Mateo 8:14 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. Aquí tenemos el relato de la curación de la suegra de Pedro, que se hallaba enferma con fiebre.

1. El caso no tenía nada de extraordinario; se refiere aquí como un ejemplo del interés y de la simpatía que Jesús sentía por los familiares de sus discípulos; hallamos aquí: (A) Que Pedro tenía esposa, aunque había sido llamado a ser Apóstol de Jesucristo; Cristo veía con buenos ojos el estado matrimonial de los más elevados líderes de su Iglesia. (B) Que Pedro tenía casa, aunque Cristo no la tenía (v. Mat 8:20), con lo que el discípulo estaba mejor provisto que su Maestro. (C) Que tenía una casa en Capernaúm, aunque era originario de Betsaida; es probable que se trasladase allá cuando Cristo puso allí su residencia principal. Es conveniente cambiar nuestro domicilio, cuando podemos así estar más cerca del Señor. (D) Que tenía en su casa y en su familia a su suegra, lo cual es un ejemplo para yernos y nueras, a fin de que muestren su afecto sincero a los familiares del cónyuge como a los suyos propios. Probablemente, esta buena mujer era de edad avanzada, pero esto no era obstáculo para ser respetada y atendida con todo cariño como deberían serlo todos los ancianos. (E) Que estaba postrada en cama, con fiebre. La parálisis era una enfermedad crónica; la fiebre, una enfermedad aguda; pero ambas fueron encomendadas a Cristo.

2. La curación (v. Mat 8:15). (A) Cómo fue efectuada: Le tocó la mano; no para conocer la enfermedad tomándole el pulso, como hacen los médicos, sino para curarla. Esto era una señal de su amabilidad y ternura. La Escritura dice la palabra, pero el Espíritu da el toque: toca la mano y toca el corazón. (B) Cómo fue manifestada: Ella se levantó, y les servía. Con esto se mostraba: (a) Que el favor había sido hecho. Aunque había obtenido una merced tan privilegiada, no se siente persona importante, sino que está dispuesta a servir a la mesa como cualquier criada, ya que pudo reemprender de inmediato las tareas de la casa. (b) Que el favor había sido santificado. Aunque había obtenido una merced tan privilegiada, no se siente persona importante, sino que está dispuesta a servir a la mesa como cualquier criada. Quienes son honrados por Cristo deben mantenerse humildes. Al haber sido liberada de aquella manera, enseguida piensa cómo podrá ser útil. Es muy apropiado que quienes han sido sanados por Cristo, se animen a servirle humildemente todos los días de su vida.

II. Sigue después un conciso relato de las muchas curaciones que Jesús hizo caída la tarde. Parece ser que este milagro anterior se hizo notorio, y fue ocasión de que le llevasen abundancia de pacientes. «La ha curado a ella, ¿por qué no a mí» se dirían . Aquí se nos dice:

1. Lo que hizo (v. Mat 8:16). (A) Con su palabra echó fuera a los demonios. La época en que Cristo vino a este mundo parece haber presenciado una suelta más que ordinaria de demonios, que poseían y atormentaban los cuerpos de mucha gente; Dios lo ordenó así en Su infinita sabiduría, para que se le ofrecieran a Jesús más y mejores oportunidades de mostrar Su poder sobre Satanás. (B) Sanó a todos los enfermos; a todos sin excepción, por vil que fuese la persona, y por grave que fuese la enfermedad.

2. Cómo se cumplió en ello la Escritura (v. Mat 8:17). Entre otras cosas, estaba escrito de Él: Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades, y soportó nuestros dolores (Isa 53:4). Lo más curioso de esta cita es que Mateo se aparta aquí de los LXX, de donde suelen citar todos los escritores del Nuevo Testamento, para ir al original hebreo, que es el que cuadra en esta porción. A primera vista parece mayor obra quitar el pecado que la enfermedad, pero lo primero no es perceptible a los ojos de la carne, mientras que quitar la enfermedad es algo tan notorio a todos, que nadie puede negarlo. El mismo que quitó el pecado mediante la obra de Su muerte, quitó las enfermedades mediante los milagros de Su vida. Nuestros pecados causan la pesadumbre de nuestras enfermedades. Muchas son las dolencias y enfermedades a que estamos sujetos en el cuerpo; sin embargo, en esta sola línea de los Evangelios, hay para nosotros mayor ánimo y consuelo en medio de ellas, que en todos los escritos de los filósofos. Cristo lo llevó todo sobre Sí en Su pasión, para llevarlo todo ahora con nosotros en compasión de nuestras debilidades (Heb 4:15). Recibiéndolas sobre Sí, las quitó de nosotros. Obsérvese con qué énfasis dice el texto: ÉL MISMO llevó nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores; podía y quería ser nuestro intermediario en esto y al mismo tiempo, mostrarse como nuestro Gran Médico al sanarlo todo.

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