Isaías 66:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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A continuación vemos una exhortación a regocijarse en el futuro de Israel, lleno de bendiciones.

I. Tenemos primero (vv. Isa 66:10-14) una descripción del reino milenario.

1. Las angustias primeras (Isa 65:16) serán olvidadas, para dar paso a un gozo puro y sin mezcla de tristezas ni temores. Por eso, el profeta exhorta a todos a que se alegren con Jerusalén, porque viene la nueva era, la era mesiánica, en la que todas las naciones compartirán las bendiciones de Israel (vv. Isa 66:10, Isa 66:11). Esto es lo que se declara bajo las gráficas expresiones de mamar de sus pechos y beber de la abundancia (hebr. ziz, que bien podría verterse por ubre, al hacer un paralelo con pecho de la frase anterior) de su gloria. Continúa, pues, como advierte Moriarty, «la alegoría de la madre». Sion será entonces la madre-nodriza no sólo de Israel, sino también de todas las naciones.

2. El que de tal manera les exhorta a que se regocijen, les explica también (vv. Isa 66:12-14) el motivo de este gran regocijo:

(A) Jehová establecerá en Sion la paz como un río (v. Isa 66:12), esto es, en gran abundancia, proveyendo a todos de todo bien, del mismo modo que lo hace un río a todas las tierras por donde pasa.

(B) También extenderá Jehová sobre ella (v. Isa 66:12) la gloria de las naciones (comp. con Isa 60:5; Isa 61:6; Apo 21:24, Apo 21:26) como un torrente que se desborda, y mamaréis de todo lo mejor que las naciones puedan aportar (la gloria) a lo mucho bueno que ya tendrá Sion (la gloria, al final del v. Isa 66:11).

(C) A la abundancia de bienes se une la forma sumamente afectuosa con que serán tratados los de Israel por parte de las naciones (v. Isa 66:12) y de Dios mismo (v. Isa 66:13): (a) «En brazos seréis traídos (mejor, sobre la cadera)» (comp. con Isa 49:22; Isa 60:4). Hasta las naciones que habían oprimido a Israel se apresurarán a traer a la Tierra Santa a los israelitas que se hallan dispersos por todo el mundo. (b) «Sobre las rodillas seréis mimados», como lo son los niños pequeños sobre las rodillas de sus madres. Sigue, pues, la alegoría de la madre-nodriza. (c) «Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo», donde hay tres detalles dignos de notar: Primero, lo que se ha dicho del niño pequeño, se extiende aquí a todo hijo que viene a su madre, cansado o herido, en busca de consuelo. Segundo, en realidad, quien de veras da a luz y «da de mamar» al pueblo no es Sion por sí misma (ella no es fuente, sino canal), sino Dios mismo. Tercero, vemos que al israelita sincero, como a todo creyente, no le hace falta ninguna otra madre espiritual (la «Madre de la Iglesia» o «la Madre Iglesia»), pues Dios es, al mismo tiempo, Padre y Madre, al tener en Sí, infinitamente ampliados y sublimados, los sentimientos paternales y maternales.

(D) Cuando vean esto (v. Isa 66:14), es decir, cuando lo experimenten, se alegrará su corazón, es decir, lo más íntimo de la persona, y sus huesos (siendo que por todo el ser, ya que el esqueleto es el armazón del cuerpo) reverdecerán como el césped, esto es, como la hierba «fresca y llena de savia» (Slotki). Así será notoria la protección de Dios (la mano de Jehová») a sus siervos fieles, mientras se desata Su enojo contra Sus enemigos. Esta última frase sirve de enlace con lo que sigue.

II. Aquí tenemos (vv. Isa 66:15-17) una descripción vívida de los juicios de Dios contra los malvados en la Segunda Venida de Cristo (comp. con 2Ts 1:7-9).

1. Se describen primero (vv. Isa 66:15, Isa 66:16) los juicios de Dios contra los impíos. Aunque la preposición es la misma en la primera frase del v. Isa 66:15 y en la primera frase del versículo Isa 66:16, hay que verter en la primera: «Jehová vendrá en fuego», el fuego de la ira de Dios, fuego que refina (Éxo 3:2) sin consumir a los Suyos , o fuego consumidor (Heb 12:29) a todo rebelde. Aquí, con todo el aparato que designa metafóricamente la majestad tremenda de Jehová: sus carros (comp. con Isa 5:28; Sal 68:17; Hab 3:8) como el torbellino y la llama de fuego. Luego (v. Isa 66:16) se describen los instrumentos con que Dios hará perecer a Sus enemigos: (A) «Con fuego», con el fuego de la Gehenna, es decir, del infierno. (B) «Con su espada» (comp. con Isa 27:1). Dice Moriarty: «Jehová vendrá como un guerrero, y sus armas serán el fuego y la espada, y muchas las víctimas».

2. Se declara después (v. Isa 66:17) cuáles son los pecados por los que ha de venir sobre los impíos el juicio de Dios (comp. con Isa 65:3, Isa 65:4): (A) Van a los huertos, a fin de practicar allí los detestables ritos idolátricos ya mencionados en el versículo Isa 66:3. (B) Lo de «siguiendo uno que está en medio» puede interpretarse de tres maneras, según observa Slotki: «El kethib (lo escrito) lee la palabra (uno) como masculino, el keré (como se lee) como femenino. El primero podría denotar al guía de la procesión, el segundo a una diosa, posiblemente la aserah. Maimónides explica como detrás de un árbol en el medio , lo que él entiende como complacerse en pasión prohibida». (C) «Los que comen carne de cerdo, abominación (probablemente, el caldo de Isa 65:4) y ratón», todo ello prohibido en la Ley.

III. En los versículos Isa 66:18-21 se nos dan «detalles del testimonio misionero durante el Milenio» (Ryrie).

1. Se declara primero el tiempo en que esto ocurrirá (v. Isa 66:18). Es precisamente (¿y paradójicamente?) porque Jehová conoce las obras y los pensamientos (v. Isa 66:18, comp. con Isa 59:7; Isa 65:2) de los impíos (enlace con el versículo anterior) por lo que se dispone a efectuar una salvación amplia, para la que los israelitas convertidos servirán de misioneros a todas las naciones. Estas naciones, de diversas lenguas, vendrán a Sion y verán la gloria de Jehová (comp. con Isa 45:22-25; Jer 3:17), la majestad salvífica y bienhechora del Dios de Israel.

2. No se dice (v. Isa 66:19) cuál será la señal que Dios hará, pero parece que, en todo caso, será una señal milagrosa. Esta señal será como el toque de atención de que va a comenzar la labor misionera de los escapados de ellos, es decir, de los supervivientes miembros del remanente judío (contra la opinión de Slotki, que ve en estos escapados a «los sobrevivientes del fuego y del furor descritos en los vv. Isa 66:15.»).

3. Los misioneros judíos se desplazarán (v. Isa 66:19): a Tarsis (SO, costa de España), Put (Libia), Lut (Lidia en el Asia Menor), los tiradores de arco (probablemente se refiere a los dos pueblos anteriores), a Tubal (NE, Asia Menor) y Yaván (Grecia), y a las islas costeras lejanas, que no han oído ni visto nada de las manifestaciones gloriosas de Jehová.

4. La labor misionera de estos judíos se resume en pocas palabras al final del versículo Isa 66:19: «Y publicarán mi gloria entre las naciones». Los judíos que así se dispersarán entre las naciones declararán la gloria de la providencia de Dios en la historia de Israel. Se cumplirá así lo predicho por Zac 8:23: «Así dice Jehová de las huestes: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo. Dejadnos ir con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros».

5. Los versículos Isa 66:20 y Isa 66:21 podrían entenderse en el sentido de que los convertidos por la labor misionera del remanente salvo judío han de traer, en toda clase de cabalgaduras y vehículos (comp. con Isa 43:6; Isa 49:22; Isa 60:4), a los israelitas que se hallaban dispersos entre ellos «por ofrenda a Jehová» (v. Isa 66:20) y que, también de esos gentiles, hechos ya prosélitos, Dios tomará para sacerdotes y levitas (v. Isa 66:21). Esto puede ser verdad (comp. con 1Pe 2:5, 1Pe 2:9), y así lo ve aquí Moriarty; pero lo más probable es que sean los convertidos de las naciones los que traigan a los israelitas dispersos, pero que sea de éstos de los que Dios tomará para sacerdotes y levitas. Cabe todavía, como opina Trenchard, que sean los propios «escapados» del versículo Isa 66:19 los que, dice él, «predicarán a las naciones y recibirán el encargo de recoger a sus hermanos de la dispersión de todo el mundo».

IV. En los últimos versículos (Isa 66:22-24) del capítulo (y del libro) se mezclan expresiones que apuntan al Milenio, con otras que se refieren al estado final, eterno, tanto de los salvos como de los condenados.

1. Como ya hemos visto en el comentario a 65:17, es probable que la expresión «los cielos nuevos y la nueva tierra» (v. Isa 66:22) se refiera en primer lugar al «nuevo orden mundial» inaugurado en el Milenio, como lo da a entender el que se tome nota de meses y sábados (v. Isa 66:23) con respecto al culto de adoración a Jehová (comp. con Isa 1:13, Isa 1:14; Isa 19:21, Isa 19:23; Isa 27:13; Isa 49:7; Eze 46:1, Eze 46:6). Tres detalles adicionales confirman esto: (A) En el versículo Isa 66:22 Jehová asegura a los israelitas que «así permanecerá vuestra descendencia para siempre», lo que no cuadra bien con el estado eterno, donde la descendencia natural no tendrá ninguna relevancia. (B) En el versículo Isa 66:23 se dice que «vendrá toda carne (lit.) a adorar», lo que se explica mejor de la humanidad según existe en la tierra, no en el cielo. (C) El versículo Isa 66:24 comienza diciendo: «Y saldrán y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí». Esto tiene su mejor explicación después de la batalla de Armagedón.

2. La segunda parte del versículos Isa 66:24 es citada por el propio Jesús con indudable referencia al infierno (Mar 9:48, donde está bien atestiguado por todos los MSS). El versículo Isa 66:24, como dice Moriarty, «choca con lo que precede. Quizás por ello los masoretas sugirieron que se repitiera la lectura del versículo Isa 66:23 después del versículo Isa 66:24, con objeto de que la profecía terminara con una nota positiva y reconfortante». En efecto, así figura en las Biblias hebreas, aunque el versículo Isa 66:23 aparece, en la repetición, en caracteres más pequeños. En cuanto a las frases «su gusano nunca morirá ni su fuego se apagará», dice el mismo autor: «Como el gusano devora el cadáver sin ser devorado, así el fuego quema sin consumirse; se trata de una descripción apocalíptica y amedrentadora del juicio contra los apóstatas».

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