Mateo 26:26 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ahora tenemos la institución de la Cena del Señor.

I. Cuándo fue instituida: Mientras comían. Al final de la cena pascual, antes de levantar los manteles, pues había de celebrarse en la misma habitación. Cristo es nuestro sacrificio pascual, por el cual se realizó la redención: porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros (1Co 5:7).

II. La institución misma. Un sacramento (u ordenanza) necesita ser instituido; su existencia misma y su significado dependen de la institución divina. De ahí que el apóstol, al hablar de esta ordenanza (1Co 11:23.), a lo largo de todo su discurso llama a Jesucristo el Señor, porque, como Señor, la instituyó.

1. El cuerpo de Cristo es simbolizado y representado por el pan. Anteriormente (Jua 6:35) había dicho: Yo soy el pan de vida. Así como la vida del cuerpo es sustentada con pan, así también la vida del alma es sustentada por medio de Cristo.

(A) Tomó el pan, una hogaza de pan, que estaba a mano, lista para este fin. Este tomar el pan fue una acción solemne y, con toda probabilidad, fue llevada a cabo de tal manera que fuese observada bien por todos los que estaban a la mesa con Él.

(B) Pronunció la bendición sobre él, separándolo para un uso especial mediante oración y acción de gracias. No hallamos aquí ninguna fórmula verbal que Él usase en esta ocasión. Cristo pudo echar Su bendición divina sobre el pan, y nosotros podemos pedir la bendición en su nombre.

(C) Lo partió; lo cual denota: (a) Que el cuerpo de Cristo fue roto por nosotros, a fin de que pudiésemos obtener el perdón de nuestros pecados: Él fue herido por nuestras transgresiones (Isa 53:5). (b) El cuerpo de Cristo fue partido por nosotros, así como el padre de familia parte el pan para sus hijos.

(D) Lo dio a sus discípulos, como Señor de la familia, y como Señor de esta fiesta. A los discípulos, porque todos los discípulos de Cristo tienen derecho a esta ordenanza, y de ella se han de beneficiar quienes sean de veras Sus discípulos. Y se lo dio a ellos como cuando multiplicó los panes, para que ellos, a su vez, lo diesen a todos los demás seguidores de Cristo.

(E) Y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo (v. Mat 26:26). Así, pues, les dice:

(a) Lo que habían de hacer con Él: «Tomad, comed recibid a Cristo como Él os es ofrecido, recibid la redención, estad de acuerdo con ella, prestadle vuestro consentimiento». El creer en Cristo se expresa mediante el recibirle (Jua 1:12), y comerle (Jua 6:57-58). El mirar la comida o el plato estupendamente aderezado no nos alimenta; es menester tomarlo; así pasa con la doctrina de Cristo.

(b) Lo que obtendrían con ello: Esto es mi cuerpo = Esto que tengo en las manos representa mi cuerpo. Creyendo, obtenemos toda la eficacia de la muerte de Cristo a nuestro favor. Participamos del sol, no teniendo el sol mismo en nuestras manos, sino al recibir sobre nosotros los rayos que el sol despide; así también, participamos de Cristo, al recibir Su gracia y los benditos frutos que nos proporcionó mediante la rotura de Su cuerpo, aun cuando no le fue quebrantado ningún hueso.

2. La sangre de Cristo está simbolizada y representada en el vino (vv. Mat 26:27-28): Tomando la copa, la copa de gracia, que estaba allí preparada para beberla, después de dar gracias, según la costumbre de los judíos en la Pascua. Habiendo dado gracias, para enseñarnos a tener nuestros ojos elevados a Dios, no sólo en cada ordenanza, sino también en cada parte de la ordenanza.

De esta copa dio a los discípulos:

(A) Con una orden: Bebed de ella todos. Así invita a todos a Su mesa, obligándoles a beber de Su copa.

(B) Con una explicación: Porque esto es mi sangre del nuevo pacto. Hasta entonces, la sangre de Cristo había sido representada por la sangre de los animales, sangre literal; pero, después que fue en sí misma derramada, quedó representada por la sangre de la uvas, que es sangre metafórica.

(a) Es mi sangre del nuevo pacto. El pacto que a Dios plugo hacer con nosotros, y todos los beneficios y privilegios que comporta, se deben a los méritos de la muerte de Cristo.

(b) Es derramada; aunque no fue derramada entonces, sino al día siguiente, la da por derramada, ya que estaba a punto de hacerlo y ningún obstáculo lo iba a impedir.

(c) Por muchos. La sangre del antiguo pacto era derramada por unos pocos, pero Jesús es la propiciación por los pecados de todo el mundo (1Jn 2:2).

(d) Para remisión de los pecados, esto es, para obtener el perdón de los pecados a nuestro favor. El nuevo pacto, obtenido y ratificado mediante la sangre de Cristo, es un documento de perdón, un acta de indemnidad, a fin de alcanzar la reconciliación entre Dios y los hombres. El perdón de los pecados es la gran bendición que, en la Cena del Señor, vemos impartido a todos los verdaderos creyentes, y es fuente de perpetuo consuelo (Mat 9:2-3). Y luego dice «adiós» al fruto de la vid (v. Mat 26:29). ¡Qué bien se estaba allí! Nunca estuvo el Cielo tan cerca de la tierra como en aquella mesa; sin embargo, no estaba destinado para durar eternamente.

Primero, afirma que, por ahora, será la última celebración Suya: Desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, de esta copa de Pascua, de este vino representativo. Los creyentes, al morir, se despiden sin tristeza de las ordenanzas que han celebrado en este mundo, porque la gloria y el gozo en que van a entrar las hace palidecer a todas; cuando sale el sol, no tenemos necesidad de otras luces.

Segundo, les asegura que un día volverá a reunirse con ellos: Hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros. Algunos lo han interpretado como refiriéndose a las entrevistas que tuvo con ellos después de Su resurrección. Otros lo entienden de los gozos y glorias del estado futuro, del que los santos participarán en perpetua comunión con el Señor Jesús. Otros, en fin, de la comunión con el Señor durante el reino mesiánico en este mundo, con lo que no hay necesidad de alegorizar el vino. Cristo mismo participará del gozo de los Suyos; precisamente, por el gozo puesto delante de Él, soportó la Cruz (Heb 12:2). De ese gozo quiere hacer partícipes a sus fieles amigos y seguidores.

Finalmente, la solemnidad se cierra con himnos: Cuando hubieron cantado el himno (v. Mat 26:30). «Sabemos por el Talmud dice Broadus que los judíos acostumbraban, en conexión con la cena de la Pascua, cantar los Sal 113:1-9 hasta Sal 118:1-29, los cuales llamaron el gran Hallel (alabanza)». Cantar salmos es una ordenanza del Evangelio (v. Efe 5:19.). Es muy apropiado, después de la Cena del Señor y como expresión de nuestro gozo en Dios por medio de Jesucristo, y como un reconocimiento agradecido de aquel gran amor con que Dios nos amó en Él. Por tanto, no está fuera de sazón en tiempo de pena y dolor. Nuestro íntimo gozo espiritual no debería ser turbado por aflicciones exteriores.

Hecho todo esto, salieron hacia el monte de los Olivos. No iba a quedarse en la casa para que lo arrestaran allí, pues ello podía perjudicar al dueño de la casa, sino que se retiró al cercano monte de los Olivos. Para este paseo podían beneficiarse de la luz de la Luna, ya que la Pascua siempre se celebraba en Luna llena. Después de participar de la Cena del Señor, nos conviene retirarnos para orar y meditar, y estar a solas con Dios.

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