Jeremías 6:9 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Jeremías 6:9 | Comentario Bíblico Online

1. Se cierne sobre Judá y Jerusalén la amenaza de ruina total.

(A) Anteriormente vimos la prisa que el ejército caldeo se daba (vv. Jer 6:4, Jer 6:5); aquí tenemos el estrago que hicieron, pues el enemigo es insaciable en su sed de botín (v. Jer 6:9): «Del todo rebuscarán como a vid el resto de Israel, como vendimiador que ha resuelto no dejar nada tras de sí». Es posible que el pueblo, siguiendo la avaricia (v. Jer 6:13), hubiese dejado sin cumplir la ley de Lev 19:10 de no rebuscar en la vendimia, y ahora ellos mismos eran esmeradamente rebuscados.

(B) Los hijos van a perecer en la catástrofe que los pecados de sus padres han hecho venir sobre el país (v. Jer 6:11). El castigo alcanzará a la reunión de los jóvenes en sus jolgorios; ni el sexo ni la edad serán preventivo contra el ataque, «porque será preso (v. Jer 6:11) tanto el marido como la mujer, tanto el viejo como el muy anciano». Las casas, así como las haciendas y hasta las mujeres, pasarán a ser de otros (v. Jer 6:12).

(C) El profeta se justifica de hablar así, pues no puede hacerlo de otro modo, ya que se halla identificado con Jehová que le ha enviado (v. Jer 6:11): «Estoy lleno de la ira de Jehová, estoy cansado de contenerme». No le causaba ningún deleite tener que expresarse así, pero no podía menos de declarar lo que el Espíritu de Dios le impulsaba a profetizar.

(D) «Desde el profeta (v. Jer 6:13) hasta el sacerdote, todos son engañadores», dice. Los encargados de avisar al pueblo habían pasado por alto sus pecados y el peligro en que se hallaban. En lugar de ser buenos médicos, mataban a sus enfermos por no poner el remedio oportuno, ya que les aplicaban cómodas cataplasmas en lugar de manejar el bisturí: «Y curan (v. Jer 6:14) la herida de mi pueblo a la ligera, diciendo: Paz, paz, cuando no hay paz». La herida estaba enconada, pero ellos les decían: «¡No se alarmen, todo va bien, todo va bien!», cuando las cosas no iban bien, sino muy mal, ya que el pueblo se entregaba descaradamente a las más perversas maldades. Los que nos adulan de forma pecaminosa han de ser considerados no sólo como falsos amigos, sino como los peores y más peligrosos enemigos.

2. El pecado de Judá y de Jerusalén que provocó a Dios a traer esta ruina.

(A) No podían soportar que se les dijese el peligro en que se encontraban. Dios ordena al profeta que les advierta sobre el inminente castigo (v. Jer 6:9), pero él dice (v. Jer 6:10): «¿A quién hablaré y amonestaré para que oigan? ¿Para qué les voy a hablar si no escucharán? No pueden escuchar, porque sus oídos son incircuncisos, impenetrables a la Palabra de Dios, pues la palabra de Jehová les es cosa oprobiosa», es decir, «la toman a chacota» (Asensio), «la tratan con irrisión» (Freedman).

(B) Estaban aficionados a lo mundano, y procuraban únicamente acaparar riquezas materiales, aunque fuese con perjuicio del prójimo (v. Jer 6:13): «Cada uno sigue la avaricia»; y eso, «desde el más chico de ellos hasta el más grande». De ahí se seguían las violencias e injusticias que se mencionan en los versículos Jer 6:6 y Jer 6:7. Esto es lo que les endurecía el oído y el corazón contra la Palabra de Dios y la predicación de Sus profetas.

(C) Carecían totalmente de vergüenza. Tan endurecidos estaban que (v. Jer 6:15) «no se avergonzaban ni aun sabían lo que era sonrojarse». Así presentaban desafío contra el mismo Dios. Los que no se someten a un sonrojo penitencial no pueden escapar a una ruina total: «Por tanto (v. Jer 6:15), caerán entre los que caigan». Nótese que el contexto muestra que esto se refiere principalmente a los profetas y sacerdotes (v. vv. Jer 6:13, Jer 6:14), con lo que la incapacidad de sonrojarse saludablemente es todavía más pecaminosa. Comenta Asensio: «Profetas y sacerdotes caerán entre los que caen, víctimas igualmente del propio engañoso paz con que desorientaron a los otros».

3. El buen consejo que con la mayor frecuencia se les ha dado en vano.

(A) Dios quería que, como buenos viajeros, inquiriesen por los caminos buenos, los antiguos (v. Jer 6:16), es decir, bien trazados y probados desde antiguo, que conducen derechamente a buen término, en contraste con las sendas abiertas a capricho de cada individuo, que no pueden conducir a ninguna cosa buena (comp. con Deu 32:7; Job 8:8). Los caminos antiguos eran los que los antiguos patriarcas habían hollado y conducían a la herencia prometida por Dios. Pero ellos (v. Jer 6:16, al final) se negaron en redondo a la invitación de Dios y dijeron: No andaremos en él.

(B) Dios les había puesto atalayas (v. Jer 6:17), vigías que les advirtiesen de los peligros que se cernían sobre ellos y les atemorizasen de esta manera, ya que no querían atender a la Palabra de Dios. La voz de los verdaderos profetas era como sonido de trompeta, que alerta al pueblo y le dispone a hacer frente al enemigo. Dios, en Su providencia, hace sonar la trompeta (Zac 9:14); los profetas la oyen (Jer 4:19), e invitan a otros a que presten atención también. «Y dijeron ellos: No escucharemos» (v. Jer 6:17, al final).

Jeremías 6:9 explicación
Jeremías 6:9 reflexión para meditar
Jeremías 6:9 resumen corto para entender
Jeremías 6:9 explicación teológica para estudiar
Jeremías 6:9 resumen para niños
Jeremías 6:9 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí