Santiago 5:7 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Tras de las invectivas a los ricos opresores, Santiago exhorta ahora a la paciencia; se dirige, pues, a los justos oprimidos, a fin de que soporten con paciencia la opresión de los potentados. Dicen así dichos versículos en la NVI: «Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Mirad cómo espera el labrador a que la tierra de su precioso fruto y con qué paciencia aguarda a que caiga la lluvia de otoño y la de primavera. Aguardad también vosotros con paciencia y afianzad vuestra esperanza, porque la venida del Señor está próxima. No os quejéis, hermanos, unos contra otros; de lo contrario, seréis juzgados. ¡El Juez está a las puertas! Hermanos, tomad como ejemplo de paciencia frente al sufrimiento a los profetas que hablaron en el nombre del Señor. Como bien sabéis, tenemos por felices a los que perseveraron. Habéis oído hablar de la perseverancia de Job y habéis visto lo que al fin le otorgó el Señor. El Señor está lleno de compasión y de misericordia (lit. es multitierno lleno de ternura y de compasiones)». En esta porción advertimos lo siguiente: 1) una exhortación general a la paciencia (v. Stg 5:7); 2) una comparación con el labrador (vv. Stg 5:7, Stg 5:8); 3) una exhortación a no quejarse unos contra otros (v. Stg 5:9); 4) exhortación específica a ser pacientes como los profetas de antaño y como Job (vv. Stg 5:10, Stg 5:11).

1. La exhortación a tener paciencia hasta la venida del Señor está revestida de un matiz más general, no sólo por su validez universal (no sólo los pobres necesitan paciencia, sino también los ricos), sino especialmente porque los pobres eran, sin duda, el grupo que formaba la mayoría en las respectivas congregaciones a las que se dirige el autor sagrado. Éste posee el convencimiento de que la Venida del Señor acabará con las injusticias y nivelará las desigualdades que en esta vida distinguen a ricos y pobres. Aunque la frase del versículo Stg 5:7 «… hasta la venida del Señor» parece dar a entender que Santiago consideraba próxima tal venida, no debe olvidarse que la primitiva Iglesia vivía en constante expectación de la Parusía, no porque la creyera inminente, sino porque el Señor mismo les había dejado en la incertidumbre de la fecha en que tal suceso había de acontecer (v. por ej., Mat 24:36; Mar 13:32; Hch 1:7).

2. Viene después (vv. Stg 5:7, Stg 5:8) una comparación con el labrador, quien también tiene que aguardar con paciencia a que caiga la lluvia, tanto la de otoño como la de primavera lit. (lo) temprano y (lo) tardío , donde los vocablos griegos próimon y ópsimon son términos técnicos para describir la lluvia, respectivamente, de otoño y de primavera, por lo que salen frecuentemente en la versión de los LXX (v. por ej., Deu 11:14; Ose 6:3). De la misma manera que el labrador no se queja contra nadie de que la lluvia no venga tan pronto como él desearía, sino que aguarda a que caiga en sus debidas sazones, así tampoco los creyentes pobres, humildes, oprimidos, deben quejarse unos contra otros, sino esperar la venida del Señor. Este matiz de no quejarse contra otros es el que se advierte en el verbo que Santiago usa para expresar la paciencia (vv. Stg 5:7 y Stg 5:8), pues no es hupoméno (perseverar bajo el peso de circunstancias adversas) sino makrothuméo (mostrarse longánime con personas que ponen a prueba la paciencia). Para mostrar la proximidad de la Venida del Señor, Santiago usa énguiken, pretérito perfecto del verbo enguizo, estar cerca. El mismo vocablo vemos en Mar 1:15; Rom 13:12, entre otros lugares. En Rom 13:11, Pablo usa el vocablo enguíteros (comparativo de la misma raíz) para decir que «nuestra salvación está más cerca que cuando creímos (aoristo)». Como se ve por estos lugares, esta proximidad se describe de forma muy elástica. Mientras tanto, viene a decir Santiago, reforzad vuestra esperanza (lit. afianzad vuestros corazones. La misma frase de 1Ts 3:13), que no cunda el desaliento, pues el Señor no se retrasa (comp. con 2Pe 3:9).

3. En este contexto de paciencia longánime se inscribe la exhortación a no quejarse unos contra otros (v. Stg 5:9). Lo de «para que no seáis juzgados» (lit.) da a entender que, en esas quejas, iban envueltos juicios temerarios contra otros hermanos, con lo que volvemos a la idea de Stg 4:11, Stg 4:12: No juzgar al hermano, para no ser juzgado por el único Juez que está sobre ambos, el cual, dice Santiago, ¡está ya a las puertas!

4. Sigue con una exhortación específica (vv. Stg 5:10, Stg 5:11) a la paciencia, y toma como ejemplos a los profetas y a Job. Estos versículos requieren un análisis más detallado.

(A) En primer lugar, para hacer más llevadera la exhortación a sufrir con paciencia, les llama «hermanos» (sin el «míos» que añaden nuestras versiones). Toda exhortación a recibir con paciencia las duras pruebas, así como todo necesario reproche, deben ir acompañados de palabras, gestos y hechos que garanticen que no es el orgullo ni la cólera lo que gobierna la lengua del que así se dirige a sus hermanos, sino el amor al Señor y a los hermanos mismos.

(B) Les propone a continuación, como ejemplos de paciencia en medio de las aflicciones, a «los profetas que hablaron en nombre del Señor». Entre los profetas que sufrieron muchísimo por decir la verdad de parte de Dios, descuella Jeremías. Dice J. Alonso: «En tiempo del autor de la epístola estaba difundida la idea de los profetas como mártires, tal vez por influjo de algunas leyendas del judaísmo. Alusiones al martirio de los profetas se encuentran en Heb 11:33.» Lo cierto es que el propio Señor Jesucristo alude a estos sufrimientos de los profetas (v. Mat 5:11, Mat 5:12; Mat 23:24; Luc 11:49).

(C) En medio de estos ejemplos, exclama Santiago (v. Stg 5:11 a): «Ved (cómo) llamamos dichosos (gr. makarízomen, en presente de indicativo) a los que aguantaron (gr. hupomeínantas, en aoristo)» (lit.). En efecto, todas las bienaventuranzas comienzan, en el griego, con el vocablo makários (en singular) o makárioi (en plural); como puede verse, es de la misma raíz que el verbo makarízomen que usa Santiago aquí (v., por ejemplo, Mat 5:10; 1Pe 3:14, con referencia directa a los que sufren por causa de la justicia).

(D) Viene después el ejemplo de Job (v. Stg 5:11). Merece la pena analizar cada una de las tres frases del versículo Stg 5:11:

(a) «Oísteis la paciencia (gr. hupomonén, vocablo bien conocido) de Job» (lit.). Sabido es de todos que Job ha sido siempre tenido por prototipo de paciencia, pero quien haya leído el libro de Job se habrá percatado de que igualmente podría proponérsele como prototipo de impaciencia. ¿Cómo se explica esta aparente paradoja? J. Alonso trata magníficamente este punto, del que extractaré las principales conclusiones:

Primera, es absolutamente preciso estudiar la estructura del libro de Job y distinguir cuidadosamente entre la narración en prosa (caps. Job 1:1-22 y Job 2:1-13, y del Job 42:1-17 los vv. Stg 5:7-18) y el poema, que ocupa toda la parte central del libro (Job 3:1; Job 42:6). «La parte en prosa, dice Alonso, existió antes por separado.»

Segunda, al autor del poema le preocupaba el problema que el caso de Job presentaba en cuanto a la providencia retributiva de Dios. La narración en prosa le dio al poeta la ocasión de tratar la paradójica conclusión que la enfermedad de Job presentaba a ese respecto, de modo que los amigos de Job defendiesen la tesis tradicional, mientras que Job mismo la ataca duramente. Sea lo que sea lo que pensamos acerca de esta dualidad de autores, advierto a mis lectores que ello no presenta ningún problema para la inspiración del libro: ambos autores estarían movidos por el Espíritu Santo.

Tercera, en la narración en prosa es evidente en todo momento la maravillosa paciencia de Job, que se condensa en aquella frase de Job 1:21: «Jehová lo dio y Jehová lo ha quitado; ¡sea bendito el nombre de Jehová!»

Cuarta, la forma en que se expresa Job durante su discusión con los tres «amigos» ya es otra cosa: Job se expresa de forma, no sólo impaciente, sino hasta irreverente. Es cierto que a nuestro Padre no le desagrada que derramemos en su presencia nuestro corazón dolorido, pero de que Job se excedió no cabe ninguna duda. Quizá se le pueda decir a Alonso: «Sin embargo, Dios dice de él (Job 42:7) a Elifaz: … no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job ». Pero de seguro que Alonso respondería a eso: «¡Ah, pero esas frases se hallan en la parte que está en prosa! La propia retractación de Job en Job 42:3-6 demuestra que no había hablado rectamente».

(b) La segunda frase es: «Y habéis visto lo que, al fin, le otorgó el Señor» (NVI). Esto se refiere a la narración (en prosa) que leemos en Job 42:10-17, donde Dios le vuelve a dar el doble de lo que le había arrebatado, excepto en el número de hijos e hijas (v. el comentario a Job 42:13).

(c) La tercera frase da la razón de esta benevolencia del Señor: «Pues (gr. hóti, partícula explicativa, no causal) el Señor está lleno de ternura (más a la letra: es multitierno) y de compasiones» (lit.). Con ello da a entender Santiago a sus destinatarios, tentados de impaciencia, que el mismo Señor que fue tan compasivo con Job, lo será también con ellos.

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