Mateo 16:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En esta porción, tenemos la conversación de Jesús con sus discípulos acerca del pan y de la levadura; como en otras ocasiones, al hablarles Él de cosas espirituales por medio de comparaciones, ellos le entienden mal por pensar en cosas materiales. La ocasión de esta conversación fue el olvidarse ellos de traer pan (v. Mat 16:5), como tenían por costumbre antes de viajar. Es notable cómo la mente de cada persona suele entender las cosas de acuerdo con sus preocupaciones respectivas. Sin duda, los discípulos habían dejado olvidada la provisión abundante de las siete canastas llenas de pedazos de pan o las habían dado a la multitud; esto era lo que les inquietaba; Jesús, en cambio, tenía la mente ocupada con el pensamiento de la hipocresía perversa de los fariseos. Pensemos, sin embargo, piadosamente de los discípulos, atribuyendo su olvido a la preocupación por otras enseñanzas de Jesús y recuerdos de sus asombrosos milagros. No es culpa de los buenos cristianos si, a veces, se olvidan de cosas de este mundo, por tener la mente ocupada en las cosas espirituales. Con todo, el equilibrio perfecto se obtiene al mantener la cabeza en el cielo y los pies en el suelo.

I. La advertencia que Cristo hace a sus discípulos: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos (v. Mat 16:6). Los discípulos están en peligro de ser engañados por los maestros hipócritas, puesto que, contra los que abiertamente enseñan el error o viven viciosamente instintivamente se ponen en guardia; por eso, Jesucristo redobla la advertencia y les dice: Mirad, guardaos. Las doctrinas y prácticas corrompidas de los fariseos y de los saduceos son comparadas a la levadura, porque leudan y corrompen todo cuanto está a su alcance.

II. La equivocación que los discípulos sufrieron al recibir esta advertencia (v. Mat 16:7); pensaban que Cristo les reprochaba su olvido e imprevisión, y que les prevenía para que no comprasen panes hechos con la levadura que usaban los fariseos y saduceos, o que no comiesen con ellos, cuando ellos deberían haberse acordado de que el Maestro mismo había comido con fariseos (Luc 7:36; Luc 11:37; Luc 14:1). El peligro no estaba en el pan de los fariseos, sino en sus doctrinas y prácticas.

III. El reproche que Jesús les hizo por esta ignorancia (vv. Mat 16:8-11).

1. Primero les reprende por la desconfianza que mostraban hacia el poder y la buena disposición que Él tenía para sacarles del aprieto: «¿Por qué pensáis dentro de vosotros; por qué estáis en esa perplejidad, hombres de poca fe, que no tenéis pan, en vez de pensar correctamente?» (v. Mat 16:8). No les culpa de imprevisión, como ellos esperaban. Los padres y los amos no deben enojarse demasiado por los olvidos de sus hijos y criados, sino sólo lo necesario para que hagan por acordarse en lo futuro, ya que todos estamos expuestos a olvidarnos de nuestro deber. Véase con qué facilidad perdonó Jesús a sus olvidadizos discípulos, y tratemos de imitarle. Por lo que les reprende es por su poca fe.

(A) Quiere que se acostumbren a depender de Él para el alivio de sus necesidades. Aunque los discípulos de Cristo se encuentren en apuros y aprietos a causa de sus errores y de su falta de previsión, Él continúa animándoles a que confíen en Él para todo lo que necesiten. Así que no debe ser una excusa para nuestra falta de caridad y compasión hacia quienes son realmente pobres, el pensar que deberían llevar sus negocios de mejor manera y así no se encontrarían ahora en necesidad. Puede ser que ello se deba a falta de previsión o de laboriosidad, pero eso no significa que les dejemos morirse de hambre cuando los vemos necesitados.

(B) Muestra su desagrado por la preocupación que tienen acerca de lo material. La gente suele reprochar duramente a personas que, aunque son bondadosas, carecen de las cualidades necesarias para prosperar en los negocios seculares; pero a Cristo le ofende más la excesiva preocupación y ansiedad acerca de esas mismas cosas. Es cierto que hemos de procurar guardar un buen equilibrio entre los dos extremos, despreocupación y preocupación, pero entre los dos, el que peor sienta a un discípulo de Cristo es la excesiva preocupación por las cosas materiales.

(C) La desconfianza de los discípulos tenía una circunstancia agravante: Estaban tan recientes las experiencias del poder y de la bondad de Cristo al proveer tan abundantemente para ellos y para la multitud (vv. Mat 16:9-10). Tenían consigo al que podía proveerles de pan. No importa que no tuviesen la cisterna, cuando tenían el manantial: ¿No entendéis aún ni os acordáis? ¡Cuántas veces merecemos un reproche semejante por ser tan tardos de entendimiento y tan olvidadizos de lo que de veras importa! ¿No os acordáis de las cestas y canastas que recogisteis? Estas cestas y canastas eran como memoriales destinados a no dejar en el olvido tan señalados favores. Quien en las dos ocasiones pudo proveerles de manera tan abundante, seguramente podía proveerles ahora de lo necesario. Recordar los beneficios recibidos de Dios en el pasado es un buen remedio para preservarnos de las ansiedades del presente.

2. También les reprende por la equivocada interpretación que habían dado a sus palabras: ¿Cómo es que no entendéis que no me referí al pan? (v. Mat 16:11). Los discípulos de Cristo deberían avergonzarse de su lentitud y torpeza en entender las cosas de Dios. A Jesús le supo mal: (A) Que los discípulos se imaginasen que Él estaba pensando, como ellos, en el pan material, cuando su alimento era hacer la voluntad del Padre (Jua 4:34). (B) Que estuviesen aún tan poco acostumbrados a su modo de enseñar, como para tomar literalmente lo que hablaba metafóricamente.

IV. La rectificación del error mediante este reproche: Entonces se dieron cuenta de lo que había querido decir (v. Mat 16:12). No tuvo que decírseles expresamente, sino repetir lo que ya había dicho antes; así les obligaba a comprender por sí mismos el sentido que antes no habían entendido. Así nos enseña Cristo en el interior del corazón por medio del Espíritu de sabiduría, y nos abre el entendimiento de la Palabra por medio del Espíritu de conocimiento. Las verdades más valiosas para nosotros son aquellas en que nosotros mismos nos hemos ocupado en profundizar.

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