Salmos 17:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Este salmo es una oración; hay tiempo para alabar y tiempo para orar. David era ahora perseguido, probablemente por Saúl (comp. 1Sa 23:25.). Se dirige a Dios en estos versículos, tanto para apelar en favor de su propia causa (v. Sal 17:1): «Oye, oh Jehová, una causa justa», como para pedir que le escuche (v. Sal 17:1): «Está atento a mi clamor»; y, de nuevo (v. Sal 17:6): «Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra». David hablaba sinceramente (v. Sal 17:1): «Escucha mi oración hecha de labios sin engaño». Nos servirá de gran consuelo, cuando nos sobrevenga algún apuro, tener en movimiento las ruedas de la oración, pues así podremos acudir con mayor confianza al trono de la gracia. Su fe le animaba a esperar que Dios tomaría nota de sus oraciones (v. Sal 17:6): «… por cuanto tú me oyes, … inclina a mí tu oído».

1. David dirige su apelación a la corte de los cielos: «Señor, presta atención a la justicia de mi causa, porque Saúl está tan dominado por la pasión y el prejuicio que no querrá escucharme. Así que de tu presencia proceda mi vindicación (v. Sal 17:2). Los hombres me persiguen y quieren acabar conmigo como con un malhechor. Señor, a ti apelo». La sinceridad no teme el escrutinio de Dios, conforme a los términos del pacto de gracia (v. Sal 17:3): Me has puesto a prueba y nada inicuo hallaste. Por su propia conciencia, que es la voz de Dios en el interior, David sabía que Dios le había puesto a prueba (v. Sal 17:3): Tú has probado mi corazón, me has inspeccionado de noche (comp. con Sal 16:7; Job 31:14). Dios le había puesto también a prueba en las ocasiones que había tenido, una y otra vez, de matar a Saúl. Estaba resuelto a no propasarse, ni de palabra (v. Sal 17:3): «He resuelto que mi boca no ha de propasarse; lo he decidido con la ayuda de tu gracia». Y, del mismo modo que se había refrenado de hablar sin consideración, también se refrenaba de obrar con violencia (v. Sal 17:4): «En cuanto a las obras humanas (las que, por su perversidad, acostumbran hacer los hombres), por la palabra de tus labios (por la dirección de tu palabra pura y santa, en obediencia a tus mandamientos), yo me he guardado de las sendas de los violentos». Tales eran sus perseguidores.

2. Pide experimentar la buena obra de Dios en él, como evidencia de la buena voluntad de Dios hacia él y para continuar disfrutando de la benevolencia de Dios hacia él: (A) Ora para que Dios efectúe en él su obra de gracia (v. Sal 17:5): «Sustenta mis pasos en tus caminos. Señor, por tu gracia, me he guardado de las sendas de los violentos; con esa misma gracia, haz que sea guardado en tus caminos». (B) Ruega a Dios que le conceda algunas señales de su favor (v. Sal 17:7): «… tú que salvas a los que se refugian a tu diestra (al poder de tu brazo, y no necesitan de ningún otro poder Jer 17:5. ), y los libras de los que se levantan contra ellos». Los que confían en Dios tendrán muchos enemigos, pero tienen un amigo que puede más que todos los enemigos: uno con Dios es siempre «mayoría». La liberación de Dios es siempre una maravilla, una proeza (1Pe 2:9 «… las virtudes gr. aretás = proezas ). A esto se refiere David al comienzo del versículo Sal 17:7: «Muestra tus maravillosas misericordias. Reserva para mí las proezas de tu misericordia; no me prives de las gracias comunes, pero otórgame las gracias especiales que concedes a los que se refugian a tu diestra».

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