Josué 8:3 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Relato de la toma de Hay por medio de una estratagema militar. Una parte del ejército había de quedar emboscada, mientras los demás simulasen una retirada. Si el enemigo hubiese sido prudente, se habría puesto en guardia, dispuesto a defenderse dentro de los muros de la ciudad, en lugar de aventurarse a perseguir a un ejército mucho más numeroso, y dejar así desguarnecida la ciudad. Pero, como decía un antiguo proverbio latino «cuando los dioses quieren perder a alguien, lo ciegan primero».

I. Hay cierta dificultad en ajustar los números que se barajan en la operación militar. Se nos dice que escogió Josué treinta mil hombres fuertes, los cuales envió de noche (v. Jos 8:3) con el encargo de poner emboscada a la ciudad y tomarla por sorpresa tan pronto como viesen que había sido evacuada (vv. Jos 8:4, Jos 8:7, Jos 8:8). Pero después leemos (v. Jos 8:12) que Josué tomó cinco mil hombres y los puso en emboscada entre Betel y Hay. Estos hombres son los que entraron en la ciudad y le prendieron fuego (v. Jos 8:19). Ahora bien: 1. Hay quienes opinan que ambos cuerpos de ejército pusieron la emboscada, y que Josué llevó a cabo el ataque abierto a la ciudad con todo el resto del ejército de Israel. 2. Otros piensan que todo el grueso del ejército quedó acampado delante de la ciudad, y que de ellos escogió Josué 30.000 hombres para emplearlos en la acción de guerra, 5.000 de los cuales fueron enviados de incógnito a poner la emboscada. 3. Lo más probable es, como sugiere el Dr. Ryrie, que la emboscada fuese puesta solamente por treinta oficiales escogidos, ya que: (A) 30.000 hombres son demasiados para una emboscada; (B) las letras hebreas para el vocablo «millares» son las mismas que las del vocablo «jefes». Un comando selecto de 30 capitanes era suficiente para la operación. (C) Los 5.000 hombres del versículo Jos 8:12 son un cuerpo distinto, destinado a evitar un ataque por parte de los habitantes de Betel. De ahí su posición entre Betel y Hay.

II. Los demás detalles del relato son suficientemente claros: un destacamento, más o menos numeroso, se situó detrás de la ciudad, al lado opuesto del que ocupaba el grueso del ejército. Josué y las fuerzas que estaban con él daban cara a la ciudad; la guarnición hizo una salida vigorosa contra ellos; se retiraron en aparente desorden hacia el desierto, con lo que los hombres de Hay salieron en persecución de ellos con todos los soldados de que disponían. Esto dio a los emboscados la magnífica oportunidad de entrar en la ciudad y adueñarse de ella, mientras daban a Josué la consigna acordada del humo, con lo que él, con todo el contingente militar que conducía, se volvió para atacar de frente a los perseguidores, y éstos se dieron cuenta demasiado tarde de la trampa en que habían caído, pues al tener interceptada la retirada, todos ellos murieron sin que ninguno pudiera escapar.

1. Qué valiente jefe era Josué. Aunque un contingente militar de Israel había sido repelido anteriormente por los hombres de Hay, toma ahora la resolución de conducirlos en persona esta segunda vez (v. Jos 8:5); después, Josué avanzó aquella noche hasta la mitad del valle (v. Jos 8:12), para hacer los preparativos necesarios para el ataque. Es una piadosa conjetura del erudito obispo Patrick que se fue al valle solo, para orar al Señor. Cuando extendió contra la ciudad la lanza que llevaba en la mano (v. Jos 8:18), una lanza tan formidable y fatal para los enemigos de Israel como lo había sido la vara de Moisés, no retiró la mano hasta que se llevó a cabo la operación entera. Los que extienden sus manos contra sus enemigos espirituales, no las deben retirar jamás, bajo pena de ser derrotados. Josué venció al ceder terreno como si él mismo fuese derrotado, así también nuestro Señor Jesús, cuando inclinó la cabeza y entregó el espíritu, parecía como si la muerte hubiese triunfado sobre Él y como si Él y toda su causa hubiesen hecho quiebra y fuesen a la ruina pero, en su resurrección, reunió de nuevo sus fuerzas e infligió a los poderes de las tinieblas una completa derrota, aplastó la cabeza de la serpiente, al ser herido por ella en el talón (Gén 3:15). ¡Cuán gloriosa estratagema!

2. Cuán obediente resultó en esta ocasión el pueblo de Israel. Lo que Josué les había mandado, conforme a la palabra de Jehová (v. Jos 8:18) lo llevaron a cabo sin murmurar ni disputar.

3. Qué insensatez la del rey de Hay. No se apercibió de la emboscada que se le tendía, cuando la prudencia más elemental exigía escudriñar bien todos los accesos a la ciudad (v. Jos 8:14). De la victoria anterior, cuando mataron 36 hombres de la primera expedición de 3.000, dedujo que podía derrotar igualmente al numeroso ejército que tenía delante: Huyen de nosotros como la primera vez (v. Jos 8:6); de seguro que lo pensaron así. De este modo es como la prosperidad misma de los necios los endurece y los arruina hasta su completa destrucción.

4. Cuán completa fue la victoria de Israel sobre Hay, mediante el favor y la bendición de Dios. Cada uno hizo lo que estaba de su parte.

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