Isaías 59:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Aquí vemos el error de quienes habían estado querellándose de Dios por no haber obtenido la liberación que esperaban en respuesta a sus ayunos y oraciones (v. Isa 58:3).

1. Esa demora no se debía a Dios mismo (v. Isa 59:1), pues todavía tenia poder, la misma omnipotencia de siempre, para salvar: «Mirad, no se ha encogido la mano de Jehová tanto que no pueda salvar, ni se ha endurecido tanto su oído que no pueda oír» (versión de Moriarty). El poder de Dios no se había menguado: podía extender Su mano con la misma fuerza y hasta la misma distancia de siempre (comp. con Núm 11:23). Ni la prolongación del tiempo, ni la fuerza de los enemigos, ni la debilidad de los medios e instrumentos, pueden acortar ni encoger el poder de Dios. Tampoco había perdido el interés por Su pueblo. Él estaba tan presto como siempre a socorrerles y dar respuesta a sus oraciones: «Su oído no se ha endurecido como para no oír». aquí se insinúa más de lo que se dice; no sólo que no se ha vuelto duro de oído, sino que está presto a oír; antes que le llamen, responde (Isa 65:24). Si no son contestadas nuestras oraciones, no es porque Dios esté fatigado de oírlas, sino porque nosotros estamos fatigados de hacerlas; no porque su oído esté duro cuando le hablamos, sino porque el nuestro está duro cuando nos habla Él.

2. Ellos eran los que impedían el tráfico, al poner una barrera en su propia puerta (vv. Isa 59:2-8, comp. con Jer 5:25: «Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas»).

(A) El perjuicio que el pecado causa. Obstaculiza los favores de Dios; es como un muro de separación entre nosotros y Dios, que oculta de nosotros el rostro de Dios (v. Isa 59:2), expresión que denota el desagrado de Dios (Deu 31:17). Nótese que Isaías no dice: los pecados han hecho separación entre Dios y nosotros, sino entre vosotros y vuestro Dios, pues la barrera está del lado del pecador, no del lado de Dios. Al separarnos de Dios, el pecado nos separa de la fuente de todo bien y nos acerca a todo mal (v. Deu 29:21).

(B) El profeta muestra cuántas y cuán graves eran las iniquidades del pueblo, conforme al encargo que Dios le dio (Isa 58:1) de mostrar al pueblo su transgresión.

(a) Esta transgresión se incuba en el corazón (v. Isa 59:7): «… sus pensamientos son pensamientos de iniquidad». «Conciben maldades (v. Isa 59:4); por lo que no pueden menos de dar a luz iniquidad» (comp. con Stg 1:15). No les importan los dolores de este parto (remordimientos de la conciencia y oposiciones de la Providencia) con tal de ver que ha nacido un hombre en el mundo (Jua 16:21). A esto se llama (v. Isa 59:5) incubar huevos de áspides y tejer telas de arañas, pues quienes participan en la maldad de otros, comen del venenoso fruto de esa maldad y mueren espiritualmente, al quedar prendidos en las redes de la iniquidad que, como las telarañas, parecen muy finas y débiles, pero atrapan poderosamente.

(b) De esta abundancia de maldad en el corazón habla la boca de ellos, aunque a veces no hable (que también los silencios pueden ser mortíferos), o hable quedamente, pues ya sea en voz alta o en susurro (v. Isa 59:3), sus labios siempre pronuncian mentira y maldad. Estos labios resultaban doblemente malvados y dañinos cuando, con esas mentiras, se contribuía a que se derramase sangre inocente, al acusar injustamente y defendiéndose falsamente (v. Isa 59:4).

(c) De los pensamientos y las palabras pasaban a las acciones perversas (v. Isa 59:3): «Vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad». La sangre contamina; deja en la conciencia una mancha de suyo indeleble, que sólo la sangre de Cristo puede limpiar y borrar. También sus pies se apresuran para derramar la sangre inocente (v. Isa 59:7). Toda su persona está embebida de maldad, pues toda su confianza (v. Isa 59:4) está en una vaciedad caótica (de nuevo, el hebreo tohu).

(d) Y en esa vaciedad hallarán el fruto de todos sus esfuerzos y planes malvados (v. Isa 59:6): «Sus telas no servirán para vestir, ni de sus tejidos serán cubiertos», pues no tienen la consistencia necesaria para hacer de ellos una indumentaria apropiada. Comenta Slotki: «Incluso cuando sus actos parecen producir algún bien, son en realidad inútiles, si no son peligrosos». Nada se consigue con el pecado, y eso se ve con claridad cuando se comparan el provecho y la pérdida. Los caminos de iniquidad son (v. Isa 59:8) veredas torcidas, que no pueden acabar bien: «quien por ellas vaya, no conocerá la paz» (comp. con Isa 48:22; Isa 57:21).

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