Salmos 31:19 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 31:19 | Comentario Bíblico Online

1. David reconoce la bondad de Dios hacia su pueblo en general (vv. Sal 31:19, Sal 31:20). Dios es bueno para todos (Sal 145:9), pero es especialmente bueno para su pueblo Israel. Aquí son descritos como objeto especial de su bondad los que le temen y los que esperan en Él, los que reverencian su majestad y dependen de su gracia; de esta bondad se nos dice aquí (v. Sal 31:19) que la ha guardado para ellos y se la ha mostrado, como quien tiene mucho dinero en el banco, y mucho también a mano. Si lo que nos está reservado en los almacenes del pacto sempiterno no lo tenemos a mano, es culpa nuestra por falta de fe. Dios es protector poderoso de su pueblo (v. Sal 31:20): «En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre». La providencia de Dios los esconde, como en un pabellón sagrado, para tenerlos a salvo de la malvada persecución de sus enemigos, y tiene muchos medios para hacerlo. Así escondió Jehová a Baruc y a Jeremías cuando el rey envió a prenderlos (Jer 36:26).

2. David agradece a Dios la bondad que ha tenido para con él en particular (vv. Sal 31:21, Sal 31:22): «Porque ha hecho admirable su misericordia para conmigo, ya que ha hecho por mí mucho más de lo que yo esperaba». Una preservación especial demanda una gratitud también especial. En el interior de David había temores («Decía yo en mi inquietud …»), pero Dios le resultó mejor y más fiel que sus temores. Aunque flaqueaba la fe de David, no flaqueó la promesa de Dios: «Pero tú oías la voz de mis ruegos». Menciona esta debilidad de su fe, para mejor poner de relieve la admirable fidelidad de Dios, y hacer así que resaltase como admirable la misericordia de Dios para con él.

3. Con ocasión de esto, exhorta y anima a todos los creyentes (vv. Sal 31:23, Sal 31:24): «Amad a Jehová, todos vosotros sus santos». Aunque se supone que los fieles han de amar a su Dios, se les ha de exhortar a que le amen más y mejor, y a que den pruebas sinceras de tal amor. Con ese amor, y espoleados por la promesa de Dios de que les ha de guardar y recompensar, les anima a ser fuertes y valientes en el servicio del Señor (v. Sal 31:24): «Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón» (v. Sal 27:14). Cualesquiera sean las dificultades que hayamos de arrostrar en nuestra vida, puede tomar aliento nuestro corazón, al saber que el Dios en quien esperamos, en quien confiamos, fortalecerá, mediante esa confianza, nuestro corazón.

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