Lucas 4:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Lucas 4:1 | Comentario Bíblico Online

En este relato de la tentación de Jesús, obsérvese:

I. Cómo fue preparado y capacitado para soportarla:

1. Fue «lleno del Espíritu Santo», quien había descendido sobre Él en figura visible de paloma. Bien armados van contra las peores tentaciones del diablo quienes van llenos del Espíritu Santo.

2. Regresaba del Jordán, donde había sido bautizado y donde había oído la voz del cielo que le había designado como el Hijo Predilecto de Dios. Cuando hemos tenido las experiencias más consoladoras de la comunión con Dios, y disfrutado de los más exquisitos favores de su gracia, es de esperar que Satanás nos asalte, como asaltan los piratas los barcos cargados con las más preciosas mercancías, y que Dios lo permita, a fin de que el poder de su gracia se manifieste y engrandezca en nuestra debilidad y pequeñez.

3. «Era conducido por el Espíritu al desierto.» En el desierto parecía tener el tentador cierta ventaja, pues sorprendería allí a Jesús solo («¡Ay del solo!», Ecl 4:10). Él podía dar al diablo cierta ventaja, pues era consciente de su propia fortaleza; pero nosotros no podemos hacerlo, pues somos conscientes de nuestra gran debilidad. Con todo, Él se preparó bien para estos asaltos, al ayunar durante cuarenta días (v. Luc 3:2). Podemos suponer que pasaría aquellos días en meditación y en comunión íntima con Dios, como Moisés en el Sinaí.

4. «Y no comió nada durante esos días.» Así como, al retirarse al desierto, se había desentendido del mundo, al ayunar se desentendió del cuerpo; y Satanás no puede agarrar fácilmente a quienes han roto sus lazos con el mundo y con la carne.

II. Cómo fue asaltado por sucesivas tentaciones, y cómo derrotó al diablo en cada asalto. Ya había sido tentado por el diablo durante aquellos cuarenta días (v. Luc 3:2), pero el diablo redobló sus ataques cuando se dio cuenta de que Jesús tenía hambre.

1. Primero le tentó a desconfiar del Padre, como si este se hubiese despreocupado de su Hijo Predilecto, y a que se las arreglase por sí mismo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan» (v. Luc 3:3). En lo que viene a decirle: (A) «Te aconsejo que lo hagas por ti mismo, pues Dios, si es tu Padre, se ha olvidado de ti». Si comenzamos a pensar o a vivir de acuerdo a nuestros propios planes, sin depender de la providencia de Dios, inmediatamente hemos de percatarnos de que se trata de una tentación del diablo y, por tanto, hemos de rechazarla sin contemplaciones, pues el objetivo principal de Satanás es desligarnos de la dependencia de Dios (v. Gén 6:1-6). (B) «Te reto a que lo hagas, si puedes; si no lo haces, concluiré que no eres el Hijo de Dios». Pero Cristo no cedió a la tentación: (a) Porque no estaba dispuesto a hacer lo que le pidiera el diablo. No debemos hacer nada que nos haga aparecer como «dando lugar al diablo» (Efe 4:27). Los milagros se hacían en confirmación de la fe y el diablo no tenía ninguna fe que confirmar. (b) Jesús hacía los milagros para ratificar su doctrina y, por eso mientras no comenzase a predicar, no iba a realizar milagros. (c) No iba a hacer milagros para agradarse a sí mismo. Prefería convertir el agua en vino para beneficio de sus amigos, que las piedras en pan para su propia conveniencia. (d) Iba a reservar para después las pruebas de su filiación divina. (e) No iba a hacer ninguna cosa con la que pareciese desconfiar del Padre. Como debe hacer todo buen hijo de Dios, prefería vivir en completa dependencia de las palabras y de las promesas del Padre Celestial. Por eso, replicó al diablo con un texto bíblico apropiado: «Está escrito» (v. Luc 3:4). La Palabra de Dios es nuestra espada, y nuestra fe en esa palabra es nuestro escudo; por eso, deberíamos ser poderosos en la Palabra de Dios. El texto con que replicó al diablo está tomado de Deu 8:3: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios». Como si dijese: «No necesito convertir la piedra en pan, porque el hombre puede vivir con cualquier cosa que Dios le asigne» (comp. con Jua 4:34). Dios tiene muchos medios de proveer para sus hijos, aun cuando parezcan faltar los medios normales de subsistencia; por lo tanto, no hay por qué desconfiar de Él, sino depender de Él en toda circunstancia, y cumplir siempre con nuestro deber, porque entonces Dios se encargará de las circunstancias.

2. Le tentó después el diablo a que le rindiese homenaje de adoración, prometiéndole a cambio «todos los reinos de la tierra habitada» (vv. Luc 3:5-7). Lucas pone esta tentación en segundo lugar, pero Mateo la pone al final, que es seguramente su sitio. Obsérvese:

(A) Cómo propuso Satanás esta tentación:

(a) Puso ante los ojos del Señor «en un momento», todos los reinos del mundo. Para eso, «le condujo a un alto monte». Podemos asegurar que, más bien que una visión directa, imposible en un momento de tiempo, se trató de una especie de caleidoscopio en que Satanás hizo pasar rápidamente, como en cámara rápida, los reinos del mundo con su gloria y poderío (v. Luc 3:6).

(b) Le aseguró a Cristo que todo aquello le había sido entregado, lo cual era una media verdad, pues al primer asalto del diablo (Gén 6:1-22), el principado de este mundo le fue ofrecido a Satanás «en bandeja» (v. Jua 12:31; Jua 14:30; Jua 16:11; Efe 2:2). Seguro de este dominio, el diablo dice, con otra media verdad: «se lo doy a quien quiero», sin contar que eso mismo cae bajo el control soberano de Dios.

(c) Se atreve a imponerle la condición de que se postre (¡el Hijo de Dios!) delante de él (¡Satanás!) Esta sugerencia venía a significar, ni más ni menos, que Cristo había de reinar bajo los dictados de Satanás. Con tal de hacerse con el corazón y la adoración del hombre, el diablo está dispuesto a repartir gloria, poder, honor y riqueza. ¿Por qué se empeña Jesús en ir a la Cruz, si el diablo le ofrece todos los reinos sin derramar una gota de sangre?

(B) Cómo venció Jesús también esta tentación del diablo. Le dio una repulsa perentoria llena de ira y horror santos: «Vete de mí, Satanás» (v. Luc 3:8). Tal tentación no merecía discusión, sino repulsa inmediata; y, con otro texto apropiado, hirió al diablo en la cabeza: «Porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a Él servirás» (v. Luc 3:8 comp. con Deu 6:13). Notemos que Jesús saca todas sus citas al demonio del libro más espiritual de la Ley: el Deuteronomio. Jesús había venido para que pudiésemos ser sacados de las tinieblas a la luz admirable de Dios (Hch 26:18; 1Pe 2:9), del poder de Satanás al de Dios, del culto a los demonios al culto al Dios vivo y verdadero. Por eso, la gran ley que Cristo restablece para todos los hombres es que «a Dios solo hay que adorar y servir».

3. En tercer lugar, vemos cómo el diablo le tienta a confiar presuntuosamente en la protección del Padre. Vemos aquí:

(A) Lo que le proponía el diablo con esta tentación: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo» (v. Luc 3:9). Quiere que Jesús requiera una prueba más de la protección del Padre, como si no bastase con la voz del Cielo y el descenso del Espíritu sobre Él. Quiere que Jesús use un nuevo método, de patente diabólica para mostrarse a los hombres como el Mesías esperado. Si desde el pináculo del templo proclamaba su mesianidad y, en prueba de ello, se arrojaba desde allí sin sufrir ningún daño, seguramente que todos le recibirían como enviado del Padre y venido del Cielo. Y, si acontecía que en la caída encontraba la muerte, el diablo quedaría más que satisfecho, pues se lo habría quitado limpiamente de en medio.

(B) Para dar mayor peso y fuerza a la tentación, el diablo se atreve ahora a citar a la propia Escritura (v. Luc 3:10). Cristo había citado la Escritura contra Satanás, ahora Satanás citaba la Escritura en su favor. Verdaderamente, nunca es tan temible el diablo como cuando cita la Palabra de Dios, pues siempre la cita a medias, lo cual es peor que una mentira descarada. Y cuantos de este modo citan la Biblia no hacen otra cosa, consciente o inconscientemente, que seguir los caminos del diablo. La Escritura citada por el diablo es del Sal 91:11-12: «Dará orden a sus ángeles respecto de ti, para que te guarden con todo cuidado; te llevarán en las palmas de sus manos, para que no tropiece tu pie en ninguna piedra» (vv. Luc 3:10-11). Hay quienes piensan que la falsedad del diablo consiste en haber omitido la cláusula «en todos tus caminos», como aparece en el salmo. Pero, como dice Lenski, (a) en este caso, Jesús le habría respondido completando la cita; (b) el salmo no dice: «en todos sus (de Dios) caminos», sino: «en todos tus caminos». La falsedad del diablo está en que el salmo trata de la protección de Dios en casos de apuro, pero el arrojarse voluntariamente del pináculo del templo no era un caso de apuro, sino una ostentación peligrosa; en otras palabras, no era confiar en Dios, sino tentar a Dios. Por eso:

(C) Jesús le replica con otra cita bíblica, también tomada del Deuteronomio (Deu 6:16): «No tentarás al Señor tu Dios». Además, si Dios ya había dado la prueba suficiente de la misión divina de Cristo, el buscar otra por cuenta propia, además de tentar a Dios, era muestra de inexplicable desconfianza en Él.

III. Cuál fue el resultado final de este combate espiritual (v. Luc 3:13). Nuestro victorioso Redentor quedó firme en terreno sólido y conquistó un magnífico triunfo, no sólo para sí, sino también para nosotros. En efecto:

1. El diablo no tenía ya más flechas en su aljaba: «Cuando el diablo dio por concluida toda clase de tentación …» (v. Luc 3:13). Si Cristo sufrió, siendo probado, toda clase de tentación (comp. con Heb 4:15), ¿por qué no hemos de esperar también nosotros pasar por toda clase de tentaciones que nos hayan sido asignadas? Sobre todo, si sabemos que no seremos tentados por encima de nuestras fuerzas (1Co 10:13).

2. Acabadas las tentaciones, el diablo abandonó el terreno: «se alejó de Él». Vio que no tenía sentido continuar atacándole pues no hallaba en Jesús ningún punto flaco por donde entrarle. Si resistimos al diablo, huirá de nosotros (Stg 4:7).

3. Esto no quiere decir que Satanás hubiese desistido de sus propósitos; se alejó de Él «hasta un tiempo oportuno», hasta que llegase la hora de asaltarle de nuevo, no con halagos y promesas, sino con sufrimientos y persecuciones. Se marchó hasta aquella hora que Cristo llama la del «poder de las tinieblas» (Luc 22:53), cuando «el príncipe de este mundo viene» otra vez (Jua 14:30).

Lucas 4:1 explicación
Lucas 4:1 reflexión para meditar
Lucas 4:1 resumen corto para entender
Lucas 4:1 explicación teológica para estudiar
Lucas 4:1 resumen para niños
Lucas 4:1 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí