Mateo 4:12 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Aquí tenemos un relato acerca de la predicación de Cristo en las sinagogas de Galilea.

Por los otros evangelistas, especialmente por Juan, vemos que hubo un lapso de tiempo, con varios episodios, entre la tentación en el desierto y el comienzo del ministerio de Cristo en Galilea. Pero como Mateo residía en Galilea, comienza el relato del ministerio público del Señor a partir del mismo lugar en que él residía.

I. El tiempo: Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea (v. Mat 4:12). El clamor de los sufrimientos de los santos llega a los oídos del Señor Jesús. Al ser encarcelado Juan, Jesús se entera, toma buena nota de ello, y organiza su programa en consecuencia. 1. Cristo no fue a Galilea hasta que se enteró del encarcelamiento de Juan, para dar tiempo al Precursor a preparar los caminos del Señor antes que el Señor mismo apareciera. Juan debía ser el heraldo de Cristo, no su rival. El Sol sale cuando se ocultan las estrellas. 2. Marchó allá tan pronto como se enteró del encarcelamiento de Juan, no sólo por su propia seguridad, sino también para suplir la ausencia del Bautista y comenzar a edificar sobre el fundamento que Juan había puesto. Dios no se deja a Sí mismo sin testimonio, ni a Su Iglesia sin líderes.

II. El lugar donde predicaba; en Galilea, la parte más remota del país y la más distante de Jerusalén y que, además, era considerada con desprecio como de gente ruda y tosca, hombres a propósito para soldados, pero rústicos y poco aptos para los estudios. Nótese:

1. La ciudad que escogió para su residencia; no Nazaret, donde se había criado; precisamente, en el versículo Mat 4:13, se especifica que dejó Nazaret. Y tenía buenas razones para dejar Nazaret, porque los hombres de dicha ciudad le echaron fuera de allí (Luc 4:29). Cristo no quería permanecer donde no era bien recibido. ¡Desventurada Nazaret!

Sino que vino y habitó en Capernaúm, que era también una ciudad de Galilea, pero distante muchos kilómetros de Nazaret. Se dice aquí que estaba junto al mar; no del gran mar, o mar Mediterráneo, sino el mar de Galilea o lago de Tiberíades (también, de Genesaret). Esto no quiere decir que permaneciese fijo allí, porque pasaba haciendo el bien (Hch 10:38), sino que allí tenía, por decirlo así, su cuartel general; el poco reposo que tenía lo tenía allí; y parece ser que en Capernaúm era bien recibido, aunque algunos le rechazaran también allí.

2. La profecía que se cumplió en esto (vv. Mat 4:14-16). La cita es de Isa 9:1-2, pero con algunas variantes. El evangelista toma aquí sólo la última cláusula, que habla del retorno de la luz de la libertad y de la prosperidad a las comarcas que antes habían estado en las tinieblas de la cautividad y lo aplica a la aparición del Evangelio entre ellos. Se especifican las comarcas (v. Mat 4:15). Con la venida de Cristo a Capernaúm llegó el Evangelio a todos los lugares circunvecinos; tan difusivas son las influencias que irradia el Sol de justicia.

(A) Estos lugares estaban en tinieblas (v. Mat 4:16). Quienes están sin Cristo, están en la oscuridad; más aún, ellos mismos son tinieblas. Estaban asentados en esta condición. Estar sentado es una postura de inactividad; estar asentado enfatiza la continuidad de esta postura; y es una postura de contentamiento: estaban en tinieblas y amaban las tinieblas. El que está en la oscuridad por ser de noche, puede estar seguro de que el sol volverá a salir, pero el que está en la oscuridad por ser ciego, no tiene esperanza de abrir los ojos a la luz. Tenemos la luz al alcance de la mano, pero esta luz no nos servirá de nada, si no somos luz en el Señor. (B) Cuando viene el Evangelio, viene la luz; cuando entra el Evangelio en un corazón, se hace de día allí. La ley descubre y orienta; lo mismo pasa con el Evangelio.

Es una gran luz. Grande en comparación con la luz de la ley, cuyas sombras eran ahuyentadas ahora. Es una gran luz, porque descubre grandes cosas de vastas consecuencias; durará mucho y se extenderá ampliamente. Es una luz que crece, como se insinúa en la frase: les ha amanecido una luz. Fue entonces sólo un amanecer, para brillar después más y más. Como la luz de la mañana el mensaje del Evangelio del reino fue pequeño en sus comienzos, gradual en su auge y grande en su perfección.

Obsérvese que la luz les amaneció; no fueron ellos a buscarla, sino que vino sobre ellos antes de que se apercibieran de ella.

III. El texto sobre el cual predicó (v. Mat 4:17). La línea medular de su mensaje, ampliado en Mar 1:15, dice: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Es el mismo mensaje que Juan predicaba (Mat 3:2), porque la esencia del Evangelio es la misma en las diversas dispensaciones, ya que es el Evangelio eterno. Cristo confirió un gran honor al ministerio del Bautista, al predicar el mismo mensaje que Juan predicaba; así confirmaba Dios la palabra de su mensajero.

1. Con este texto comenzó Jesús a predicar. Por ahí comenzó Él, como había comenzado el Bautista, y así nos enseñó a que comencemos nosotros. No es preciso que nos levantemos a grandes alturas ni descendamos a grandes profundidades, en lo que se refiere al contenido o a la expresión de nuestros mensajes. Así como Juan había preparado el camino del Señor, así el Señor preparó el suyo propio y abrió nuevos caminos para los descubrimientos posteriores que había determinado, por medio de la doctrina del arrepentimiento.

2. Sobre este tema predicó con frecuencia; adondequiera que iba, este era su tema, y nunca pensaron ni Él ni sus seguidores que el tema estuviese gastado o demasiado trillado. Lo que una vez se ha predicado y escuchado, puede aún predicarse y escucharse de nuevo con mucho provecho, Si se predica y se escucha mejor.

3. Esto lo predicó como Evangelio. No sólo el austero Juan, que era tenido por demasiado severo, sino el dulce y bondadoso Jesús, cuyos labios destilaban miel, predicó también arrepentimiento.

4. La razón es todavía la misma: El reino de los cielos se ha acercado. Y cuanto más cerca está el reino, tanto más fuerte es el argumento. Ahora la salvación está más cerca (Rom 13:11).

5. Reino de los cielos (Mat 3:2; Mat 4:17) y reino de Dios (Mar 1:15) son sinónimos. Mateo dirige su evangelio primordialmente a los judíos, para quienes era familiar la expresión «reino de los cielos», así evitaba pronunciar el nombre sagrado, mientras que Marcos y Lucas sienten la necesidad de escribir «reino de Dios», para hacerse entender mejor de sus lectores. Este reino empezó a estar al alcance de la mano, y en medio del pueblo, con la Primera Venida del Señor, pero será experimentado en toda su plenitud cuando al nombre de Jesús se doble toda rodilla (Flp 2:10).

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