Salmos 66:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 66:1 | Comentario Bíblico Online

1. En estos versículos, el salmista convoca a todos los pueblos a alabar a Dios (v. Sal 66:1): «Aclamad a Dios toda ta tierra». (A) Esto indica la gloria que se debe a Dios porque es bueno para todos (Sal 145:9). (B) El deber del hombre de alabar a Dios; esto es parte de la ley de la creación y, por tanto, se exige a todas las criaturas. (C) Es también una predicción de la conversión de los gentiles a la fe de Cristo; llegará el día en que todos los países de la tierra alabarán al Dios verdadero. (D) El salmista quiere ser pródigo en alabar a Dios y desea que paguen a Dios el tributo de adoración todas las naciones de la tierra y no sólo la tierra de Israel. Hemos de ser fervientes y celosos en publicar las alabanzas de Dios como quienes no se avergüenzan de su Maestro. Esto se implica en el verbo que indica alabar con clamor, con gritos de júbilo.

2. Había convocado a toda la tierra a aclamar a Dios (v. Sal 66:1) y ahora predice (v. Sal 66:4) que lo harán: «Toda la tierra te adorará». Le cantarán y salmodiarán a su nombre, es decir, a Él. Dice a su nombre porque nada podemos añadir a la gloria esencial de Dios, sino sólo a su gloria externa, a la declaración de su gloria por la que Él se da a conocer.

3. Se nos invita después (v. Sal 66:5) a venir y ver las obras de Dios, pues ellas mismas le alaban, lo hagamos nosotros o no; y la razón por la que no le alabamos más y mejor es porque no observamos dichas obras con la debida atención y el espíritu apropiado. Veamos, pues, las obras de Dios, y hablemos de ellas no sólo a otros, sino también a Él (v. Sal 66:3): «Decid a Dios: ¡Cuán pavorosas son tus obras!» (lit.). (A) Las obras de Dios son tan portentosas en sí mismas que infunden pavor, un asombro profundo y religioso; y así habría que considerarlas. Uno de nuestros deberes primordiales para con Dios es un temor reverencial a su Providencia. (B) Esas obras infunden también pavor, con frecuencia, a los enemigos de Dios, y los fuerza a someterse a Él: «Por la grandeza de tu poder se someterán a Ti tus enemigos» (v. Sal 66:3); es decir, se verán obligados, de grado o por fuerza, a hacer las paces con Dios bajo las condiciones que Él imponga. (C) Esas obras son beneficiosas para el pueblo de Dios (v. Sal 66:6). Cuando Israel salió de Egipto, Dios convirtió el mar en tierra seca delante de ellos, lo cual les animó a marchar por el desierto bajo la conducción y guía de Dios; y, cuando entraron en Canaán, para darles ánimo en las guerras que se avecinaban, dividió delante de ellos las aguas del Jordán, y por el río pasaron a pie seco. Los gozos de nuestros padres son también nuestros, y debemos considerarnos partícipes de ellos juntamente con nuestros antepasados. (D) Con sus obras portentosas, Dios se enseñorea de las naciones (hay quienes aplican el versículo Sal 66:7 a la época de los Jueces nota del traductor ): «Él señorea con su poder para siempre, sus ojos atalayan sobre las naciones». Su brazo se impone sobre todos, por lo que el salmista está seguro de que los rebeldes no levantarán cabeza (v. Sal 66:7). Esta frase podría traducirse también, y quizá mejor, en imperativo: «¡No se enaltezcan los rebeldes!», los que desafían a Dios como Senaquerib (Isa 37:23).

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