Job 33:19 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Dios habla por segunda vez para convencer y atraer a los pecadores y lo hace por medio de circunstancias aflictivas y compasivas, en las que nos habla dos veces. Job se quejaba mucho de su enfermedad y de ella infería que Dios estaba enojado con él; pero Eliú le muestra que Dios aflige el cuerpo por amor, a fin de hacer bien al alma. Esta parte del discurso de Eliú nos será de gran utilidad para sacar provecho de las enfermedades por medio de las cuales Dios habla a los hombres.

1. Véase la obra que la enfermedad lleva a cabo (vv. Job 31:19.), cuando Dios la consiente con un designio determinado. (A) «Sobre su cama es corregido por el dolor.» El dolor y la enfermedad toman un lecho de plumas en lecho de espinas. Frecuentemente, cuanto más fuerte es el paciente, más fuerte es el dolor. No se queja uno de simple picor de la carne, sino del dolor profundo de los huesos; y no es sólo de un hueso, sino de todos los huesos (v. 19b). Pero, por la gracia de Dios, el dolor del cuerpo se convierte con frecuencia en un medio de favorecer al alma. (B) El enfermo pierde el apetito, lo cual es un efecto corriente de la enfermedad (v. Job 31:20): «Hace que su vida aborrezca el pan», es decir, el alimento. (C) Se convierte en un esqueleto (v. Job 31:21), con sólo la piel y los huesos. (D) Su alma se acerca al sepulcro» (v. Job 31:22). Los que le rodean, y aun él mismo, se dan cuenta de que es un moribundo. Los dolores de la muerte, llamados aquí los matadores (v. Job 31:22. lit), están prestos para echarle mano.

2. La provisión que Dios ha designado para esta corrección, a fin de que, cuando Dios habla de esta manera al hombre, se le escuche y se le entienda (v. Job 31:23). Dichoso es tal hombre si tiene cerca de él algún elocuente mensajero muy escogido (lit. uno entre mil) que le explique el significado de la disciplina que Dios le aplica, un sabio que conozca la voz de la vara de Dios y su interpretación. El consejo y la ayuda de un buen pastor son tan necesarios y oportunos, y así deberían ser aceptados, en una enfermedad, como los de un buen médico, especialmente cuando el ministro de Dios es un experto en el arte de explicar los métodos que sigue la Providencia. Su oficio en tales ocasiones es enseñar al hombre su deber. Si el enfermo es persona piadosa, el mensajero no actuará como los amigos de Job, los cuales se empeñaban en demostrar que Job era un hipócrita y por eso le castigaba Dios, sino que le mostrará el camino del deber o, como dice literalmente el original, lo que es recto para él.

3. La favorable acogida que le dispensa Dios, si él se halla con las debidas disposiciones (v. Job 31:24). Dondequiera halla Dios un corazón bien dispuesto, le muestra su misericordia y su favor: (A) Da orden de que la muerte suelte su presa, pues lo libra de descender al sepulcro, de la muerte que es la paga del pecado (Rom 6:23). (B) Declara la razón de dicha orden: Halló (el mensajero) redención; es decir, rescate. Este rescate nota del traductor es la decisión del enfermo de convertirse. Por otras Escrituras sabemos que somos rescatados por la propiciación llevada a cabo en el Calvario, pero no es ésta la significación literal del texto que comentamos.

4. Recuperación del enfermo como resultado. Cuando el paciente se vuelve penitente, este es el bendito cambio que se realiza: (A) Su cuerpo recupera la salud (v. Job 31:25). No siempre le sucede esto a un enfermo arrepentido, pero sí ocurre a veces. Y la recuperación de una enfermedad es una estupenda misericordia de Dios cuando es efecto del perdón del pecado. La recuperación puede ser tan asombrosa que el enfermo llega a obtener un grado de salud superior al de antes de la enfermedad (v. Job 31:25). (B) Pero todavía es más importante la recuperación del alma (v. Job 31:26), puesto que, en respuesta a su oración, verá con júbilo la faz de Dios, es decir, disfrutará de la íntima comunicación con Dios, que todo israelita deseaba con afán (v. Sal 24:6; Sal 27:8). Todos los verdaderos penitentes se alegran de que Dios les muestre de nuevo su rostro más que del disfrute de la prosperidad material (Sal 4:6, Sal 4:7).

5. De este ejemplo se puede colegir la norma general que Dios sigue al tratar con los hombres (vv. Job 31:27, Job 31:28). Así como los enfermos que se someten a la mano correctora de Dios son restaurados en el alma y, muchas veces en el cuerpo, así también todos los que de veras se arrepienten de sus pecados hallarán misericordia en el corazón de Dios. ¿Queremos conocer la naturaleza del pecado y su malignidad? Es la perversión de lo recto (v. Job 31:27); es la cosa más injusta y menos puesta en razón, pues comporta la rebelión de la criatura contra el Creador y el dominio impuesto por la carne sobre el espíritu. ¿Qué motivos tenemos para arrepentirnos? Nos hemos desviado de lo recto (v. Job 31:27. Lit. He pervertido la rectitud). Dios tiene tal compasión de los pecadores que, aun en el castigo, no les paga como se merecen (lit. y no me fue igualado), pues no se alegra de su ruina.

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