Jueces 6:11 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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No se nos dice el efecto que tuvo en el pueblo este mensaje del profeta, pero podemos suponer que lo tuvo y que, al menos algunos de ellos se arrepintieron y cambiaron de conducta, ya que, inmediatamente después, tenemos el alborear de su liberación mediante el llamamiento efectivo de Gedeón para que se pusiera al frente de las fuerzas de Israel a fin de luchar contra los madianitas.

I. La persona comisionada para este servicio fue Gedeón, hijo de Joás (v. Jue 6:14). Su padre observaba en el seno de la familia el culto a Baal (v. Jue 6:25), contra el que hemos de suponer que Gedeón daba testimonio en cuanto estaba en su mano. Era de la media tribu de Manasés que se había establecido en Canaán, y de la familia de Abiezer, la casa más antigua de esta tribu (Jos 17:2).

II. La persona que le dio la comisión fue el Ángel de Jehová. Este ángel es llamado aquí Jehová, el nombre incomunicable de Dios (vv. Jue 6:14, Jue 6:16); y le dijo: Ciertamente estaré contigo.

1. Esta persona divina se apareció aquí a Gedeón y es de notar cómo le halló: (A) Gedeón estaba solo. Dios se muestra con frecuencia a los suyos cuando están retirados del ruido y de las prisas de este mundo. (B) Estaba dedicado a sacudir el trigo con un bastón o báculo, probablemente porque era muy poco el trigo que tenía que sacudir y, por eso, no necesitaba bueyes para esa labor. El trabajo en que estaba ocupado era como una figura del trabajo mucho más importante al que ahora iba a ser llamado, algo semejante a lo que les sucedió a los discípulos cuando estaban pescando y los llamó el Salvador para que fuesen pescadores de hombres. De sacudir el trigo fue llamado a trillar a los madianitas (comp. con Isa 41:15). (C) Estaba bajo opresión, pues sacudía el trigo, no en la era, que es su propio lugar, sino en el lagar, en un rincón escondido, por miedo a los madianitas.

2. Veamos ahora lo que pasó entre el ángel y Gedeón, quien no se dio cuenta de que era el Angel de Dios hasta que éste desapareció, sino que supuso que era un profeta.

(A) El ángel le saludó con todo respeto y cortesía, asegurándole de la presencia de Dios con él (v. Jue 6:12). Con esas palabras: (a) Le da la comisión. (b) Le atribuye las cualidades necesarias para llevar a cabo la comisión. (c) Le asegura el éxito, porque, si Dios está por nosotros, ¿quién puede prevalecer contra nosotros?

(B) Gedeón correspondió con una respuesta muy melancólica a tan gozoso saludo (v. Jue 6:13): Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? El ángel le había dicho en particular: Jehová está contigo, pero él generaliza: Si Jehová está con nosotros …, contándose a sí mismo como una oveja perdida entre los miles y miles de israelitas, sin admitir un consuelo personal que no pueda ser compartido por todo el pueblo. Gedeón era varón esforzado en valor, pero de fe débil. Es cierto que no hemos de esperar que los milagros obrados en la plantación de la Iglesia continúen hoy que la Iglesia está establecida de antiguo por todo el mundo, como también es verdad que no hemos de esperar que las grandes misericordias de Dios mostradas a nuestros mayores sean compartidas por nosotros, si nos rebelamos contra Él y no caminamos como es propio de un cristiano.

(C) El ángel le dio una réplica contundente a sus objeciones, al comisionarle para librar a Israel de las manos de los madianitas, y al asegurarle el éxito en tal empresa (v. Jue 6:14). Ahora el ángel es llamado Jehová, como quien habla con toda autoridad, y no como un simple mensajero:

(a) Hubo algo de extraordinario en la tierna mirada que ahora le lanzó a Gedeón: Y mirándole Jehová le dijo … como sonriendo ante la respuesta de Gedeón y hablándole con tal seguridad, que pronto había de sentir Gedeón un poder con el que contestarse a sí mismo y avergonzarse de haber hablado tan melancólicamente. Fue una mirada de las que hablan, como la de Jesús a Pedro (Luc 22:61), una mirada poderosa que atravesó el pecho de Gedeón hasta llenar de luz y vida su corazón.

(b) Pero hubo algo más en lo que le dijo de palabra. Primero, le comisionó para aparecer y actuar como libertador de Israel, tal como muy pocos en Israel, y el mismo Gedeón entre ellos, esperaban que se levantase. Y ahora se le dice a Gedeón: «Tú eres el hombre, ve con esta tu fuerza, con la misma que empleas para sacudir el trigo, y empléala en otra tarea más noble; te voy a hacer trillador de hombres; no vas con tu fuerza, sin con esta tu fuerza, la que acabas de recibir de Dios y con la que has de fortalecerte a ti mismo». Segundo, le asegura el éxito: «Salvarás a Israel de la mano de los madianitas; no sólo serás testigo de vista de ello, sino que serás glorioso instrumento de maravillas semejantes a las que tus mayores te narraron». Podemos suponer que Gedeón se quedaría atónito ante el extraño y sorprendente poder con que era investido.

(D) Gedeón opuso todavía una modesta objeción a la comisión que se le encomendaba (v. Jue 6:15): «Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel?» Con esta pregunta daba a entender: (a) Ya fuese desconfianza en el poder de Dios, lo cual no es probable. (b) Ya fuese meramente el deseo de conocer la estrategia que había de emplear. (c) Ya fuese, más bien, una humilde desconfianza de sí mismo, como le había ocurrido a Moisés (Éxo 3:11.). Aunque el ángel le había honrado y exaltado, él se ve todavía pequeño e insignificante: «He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. ¿Qué voy a intentar hacer yo, cuando me falta toda cualificación para ese servicio y, además, soy indigno de tal honor?» Pero a Dios le place exaltar a los humildes.

(E) Esta objeción es también rápidamente contestada mediante una repetición de la promesa de que Dios estaría con él (v. Jue 6:16): «Ciertamente yo estaré contigo para instruirte y fortalecerte, dándote además la seguridad de que derrotarás a los madianitas como si fuera un solo hombre, tan fácil y tan efectivamente como si en realidad tuvieses que luchar con un solo madianita. Todos los millares de Madián serán para ti como un solo cuello que cortar».

(F) Gedeón desea ver confirmada su fe tocante a esta comisión y pide humildemente a esta persona, quienquiera que sea: (a) Una señal (v. Jue 6:17). En la presente dispensación, no hemos de esperar tales señales ante nuestros ojos, como pidió Gedeón, sino orar a Dios, por medio del Espíritu Santo, con todo afán que, si hemos hallado gracia a sus ojos, nos muestre una señal en lo íntimo del corazón, mediante la poderosa acción del mismo Espíritu, que complete y perfeccione la obra de la fe. (b) También le pide que le de una oportunidad más amplia de conversar con él (v. Jue 6:18). Ante la promesa del ángel de quedarse con él para aceptar su ofrenda, está deseoso: Primero, de ofrecer sus agradecidos y generosos respetos a este extraño personaje y, en él, a Dios que le ha enviado. De lo poco que los madianitas le habían dejado, quiere hacer partícipe a un amigo, especialmente siendo éste un mensajero celestial. Segundo, de investigar más a fondo quién era este personaje extraordinario. Lo que le presentó fue una ofrenda (v. Jue 6:18), y el término usado es el mismo que el empleado para la oblación de Lev 2:1. Si se la comía, estaría claro que era un hombre, un profeta; si no se la comía, como así fue, es que se trataba de un ángel.

(G) El ángel le ordenó que tomara la carne y los panes y lo pusiera todo sobre una peña, y que vertiera el caldo encima (v. Jue 6:20), y así lo hizo él, creyendo, sin duda, que el ángel iba a darle entonces una señal: (a) El ángel tornó la oblación en ofrenda encendida, de olor grato a Jehová (Lev 2:2). (b) Sacó fuego de la roca para consumir la oblación, con lo que le dio una señal de que había hallado gracia en sus ojos. La aceptación del sacrificio significaba la aceptación de la persona y así confirmaba la comisión que le había dado. (c) Inmediatamente después, el Ángel de Jehová desapareció de su vista.

(H) Gedeón tuvo entonces un miedo tremendo, a pesar de que su fe había sido confirmada. Por la forma en que el ángel aceptó y consumió el sacrificio, Gedeón se percató de que había visto a Dios en la forma del Ángel de Jehová, y pensó que iba a morir (v. Jue 6:23), como lo pensó después (Jue 13:21), en ocasión similar, el padre de Sansón. Le falló ahora el valor a Gedeón, pero Dios le aquietó el turbado ánimo dándole palabra de paz: «Paz a ti; no tengas temor, no morirás». Al que los israelitas temían ver, bajo pena de muerte, lo vieron, ya encarnado, lo contemplaron y lo palparon los discípulos (1Jn 1:1-2) y nosotros, que ahora andamos por fe, lo veremos también un día (1Jn 3:2) y estaremos siempre con el Señor (1Ts 4:17).

3. Como memorial de esta visión, edificó allí Gedeón un altar a Jehová (v. Jue 6:24), siendo así un monumento de la extraordinaria experiencia que había tenido, y le puso al altar el nombre de Yahweh shalom, que significa Dios (es) paz. Con esto se daba a entender no sólo que Dios había llevado la paz al ánimo turbado de Gedeón, sino, en el sentido bíblico del vocablo «paz», bienestar completo y prenda segura de liberación para Israel.

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