Judas 1:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Judas ha comenzado a desenmascarar a los falsos maestros y procede ahora: 1) A poner tres ejemplos de castigos famosos en el Antiguo Testamento (vv. Jud 1:5-7); 2) A describir, en rasgos generales, los vicios de estos impíos (v. Jud 1:8); 3) A exponer su pecado de blasfemia (vv. Jud 1:9, Jud 1:10); 4) Su gran corrupción (vv. Jud 1:11-13); 5) Y su juicio (vv. Jud 1:14, Jud 1:15). 6) Procede finalmente a compendiar los rasgos que caracterizan el orgullo de tales individuos (v. Jud 1:16).

1. El autor sagrado quiere refrescar la memoria de sus lectores sobre cosas que ellos saben bien. Se trata de tres ejemplos, bien conocidos de los creyentes, en los que Dios infligió un severo castigo (vv. Jud 1:5-7).

(A) El primer ejemplo (v. Jud 1:5) está tomado de Núm 14:26-35: «Aunque ya conocéis (lit. sabéis) perfectamente todo esto, quiero haceros memoria de que el Señor sacó a su pueblo de la esclavitud de Egipto, pero luego hizo perecer a los que no creyeron» (NVI). Tres detalles son dignos de observación: (a) La frase «sabéis todas las cosas» (lit.) es parecida a la de 1Jn 2:20 (según lectura probable), y así como allí se halla cualificada por el contexto (la doctrina ortodoxa sobre Cristo), aquí se refiere a los tres casos que siguen. (b) Quiere hacerles a la memoria todo esto, a fin de que recuerden las consecuencias que tuvo aquel pecado de incredulidad. (c) La tercera lección es que no sirve pertenecer al pueblo de Dios si no se observa una conducta digna de tal privilegio.

(B) El segundo ejemplo se refiere a los ángeles caídos (v. Jud 1:6): «Y a los ángeles que no guardaron su posición de preeminencia, sino que abandonaron su propia morada, los retiene en oscuras mazmorras, condenados a cadena perpetua hasta el juicio del gran Día» (NVI). Este versículo necesita un examen más atento. Conviene también dar un repaso al comentario a 1Pe 3:19. Una cosa es segura: Judas está citando del apócrifo Libro 1 de Henoc y, con ello, garantiza la verdad de lo que dice, sin insinuar por eso que dicho libro sea inspirado.

(a) No cabe duda de que la referencia es a verdaderos «ángeles», no «mensajeros» humanos. J. Alonso hace notar que esto «se entiende perfectamente al tener en cuenta un pasaje del Deuteronomio en la traducción de los LXX y otro del Génesis». El primero es Deu 32:8, donde los LXX traducen «ángeles» donde el hebreo dice «hijos de Dios» (comp. con Dan 10:13). El segundo es Gén 6:4, donde también algunos MSS de los LXX dicen «ángeles».

(b) Según el propio Libro de Henoc, los ángeles que aquí se mencionan vinieron a la tierra y se unieron carnalmente a hijas de los hombres. A esto se refiere la frase de Judas de que «no guardaron su dignidad» (gr. arkhén), esto es, el principado especial propio de espíritus superiores, por naturaleza, a los hombres. «Su propia morada» era, pues, el cielo, el cual abandonaron para descender a la tierra y vivir entre los hombres, con las mismas pasiones de éstos.

(c) El castigo aplicado a tales ángeles, según Judas (tomado tambien del Libro de Henoc), consiste en ser retenidos por Dios en oscuras mazmorras hasta el día del juicio. Esto parece concordar con lo que vimos en 1Pe 3:19, y añade cierto peso a la opinión de que también allí se trata de tales ángeles («espíritus», sin más, dice Pedro).

(C) El tercer ejemplo (v. Jud 1:7) está tomado de Gén 19:4-25 (v. tambien 2Pe 2:6, 2Pe 2:10): «De un modo semejante, Sodoma y Gomorra, así como las ciudades circunvecinas, se entregaron a la inmoralidad sexual y a vicios carnales contra naturaleza. Por eso quedan a la vista como un ejemplo de escarmiento, tras de sufrir el castigo de un fuego eterno» (NVI). El castigo de las ciudades de la Pentápolis es bien conocido por la historia del Génesis, pero este versículo Jud 1:7 de Judas ofrece dos dificultades:

(a) ¿A quiénes se refiere Judas al decir textualmente: «… de modo semejante a éstos»? No puede referirse a las ciudades, puesto que autás es femenino, mientras que toútois es masculino o neutro. Al tratarse aquí de seres culpables, el neutro queda también eliminado. Tampoco es probable que se refiera a los impíos que son el tema de la epístola, pues: Primero, están muy lejos en la construcción gramatical; segundo, resulta muy difícil aplicarles a ellos lo de ir tras de una carne diferente (lit.). Sólo puede aplicarse a los ángeles del versículo anterior, cuyo pecado, «según esa tradición judía que utiliza Judas, consistió en ir detrás de otra carne diferente de la carne que supuso en los ángeles esa tradición primitiva» (Alonso). Véase también Gén 19:1-11, en que los ángeles habían tomado un cuerpo semejante, aunque no igual, al de los hombres.

(b) Añade Judas que las ciudades nefandas fueron condenadas al fuego eterno. ¿Cómo puede entenderse esto? Sin duda, a que fueron consumidas para siempre. Pero, como observa Payne, «probablemente, estaban en la mente del autor los fuegos del infierno (cf. Mar 9:43)».

2. Después de citar estos tres ejemplos, que habían de servir de escarmiento (v. Jud 1:7) a quienes tuviesen vicios semejantes a los de dichos tres casos, el autor sagrado va a describir las características de los falsos maestros que son su tema, y comienza por compendiarlas en dos rasgos: arrogancia y corrupción (v. Jud 1:8): «Exactamente de la misma manera, estos soñadores polucionan su propio cuerpo, rechazan la autoridad y ultrajan a los seres celestiales» (NVI).

(A) Hay una semejanza grande entre el comportamiento de los incluidos en los tres casos citados en los versículos Jud 1:5-7, y el de los falsos maestros a que Judas alude en su carta, pues en dichos tres casos se destaca la carnalidad sexual, que es también una de las principales características de los falsos maestros: «polucionan su propio cuerpo», dice Judas.

(B) El autor sagrado los llama soñadores (en participio de presente), lo que insinúa, según opinan J. Alonso y D. Payne, que pretextaban que sus acciones inmorales estaban legitimadas por ciertas visiones que habían recibido.

(C) Lo de «rechazan la autoridad» (lit. el señorío) es muy poco probable (comp. con 1Pe 5:3) que se refiera a la Iglesia (contra J. Alonso). Salguero está en lo cierto: «Los falsos doctores rechazan la soberanía de Cristo, nuestro Señor, no al hacer caso de sus ordenaciones».

(D) ¿Qué significa la última frase: «blasfeman de las glorias» (lit.)? Es seguro que, por «glorias», han de entenderse los ángeles buenos. Dice Alonso: «Esta injuria a los ángeles puede entenderse de varias maneras. La inmoralidad de los herejes suponía una ofensa para los ángeles que velan por la observancia de la ley de Dios. O tal vez, en sus especulaciones, los falsos doctores dejaban malparada la dignidad de los ángeles».

3. En los versículos Jud 1:9, Jud 1:10, Judas pone atención especial en el pecado de blasfemia de estos falsos maestros, sin dejar de mencionar (v. Jud 1:10) su corrupción, de la que tratará con más detalle en los versículos Jud 1:11-13. Dicen así los versículos Jud 1:9 y Jud 1:10: «Pero el propio arcángel Miguel, cuando estaba disputando con el diablo acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a lanzar contra él ninguna acusación injuriosa, sino que se limitó a decirle: Que el Señor te reprenda . Éstos, en cambio, vituperan todo aquello que no entienden; y las cosas que en tienden por mero instinto, como los animales desprovistos de razón esas cosas son justamente las que les echan a perder» (NVI).

(A) El versículo Jud 1:9 parece depender del apócrifo Asunción de Moisés, basado a su vez, en Deu 34:6, donde se atribuye a Jehová el enterramiento de Moisés, de forma que nadie pudiese saber dónde se hallaba su sepulcro. Judas contrapone la arrogancia insolente de los falsos maestros a la prudente moderación con que el propio arcángel Miguel respondió, según el citado apócrifo, cuando Satanás reclamó el cuerpo de Moisés por su proceder en Éxo 2:12. La frase «El Señor te reprenda» está tomada de Zac 3:2.

(B) En cambio (v. Jud 1:10) estos soñadores, al ultrajar a los ángeles (v. Jud 1:8), están vituperando las cosas que ignoran, pues son incapaces de elevarse hasta las realidades del mundo espiritual. Sólo conocen el mundo material, pero aun en este mundo material se conducen como los brutos animales, con la diferencia de que los animales irracionales se guían por el instinto y, por tanto, obran conforme a las normas que Dios les señaló al crearlos, mientras que éstos abusan precisamente de su razón para ser esclavos del instinto al seguir la inclinación de su corrompida naturaleza.

4. Esta corrupción, no sólo sexual, de los falsos maestros es tipificada por Judas (v. Jud 1:11) en tres personajes del Antiguo Testamento, pasando luego el autor sagrado a una descripción alegórica de la catadura moral de los falsos maestros. Dicen los versículos Jud 1:11-13: «¡Ay de ellos! Han seguido el camino de Caín; se han lanzado por lucro al extravío de Balaam, y han perecido en la rebelión de Coré. Estos individuos son manchas deshonrosas en vuestros banquetes fraternales (lit. en vuestros ágapes), comiendo y bebiendo con vosotros sin el menor escrúpulo pastores que sólo se alimentan a sí mismos . Son nubes sin agua, que el viento arrastra; árboles de fin de otoño, sin fruto y desarraigados dos veces muertos . Son olas encrespadas del mar, que arrojan la espuma de su propia desvergüenza; estrellas errantes, a las cuales está reservada para siempre la más densa oscuridad» (NVI).

(A) Como hace notar Payne, estos falsos cristianos «están tipificados por una carencia general de espiritualidad (como Caín); por motivos impíos y por avaricia (como Balaam); y por rebelión contra la autoridad divina (como Coré). Además, el error de Balaam apunta a la inmoralidad y la falsa adoración (cf. Núm 31:16; Apo 2:14)».

(B) La descripción alegórica de la inmoralidad de estos falsos maestros (vv. Jud 1:12, Jud 1:13) está hecha por medio de una serie de brillantes metáforas, en lo que Judas muestra su cercano parentesco con Santiago, quien también hace gala, en su epístola, de una brillante imaginación. Seis son las metáforas en las que estos inmorales seudomaestros son comparados a cosas aparentemente inútiles, peor aún, perjudiciales.

(a) Los describe primero como manchas, aunque según el gr. spiládes son, con mayor probabilidad, ocultas rocas marinas que presentan para las naves un grave peligro de naufragio: «escollos que hacían naufragar la fe de los que se reunían con ellos» (Salguero). Por ágapes se han de entender (v. 1Co 11:17-34) los banquetes fraternales que los primeros cristianos celebraban con ocasión de celebrar la Cena del Señor, por lo que su actuación impúdica y escandalosa era tanto más lamentable cuanto que, como parece ser, no sólo se habían introducido solapadamente (v. Jud 1:4) en la membresía de la iglesia, sino que en ella ocupaban puestos de responsabilidad especial.

(b) En efecto, Judas los describe a continuación como «apacentándose a sí mismos» (lit.), lo que insinúa que habían logrado solapadamente el oficio de pastores de las congregaciones, para desempeñar en ellas, no el papel del pastor mercenario (v. Jua 10:12, Jua 10:13), sino el de lobo, que es mucho peor. J. Alonso opina que la frase significa primordialmente que «tal vez no reconocían a los jefes de la Iglesia». Por su comparación con Coré, se palpa, en efecto, que se oponían a la autoridad de los apóstoles.

(c) Los compara después a nubes sin agua, arrastradas por los vientos (v. Jud 1:12), es decir, que prometen lluvia, pero no sueltan ni una gota de agua, con lo que resultan engañosas en extremo (comp. con Pro 25:14, aplicado al hombre que promete, pero no cumple).

(d) La siguiente metáfora es sumamente brillante (v. Jud 1:10): «árboles de fin de otoño, sin fruto y desarraigados dos veces muertos» . Los árboles mueren dos veces: cuando se secan y cuando se arrancan de raíz. De la misma manera, estos farsantes nunca recibieron el agua de la gracia por medio de la Palabra de Dios (comp. con Mat 15:13; Heb 6:7, Heb 6:8. Este último lugar, sólo probable), sino que, «al estar ya una vez muertos en sus delitos y pecados (Efe 2:1), todavía, después de profesar conversión, estaban muertos para las buenas obras (cf. Stg 2:17, Stg 2:26)» (Payne).

(e) En una quinta metáfora (v. Jud 1:13), son comparados a olas encrespadas del mar, que arrojan la espuma de su propia desvergüenza (NVI). Comenta Salguero: «La conducta impetuosa y obscena de estos malvados es comparada a las furiosas olas del mar, que arrojan a la costa impurezas y fango».

(f) La sexta y última metáfora (v. Jud 1:13) los compara a estrellas errantes, a las cuales está reservada para siempre la más densa oscuridad (NVI). De nuevo tenemos aquí una alusión al apócrifo Libro de Henoc, según el cual los planetas abandonaron un día el puesto que Dios les había señalado. La semejanza con los ángeles del versículo Jud 1:6 es notoria. Dice Alonso: «Los falsos doctores, que se dan por luz, no son más que extravío. La condenación les aguarda».

5. El autor sagrado ha comenzado ya a insinuar el destino que les espera a estos farsantes, pero lo va a detallar en los versículos Jud 1:14 y Jud 1:15, que dicen así: «Enoc, el séptimo patriarca contando desde Adán, profetizó así acerca de éstos: Mirad, el Señor viene acompañado de millares y millares de sus santos (lit. el Señor vino con sus santas miríadas), para juzgar a todos y dejar convictos a todos los impíos de todas las impiedades que han cometido de manera impía, y de todas las insolencias que los pecadores impíos han proferido contra Él » (NVI). En este versículo Jud 1:15 ocurre tres veces, no cuatro, la misma raíz en un sustantivo (asebeías), en un verbo (esébesan, en aoristo) y en un adjetivo (asebeís).

(A) Como hace notar Salguero, el autor sagrado intercala lo de «el séptimo desde Adán» (lit.) «para impedir que se confunda con el tercero, llamado Enós» (Gén 5:6).

(B) Al decir que Enoc profetizó así acerca de éstos …, Judas se basa en el Libro 1 de Henoc Seudoepigrafía 1En_1.9. Comenta Ryrie: «Aunque esta profecía se halla en el libro no canónico de Enoch (Seudoepigrafía 1En_1.9), la profecía original fue pronunciada por el Enoch de la Biblia (Gén 5:19-24; cf. Heb 11:5, Heb 11:6) y más tarde fue desarrollada e incorporada al Libro de Enoch».

(C) El texto mismo de la citada profecía se halla en dicho libro apócrifo, pero sus afirmaciones quedan autenticadas y garantizadas al ser usadas en un libro inspirado como es esta Epístola de Judas. «Aquí se describe el juicio divino como universal, y anuncia la suerte terrible reservada a los impíos en el gran día del Señor, cuando Cristo aparezca rodeado de sus santas miríadas, es decir, de sus ángeles (cf. Dan 7:10; Mat 25:21). Entonces todo será conocido y retribuido, no sólo las obras impías, sino tambien las palabras ultrajantes contra Dios (v. Jud 1:15)» (Salguero).

6. En el versículo Jud 1:16; el autor sagrado compendia las características de los falsos doctores: «Éstos son murmuradores (gr. gongustaí; más exacto, refunfuñadores; comp. con Núm 16:11, Núm 16:41; 1Co 10:10) y querellosos, es decir, descontentos de todos y de todo, que marchan conforme a sus concupiscencias (lit.), guiados únicamente por sus malos deseos, y su boca habla cosas arrogantes (el mismo vocablo de 2Pe 2:18) y admiran las personas (lit. rostros; gr. prósopa) por causa del provecho» (lit.). Esta última frase significa que son aduladores que sólo lo hacen por razón del provecho que obtienen con sus falsas alabanzas. Cuatro pinceladas le han bastado para un buen retrato de estos malvados.

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