Estudio Bíblico | Explicación de Malaquías 3:1 | Comentario Bíblico Online
1. El capítulo comienza con «¡Heme aquí enviando a mi mensajero …!» (lit.). Como si dijera, en respuesta a la objeción de Mal 2:17 (al final): «¡Mirad lo que voy a hacer!». «Mi mensajero» es, en hebreo, precisamente malakhí, pero no se refiere a Malaquías, sino más bien a un futuro profeta que ha de preparar el camino para el día de Jehová. Por Mat 11:10, Mat 11:14; Mar 1:2; Luc 1:76; Luc 7:27 sabemos que ese profeta fue Juan el Bautista, «con el espíritu de Elías», pero por Mal 4:5 vemos que en un segundo nivel escatológico será el propio Elías (comp. con Apo 11:6), ya sea en persona o algún otro personaje, también «con el espíritu de Elías».
2. «El ángel del pacto» (v. Mal 3:1) es, sin duda alguna, el Mesías, esto es, el Señor Jesucristo (Mat 26:28; Jua 1:17, Heb 7:22, Heb 8:6, Heb 9:15; Heb 12:24), llamado también «el Ángel de la presencia de Jehová» (Éxo 33:14; Isa 63:9 y Hch 7:38), e innumerables veces desde Gén 16:7 «el Ángel de Jehová». Incluso eminentes comentaristas judíos ven en el Señor que viene a su templo y en el ángel del pacto al Mesías. Dice Feinberg: «No podemos pasar por alto las tres innegables pruebas de la divinidad de Cristo que aquí se presentan: (A) Es identificado con Jehová: … preparará el camino delante de mí …, dice Jehová de las huestes; (B) es indicado como el dueño del templo: a su templo; y (C) es llamado el Señor a quien buscaban».
3. En los versículos Mal 3:2 y Mal 3:3 vemos que el propósito de Dios, en su juicio, es purificar y refinar los caracteres. Una vez que los sacerdotes hayan sido purificados, las ofrendas que serán de presentadas nuevo en el templo del futuro serán aceptadas por Dios (v. Mal 3:4). El día de su venida (v. Mal 3:2), como se ve por el contexto posterior, es el de su segunda venida (comp. con Isa 61:2), no de la primera, y la equivocación de Juan el Bautista (v. Mat 3:10-12; Mat 11:2) estribó en la confusión de los dos niveles.
4. Pero lo que es purificación para unos, será castigo (v. Mal 3:5) para otros. Los responsables de injusticias sociales, no sólo pecan contra el prójimo, sino también contra Dios; con su conducta demuestran que no le temen. Dios mismo será testigo contra ellos en el día del juicio (v. Sof 1:14-18; Sof 3:18; Mar 13:14-37; 2Ts 2:1-12).
