Salmos 35:11 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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De dos graves pecados acusa aquí David a sus enemigos: de perjurio e ingratitud.

1. De perjurio (v. Sal 35:11). Cuando Saúl quería prender a David bajo pretexto de traición, a fin de acabar con él, se levantaron testigos malvados (lit. violentos, más bien que «mentirosos»), dispuestos a declarar, de todos modos, en falso: «de lo que no sé (esto es, de lo que ni siquiera le había pasado por la mientes) me preguntan, esto es, me culpan». Esto se cumplió igualmente en Cristo, de quien David era tipo, como puede verse en Mat 26:60.

2. De ingratitud. Llamemos «ingrato» a un hombre, y ya no le podemos llamar cosa peor. De esta clase eran los enemigos de David (v. Sal 35:12): «Me devuelven mal por bien». Merecía ser bien tratado, no sólo por el pueblo en general, sino especialmente por aquellos que con mayor furia le odiaban. Aunque no se le menciona por su nombre, se adivina aquí a Saúl, quien reconoce haber obrado así (1Sa 24:18). Véase:

(A) Con qué ternura y afecto cordial se había portado con esos enemigos durante las aflicciones de ellos (vv. Sal 35:13, Sal 35:14). David había orado por ellos. A la oración había añadido el ayuno y el lamento, vestido de saco, como quien hace duelo por un amigo, por un hermano, y aun por su madre (lit. luto de madre, lo que ha hecho que algunos lo entiendan, según Arconada, «sin tanta razón», por la madre que llora al hijo, o viceversa). La última parte del v. Sal 35:13 nota del traductor que literalmente dice: «Y mi oración se volvía a mi seno» (RV 1960), no se ha de entender como una oración que Dios «devuelve» sin responderla, sino en el sentido de que «se volvía y revolvía en su pecho», es decir, la andaba repitiendo continuamente, como aclaran la mayoría de las versiones (v. Ia RV 1977).

(B) Con qué vileza, insolencia y brutalidad se portaban con David sus enemigos (vv. Sal 35:15, Sal 35:16): «Pero ellos se alegraron en mi adversidad (lit. en mi tambalearme, lo que denota un peligro de caer que no se declara) … crujieron contra mí sus dientes (aquí, en señal de satisfacción)». David les servía de entretenimiento en su aflicción y hasta de refrán en boca de ebrios. Tal fue el caso del Señor con los soldados del pretorio y ante Herodes, y tal ha sido muchas veces el caso de las mejores personas. Los apóstoles fueron hechos espectáculo al mundo (1Co 4:9).

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