Lucas 20:27 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Lucas 20:27 | Comentario Bíblico Online

I. En todas las épocas han existido hombres de mente corrompida, quienes se han empeñado en subvertir los principios fundamentales de la religión revelada, como «los saduceos, los cuales sostienen que no hay resurrección» (v. Luc 20:27), ni estado futuro, ni mundo de los espíritus, ni estado de recompensa y castigo por lo que hemos hecho mediante el cuerpo (2Co 5:10). Si se niegan estas verdades, toda religión cae por su base.

II. Es cosa corriente entre los que están predispuestos a negar las verdades divinas tratar de ridiculizarlas. Así hicieron estos saduceos para debilitar la fe del pueblo en la resurrección de los muertos. Presentaron un caso en que una mujer había tenido siete maridos; todos ellos eran hermanos que al no dejar descendencia se sucedían unos a otros en tener aquella mujer ya que a ello les obligaba la ley del levirato (v. Deu 25:5). El caso era fingido, sin duda alguna; porque, tras la muerte del tercero o el cuarto, qué hombre en su sano juicio se atrevería a tomarla por esposa, al ver lo que les había ocurrido a los anteriores? La pregunta de los saduceos era, de todas formas: «En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos era mujer?» (v. Luc 20:33).

III. Jesús viene a decir que la condición de los hijos de Dios en el cielo, después de la resurrección, será muy diferente de la condición de los hijos de Dios en este mundo. En efecto:

1. «Los hijos de este siglo; es decir, en este mundo, se casan [ellos] y se dan en casamiento [ellas]». Uno de los quehaceres más obvios y necesarios en esta vida es fundar hogares y proveer para las familias. La naturaleza, el mandato de Dios y el mismo instinto nos inducen a gozarnos en la compañía de nuestra esposa y de los hijos; el matrimonio está destinado a hacer más llevadera la vida presente.

2. Pero el mundo venidero es otra cosa, es llamado también «siglo» (v. Luc 20:35) por contraste y para resaltar sus ventajas. Jesús declara:

(A) Quiénes serán los habitantes del otro mundo: «Los que sean tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo» (comp. con Hch 13:46). No es que tengan derechos legales, sino la dignidad que el Evangelio confiere a quienes reciben la Palabra con fe y arrepentimiento. Es una dignidad que se nos confiere para glorificación, así como nos fue imputada la justicia de Dios para salvación. Por gracia somos hechos dignos de obtener la vida eterna. El verbo alcanzar insinúa cierta dificultad, no por parte de la misericordia de Dios, sino a causa de la perversidad del hombre; por eso, es menester correr (v. 1Co 9:24; Gál 5:7; Flp 2:16; Heb 12:1) para alcanzar aquel siglo mediante una gloriosa resurrección.

(B) Cuál será el feliz estado de los habitantes de aquel siglo no podemos concebirlo y, menos aún, expresarlo (v. 1Co 2:9). Véase lo que dice Cristo aquí:

(a) Que «ni se casan ni se dan en casamiento». Las nupcias son cosa de este mundo, no del otro.

(b) La primera razón que Cristo da de esta diferencia es que ya no pueden morir (v. Luc 20:36); por tanto, no hace falta la reproducción, mediante la cual los que mueren dejan su lugar a los que nacen, con lo que se perpetúa en la tierra la especie humana. Donde no hay muerte, no se necesita sucesión. Aquí reina la muerte (Rom 5:17), pero allí sólo reinará la vida inmortal (Rom 2:7).

(c) Allí los seres humanos serán «como ángeles». No dice que serán ángeles, pues el cuerpo resucitado y glorioso no dejará de ser cuerpo, mientras que los ángeles son espíritus incorpóreos. Lo de «cuerpo espiritual» de 1Co 15:44 no significa que el cuerpo haya de ser convertido en espíritu, sino que será totalmente gobernado y movido por el espíritu. Así como los ángeles son una especie de aborígenes del cielo, pues aquella es su patria nativa, los justos resucitados serán naturalizados en ella, ya que, al tener allí su ciudadanía (Flp 3:20), es natural que gocen de los privilegios que tal ciudadanía comporta.

(d) «Y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección». Al haber nacido de Dios (Jua 1:13) mediante la Palabra y el Espíritu (Jua 3:5), Dios les resucitará mediante el mismo Espíritu para que habiten allí, pues son sus herederos (Rom 8:11, Rom 8:17). Los justos son hijos de Dios, del mismo modo que los ángeles son llamados también (v. Job 1:6; Job 2:1, etc.) hijos de Dios (en cuanto a Gén 6:2, v. el comentario en su lugar).

IV. Es una verdad indudable que existe otra vida después de ésta: «Pero que los muertos resucitan, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza (v. Éxo 3:6), cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob» (v. Luc 20:37). Cuando Dios dijo las frases que leemos en Éxo 3:6, Abraham, Isaac y Jacob estaban ya muertos para este mundo desde hacía muchos años; ¿cómo, pues, pudo decir Dios, no «Yo era», sino «Yo soy el Dios … de Abraham»? Por tanto, debemos concluir que Abraham, Isaac y Jacob estaban entonces en el otro mundo, «porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos» (v. Luc 20:38). Lucas añade aquí una frase de Jesús, que sólo él nos ha conservado: «pues para Él [Dios] todos viven». Como si dijese: «No importa lo que los hombres digan de los fieles difuntos, pues para Dios están vivos, están en su presencia y cercanía; muertos al pecado para siempre, para siempre viven para Dios», a quien para siempre servirán reinando (v. Rom 6:10-11; Gál 2:19; Apo 22:3, Apo 22:5). Y no sólo viven para Dios, sino que Dios mismo vive para ser su escudo y su galardón sobremanera grande (Gén 15:1). ¡Cómo no andamos en anhelo de alcanzar aquel siglo!

Lucas 20:27 explicación
Lucas 20:27 reflexión para meditar
Lucas 20:27 resumen corto para entender
Lucas 20:27 explicación teológica para estudiar
Lucas 20:27 resumen para niños
Lucas 20:27 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí