Números 6:22 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. Los sacerdotes, entre otros buenos servicios que habían de desempeñar, reciben de Dios mandamiento solemne de bendecir al pueblo en nombre de Jehová. Aunque el sacerdote, por sí mismo, no podía hacer otra cosa que implorar la bendición de Dios, al ser, sin embargo, intercesor en virtud de su oficio, y haciéndolo en nombre de quien mandaba dar la bendición, su oración comportaba una promesa y por eso, él la pronunciaba como quien tenía autoridad para ello, alzaba sus manos a la altura del rostro y extendidas hacia el pueblo. Esto era: 1. Tipo de la comisión encargada a Cristo al venir a este mundo, que era bendecirnos (Hch 3:25), como gran Sumo Sacerdote de nuestra profesión. Nótese que el bendecir de Dios no es un mero bien-decir como el nuestro, ya que nuestra palabra sólo tiene poder para invocar, sino que es un bien-hacer, es decir, un beneficio, porque la Palabra de Dios tiene poder para hacer lo que expresa. 2. Un modelo para los ministros del Evangelio, los líderes de las asambleas, que han de despedir las reuniones de la congregación con una oración en que se invocan las bendiciones de Dios. Quienes sirven a Cristo de labios para enseñar y amonestar a su pueblo, han de servirle también para bendecirlo. Nótese que, cuando el ministro bendice al pueblo de parte de Dios, cumple con el oficio de profeta, en cambio, cuando bendice a Dios de parte del pueblo, cumple con el oficio de sacerdote (Heb 5:1).

II. Se prescribe también la fórmula de la bendición. 1. Que la bendición tiene un término singular: Jehová te bendiga, etc. Esto indica, no sólo que cada persona ha de apropiarse en singular los frutos de esta bendición, sino que la bendición congregacional cae sobre la asamblea como sobre un solo cuerpo orgánico; entonces, el qahal de Israel; ahora, la Iglesia de Dios y de Cristo. 2. Que el nombre de Jehová se repite tres veces en esta bendición y (¡curiosamente!) con distinto acento en cada una en el hebreo. Si tenemos en cuenta que, en el versículo Núm 6:24 se expresa la protección de Dios; en el versículo Núm 6:25, la gracia de Dios; y en el versículo Núm 6:26, la paz de Dios, no es aventurado ver en esta fórmula un anticipo de la bendición trinitaria empleada por Pablo (por ej. en 2Co 13:14; 1Ti 1:2; 2Ti 1:2; Tit 1:4). 3. Que el favor de Dios, en una u otra faceta, lo es todo en todo en esta bendición, puesto que ese favor divino es la fuente de todo bien. (A) ¡Jehová te bendiga! Esta es la fórmula general, como el común denominador de los tres aspectos siguientes. (B) ¡Y te guarde! (v. Núm 6:24). Se implora aquí la protección divina contra todo mal: el pecado, la enfermedad, la miseria y la calamidad. Dios era el Guardián de Israel, y es el protector de su Iglesia. (C) ¡Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti! (v. Núm 6:25), lo que significa, en el lenguaje bíblico, una actitud amistosa, de favor y gracia, por parte de Dios hacia alguien. Hay también una interpretación rabínica de esta frase, en sentido totalmente espiritual, que implica el don del conocimiento espiritual y del discernimiento moral, en la misma forma que la luz de la Torah ilumina los pies y los caminos del hombre (Sal 119:105). (D) La segunda parte de este versículo añade, como algo que completa la misma idea, una invocación para que Dios se muestre benigno y favorable, más bien que misericordioso (la raíz es jen = gracia, no jesed = misericordia). (E) ¡Jehová alce sobre ti su rostro! (v. Núm 6:26), lo que indica la actitud de un padre que se vuelve a mirar a su hijo con una sonrisa llena de cariño, o de un amigo íntimo a otro. (F) La frase final: ¡Y te de (lit. establezca para ti) paz! es un magnífico colofón de esta maravillosa bendición sacerdotal, ya que el concepto bíblico de paz (shalom, del verbo shalam = estar completo), comporta el cúmulo total de bendiciones que nos vienen de nuestro Padre Celestial («toda dádiva y todo don perfecto»; Stg 1:17). «Grande es la paz dice el Talmud , porque es el sello de todas las bendiciones.» 4. Que los frutos espirituales de esta bendición incluyen una especial protección del demonio, del pecado y de sus peligros (v. Núm 6:24), el perdón de los pecados cometidos, con la admisión a la amistad y a la adopción divinas (v. Núm 6:25), y una completa felicidad, ya en esta vida, como efecto de esa paz con Dios (Rom 5:1), con nosotros mismos (Isa 26:3) y con los demás (Rom 12:18).

III. Dios promete aquí ratificar y confirmar la bendición: Pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré (v. Núm 6:27).

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