Mateo 12:38 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Es probable que los fariseos de los que se habla aquí sean un grupo distinto del de los versículos anteriores, quienes habían cavilado malignamente contra Jesús (v. Mat 12:24) y no habían dado crédito a las señales que les había ofrecido. Este segundo grupo parece no contentarse con los milagros que Jesús había llevado a cabo y le pide una señal milagrosa que sea para ellos una prueba inequívoca quizá, como en Mat 16:11; Luc 11:16, «una señal del cielo», como si los milagros que había hecho no fuesen suficientes. Veamos:

I. Cómo se dirigen a Jesús (v. Mat 12:38). Le dan el título honorífico de Maestro, con lo que aparentan respeto, cuando lo que intentaban era tentarle. No todos los que llaman a Cristo Señor son de verdad servidores suyos (v. Mat 7:21). Le piden: Queremos ver una señal de parte tuya. Estaba muy puesto en razón que desearan ver una señal que Él demostrase, mediante milagros, Su divina misión. Pero no tenían ninguna razón para pedir una señal ahora cuando tantas señales había dado ya. Es connatural a los orgullosos prescribir a Dios lo que debe hacer, y poner luego excusas para no suscribirse a Él; pero tal ofensa nunca servirá de defensa.

II. Respuesta de Cristo a tan insolente demanda.

1. Jesús condena la demanda de ellos como lenguaje de una generación mala y adúltera (v. Mat 12:39). Imputa este cargo, no sólo a los escribas y fariseos, sino a la nación judía en general. Verdaderamente, eran una generación mala, pues no sólo se habían endurecido a sí mismos contra la convicción que comportaban los milagros de Cristo, sino que se atrevían a desafiarle y menospreciar las señales milagrosas que había llevado a cabo. Era también una generación adúltera, porque aunque no se fuesen tras los dioses falsos tampoco aceptaban al Marido Divino; como una esposa adúltera, se habían apartado en su corazón del Dios con el que estaban desposados por pacto; eran culpables de infidelidad, pues, aunque no fabricaban sus propios dioses, buscaban señales según su propio capricho, y también esto es adulterio espiritual.

2. Jesús rehúsa darles otra señal que la que ya les había dado, la señal del profeta Jonás. Aunque el Señor siempre está dispuesto a oír los buenos deseos y a contestar las sinceras peticiones, no va a satisfacer los malos instintos y las perversas intenciones. Pedís, y no recibís, porque pedís mal (Stg 4:3). Les fueron dadas señales a quienes las demandaban para robustecer su fe como fue el caso de Abraham y el de Gedeón pero les fueron negadas a los que las demandaban como excusa para su falta de fe.

Justamente podía Cristo haberles dicho: Ya no verán ningún otro milagro; pero notemos su maravillosa bondad: Tendrán una señal de naturaleza muy distinta de las señales que hasta ahora había obrado, y esta señal será la resurrección de Cristo después de estar tres días en el sepulcro. Esta será una señal de tal magnitud que confirmará, sobrepujará, completará y coronará todas las demás. Y aun así, encontraron los judíos una insensata evasión de tal evidencia, al decir: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron (Mat 28:13). Nadie tiene una ceguera tan incurable como el que no quiere ver.

A continuación, explica Jesús la señal del profeta Jonás, y les dice: Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches (v. Mat 12:40). De la misma manera que Jonás salió al tercer día del vientre del gran pez, como si fuese del corazón del mar (Jon 2:3), así también Jesús había de salir al tercer día del corazón de la tierra; es decir, del sepulcro. Y como Jonás fue despedido de su encierro, para ir a predicar a los de Nínive, así saldría Jesús de la tumba, para dar luego comisión a Sus discípulos de ir a predicar el Evangelio por todo el mundo. Hay quienes pretenden por este pasaje, que Jesús no fue crucificado en viernes, «preparación de la Pascua», porque «tres días y tres noches» = 72 horas, exigen que muriese el miércoles o, al menos, el jueves, pero lo cierto es (y lo confirma, según Lightfoot, el Talmud de Jerusalén) que los judíos contaban como día entero una parte del día, que comenzaba a la puesta del sol. Así que el día entero, y la parte de otros días, que el cuerpo de Cristo pasó en el sepulcro, se cuentan por tres días y tres noches.

3. Cristo toma pie de este símil, para declarar el perverso carácter y la triste condición de la generación en que vivía, una generación que rehusaba ser reformada. Las personas y las cosas pueden manifestarse aquí bajo falsos colores, y los caracteres, como las condiciones, son ahora muy cambiantes. Pero las cosas son realmente lo que son para toda la eternidad.

Ahora Cristo presenta a la generación judía de su tiempo:

(A) Como una generación que había de ser condenada por los hombres de Nínive, porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás (v. Mat 12:41). La resurrección de Cristo será para esta generación la señal del profeta Jonás; pero no tendrá sobre ellos el efecto dichoso que tuvo para los ninivitas la señal de Jonás, pues los ninivitas fueron llevados al arrepentimiento que les preservó de la ruina, pero los judíos se iban a endurecer en la incredulidad que les llevaría precipitadamente a la destrucción. Cristo repite sus llamamientos, se sienta y enseña, enseña en las sinagogas. Además de la advertencia que nos hace acerca de nuestro peligro, Cristo nos ha mostrado que nos hemos de arrepentir, y nos ha asegurado aceptarnos a base de tal arrepentimiento. Cristo llevó a cabo muchos milagros, y todos ellos fueron milagros de misericordia. Los ninivitas se arrepintieron por la predicación de Jonás, pero los judíos no se arrepintieron con la predicación de Jesús. La bondad de quienes han tenido menos beneficios y ventajas para sus almas, servirá para hacer más grave la maldad de quienes han tenido a mano mayores ayudas y oportunidades. Quienes a la luz del crepúsculo descubren las cosas que pertenecen a su paz, avergonzarán a quienes andan a tientas a la luz del mediodía.

(B) Como una generación que sería condenada por la reina del sur, la reina de Sebá (1Re 10:1). Los ninivitas les avergonzarían por no arrepentirse; la reina de Sebá por no creer en Cristo (v. Mat 12:42). Ella vino de un país lejano para oír la sabiduría de Salomón; sin embargo el pueblo judío no se dejaba persuadir a venir de cerca para oír la sabiduría de Cristo. La reina de Sebá no había recibido ninguna invitación para venir a Salomón, ni promesa de que sería bien acogida; pero nosotros somos invitados a sentarnos a los pies de Cristo y escuchar sus enseñanzas. Ella no podía estar segura de que mereciese la pena hacer un viaje tan largo para ver satisfecho su deseo; pero nosotros no venimos a Cristo con la misma inseguridad. Ella vino de los confines de la tierra, pero nosotros tenemos a Cristo entre nosotros y su voz nos llega de muy cerca: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo (Apo 3:20). Al parecer, la sabiduría que la reina de Sebá buscaba era acerca de materias filosóficas y políticas; pero la sabiduría que se aprende de Cristo es para salvación (2Ti 3:15). Ella sólo pudo oír la sabiduría de Salomón, ya que él no podía darle su sabiduría, pero Cristo da Su sabiduría a quienes se allegan a Él.

(C) Como una generación que había decidido continuar bajo el poder de Satán, pues son comparados a una persona de la que ha salido el demonio, pero para volver a ella con fuerza septuplicada (vv. Mat 12:43-45).

(a) La parábola presenta la posesión demoníaca del cuerpo de un hombre. Como Cristo había expulsado recientemente un demonio y los judíos habían dicho que Jesús tenía un demonio, esto le dio ocasión a Cristo para mostrarles cuán grande era el poder que Satanás ejercía sobre ellos mismos. El enlace con lo anterior se ve mejor en el griego, que habría de traducirse: Mas cuando el espíritu inmundo, etc. La expulsión que Cristo había llevado a cabo con el demonio aludido, fue contundente y definitiva, pues vemos a Jesús diciéndole al demonio: Yo te ordeno: Sal de él, y no entres más en él (Mar 9:25).

(b) La aplicación de la parábola muestra claramente que Jesús se está refiriendo al «cuerpo» de la nación judía: Así acontecerá también a esta generación malvada (v. Mat 12:45), que está resistiendo, y rechazará finalmente el Evangelio de Cristo en su tiempo. Que sirva esto de advertencia a todas las naciones, y también a todas las iglesias (así como a los individuos), para que tengan sumo cuidado de no abandonar el primer amor y de no decaer de la obra de reforma comenzada en ellas, no sea que vuelvan a la maldad de la que parecía que se habían alejado; porque el estado final de aquel nombre vendrá a ser peor que el primero.

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