que, si ha perdonado una o dos veces, ya no nos va a perdonar más . Pedro pensó que ya era mucho perdonar siete veces (Mat 18:21), pero Dios siempre sale misericordioso y perdonador al encuentro de los pecadores que vuelven arrepentidos. Nosotros perdonamos, pero no podemos olvidar; en cambio, cuando Dios perdona el pecado, también lo olvida.

2. Si miramos abajo, a la tierra, hallamos allí la Palabra de Dios poderosa y eficaz (vv. Isa 55:10, Isa 55:11). Dios dice a la nieve: Desciende a la tierra; y a los aguaceros: Lloved fuerte (Job 37:6). La lluvia y la nieve (v. Isa 55:10) no vuelven al cielo, sino que riegan la tierra, a fin de que de fruto: no sólo pan al que come, sustento continuo para el dueño y su familia, sino también semilla al que siembra, para que pueda haber alimento suficiente al año siguiente. El labrador tiene que ser buen sembrador así como es buen comedor, de lo contrario, pronto verá el fin de cuanto tiene y se verá a sí mismo llegado al fin de lo que es. Así ocurre (v. Isa 55:11) con la palabra de Dios: no vuelve al cielo de vacío, sino que cumple el propósito para el que Dios se ha complacido en enviarla. Y así como la nieve y la lluvia riegan la tierra para que de fruto material, así también la Palabra de Dios riega el alma para que produzca fruto espiritual. Comenta atinadamente Trenchard: «En primer lugar, aquí la palabra equivale al decreto divino en cuanto a la bendición de Israel, pero todos los términos pueden aplicarse igualmente al mensaje del Evangelio, que resulta en la gloria y la bendición de la Iglesia». La venida de Cristo, el Verbo de Dios, a la tierra, como el rocío del cielo (Ose 14:5), no será en vano.

3. Los versículos Isa 55:12 y Isa 55:13 contemplan «el pacífico y gozoso regreso del exilio, lo cual es el propósito de la palabra de Dios, mencionada en el versículo precedente» (Slotki). «Saldréis con alegría dice Jehová a los exiliados de vuestro cautiverio en Babilonia, y con paz seréis conducidos de nuevo a vuestro país» (v. Isa 55:12). Dice Moriarty: «En el segundo éxodo, hasta la naturaleza se asociará a la alegría que todos sentirán», pues vemos aquí (v. Isa 55:12) a los montes y collados prorrumpiendo en cánticos de júbilo delante de los que regresan, y a todos los árboles del campo dando palmadas de aplauso. La tierra volverá, en cierto modo (v. Isa 55:13), a la condición que tenía antes de que Dios la maldijera como efecto del pecado de nuestros primeros padres (comp. con Gén 3:17, Gén 3:18). Dice Trenchard: «Los hermosos versículos Isa 55:12 y Isa 55:13 tienen su sentido literal en relación con las bendiciones del Milenio, pero la obra de Dios siempre tiende a convertir el árido desierto en florido vergel, sea en el sentido material o espiritual». En este sentido espiritual M. Henry hace las siguientes aplicaciones: «Sin duda, se refiere (lo de con alegría saldréis, y con paz seréis conducidos ) a algo más (que lo del éxodo de los judíos de la cautividad los paréntesis son del traductor ). Esto será por señal eterna, es decir: (A) El rescate de los judíos al salir de Babilonia será una ratificación de las promesas que se refieren a los tiempos del Evangelio. (B) Será una representación de las bendiciones prometidas y una figura de ellas. La gracia del Evangelio pondrá en libertad a los que estaban bajo la esclavitud del pecado y de Satanás … Producirá un gran cambio en el carácter de los hombres. Los que eran como zarzas y ortigas, que no sirven sino para el fuego, se tornarán útiles y de gracioso talante como el ciprés y el mirto. El surgir de agradables árboles en lugar de eso otro, significa la retirada de la maldición de la ley, y la introducción de las bendiciones del Evangelio. El pacto de gracia es un pacto eterno; porque sus presentes bendiciones son signos de las eternas». Como puede verse, el aspecto milenario de estos versículos le pasó desapercibido a M. Henry.

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