Significado de COCINAR Y CALENTAR Según La Biblia | Concepto y Definición

COCINAR Y CALENTAR Significado Bíblico

¿Qué Es COCINAR Y CALENTAR En La Biblia?

Solo en épocas recientes se ha hecho una separación entre cocinar y calentar, de manera que la calefacción central, por ejemplo, actúa de manera independiente a la microonda. En tiempos bíblicos, los medios para calentar eran los mismos que para cocinar. Se calentaba encendiendo fuego al aire libre y se cocinaba de la misma manera. Esto no quiere decir que el fuego siempre se producía de la misma forma ni que los métodos para cocinar eran idénticos; lo que hace interesante este tema son las diferencias.
El lugar principal para cocinar y calentar era el fuego al aire libre. Los campamentos beduinos se podían reconocer por los fuegos encendidos durante la noche a la intemperie y al frente de las tiendas. El fuego se colocaba en un agujero cavado en el suelo o sobre rocas lisas. El fuego se encendía por fricción o encendiendo madera con chispas (Isa 50:11). Muchas historias de la Biblia se preservaron, originariamente como recuerdos de la gente, al relatarlas palabra por palabra alrededor de las fogatas que se encendían para calentarse durante las noches frías del clima árido o en los terrenos elevados. Los pueblos de la Biblia fueron afortunados porque la retama blanca era útil para hacer fuego. Sus brasas se mantenían calientes durante largo tiempo y se podía avivar el fuego aun cuando parecían estar apagadas. Materiales menos útiles pero igualmente combustibles eran los espinos (Isa 10:17), la hierba seca (Mat 6:30), los palos y el excremento seco de animales (Eze 4:15).
Cuando los pueblos de la Biblia dejaron las tiendas para establecerse en casas, los fuegos para cocinar aún se encendían comúnmente al aire libre. Si la casa tenía un patio, el fuego se hacía en alguno de los extremos más alejados a causa del humo. Pocas casas tenían chimenea, y aunque el fuego se colocara en un recipiente de barro o estuviera contenido en un brasero de metal, no había salida para el humo. La vida tiene que haber sido bastante dura durante los inviernos húmedos y fríos de la Tierra Santa. Se necesitaba fuego para mantener el calor, pero la única ventana requería un cortinado pesado, hecho con una manta. El humo tenía poco espacio para salir, de modo que el techo rústico ennegrecía y hacía que los habitantes de la casa se ahogaran y resoplaran. Posteriormente, a las mejores casas se les colocó una chimenea, y las casas reales tenían una especie de calefacción central donde el calor por fuego subterráneo se conducía a la manera de losa radiante. En la época patriarcal, la comida consistía básicamente en pan, productos lácteos, carne y miel. El vino era la bebida más común. Por lo tanto, cocinar consistía en preparar dichos alimentos. Los granos (la escanda, la cebada o el trigo, preferentemente en ese orden) primero tenían que ser lavados y seleccionados. Era necesario quitar cualquier semilla venenosa como la cizaña (Mat 13:25). Luego se molía, ya sea en un mortero o en un molino manual. Este último estaba hecho con dos discos de piedra de unos 30 cm (12 pulgadas) de diámetro. La piedra de abajo tenía una estaca derecha de madera en el centro, y la de arriba tenía un agujero en el medio que encajaba en la estaca. Una manija adherida a la piedra de arriba permitía hacerla girar alrededor de la estaca. El grano se insertaba a través del agujero central. A medida que se hacía girar la piedra de arriba, el grano se apisonaba y salía en forma de harina entre las dos piedras y caía en una tela que se colocaba por debajo. Cualquier mujer podía manejar el molino manual, pero era mucho más fácil si dos compartían la tarea, sentadas con el molino ubicado entre ambas y turnándose para hacer girar la manija (Mat 24:41). Era una tarea doméstica y, por lo tanto, cuando era posible se asignaba a los esclavos (Lam 5:13), pero era una labor con un ruido que siempre se asociaba con el hogar (Jer 25:10). La harina se mezclaba con agua y se hacía masa para pan dentro de una artesa de amasar. Se le agregaba sal, y la mayoría de los días del año también se le agregaba levadura. Esta era masa fermentada de lo que se había horneado el día anterior. Requería más tiempo para penetrar en la masa que si se utilizaba levadura fresca, pero eso se reservaba para después de la fiesta de los panes sin levadura, y el método normal tenía la misma efectividad. Parte del grano se trituraba hasta hacerlo muy fino y se le daba un nombre especial. Era la harina finamente molida que se usaba en la expiación (Éxo 29:40).
Cocinar consistía en la aplicación de calor (relativamente) directo. En algunos casos se colocaban piedras lisas grandes en el fuego ardiente. Una vez que se apagaban las llamas, la masa se colocaba sobre las piedras calientes. En otros casos donde el fuego se colocaba en un agujero en el suelo, la masa se ponía directamente sobre los costados calientes de la depresión. Otro método común era colocar en forma invertida sobre el fuego un recipiente de alfarería de poca profundidad y poner la masa de tortas en la superficie convexa del recipiente. Pasaron muchos años antes de que se inventara el “horno” de ladrillos. Consistía en un cono truncado que se colocaba sobre el fuego. Luego las tortas de pan se ponían en el interior del cono en la parte superior, lejos de las llamas. No fue hasta la época romana que se utilizaron los hornos de ladrillos donde el arca para el fuego estaba separada del área para cocinar mediante una pieza divisoria de arcilla. Este método se mantuvo durante siglos. Había diferentes formas de pan. Algunos eran delgados como papel y los más apropiados para sacar comida de una fuente común (Mat 26:23). Otros panes (Jua 6:9) eran más pesados, como galletas, y un pan aún más pesado se describe en Jue 7:13 donde echó abajo una tienda.
A medida que las comunidades fueron creciendo, el panadero fue desarrollando su negocio y proveyendo servicios para toda la aldea. Su horno tenía forma de túnel. A los costados había estantes donde se colocaba la masa, y el fuego se encendía en el piso. Las amas de casa tenían posibilidad de llevar las masas que preparaban para cocinarlas en el horno comunitario, y los niños podían ir a buscar brasas calientes al final del día para encender el fuego en su casa (Ose 7:4-7). Mientras estaba en prisión, Jeremías recibió una ración de pan de la panadería local (Jer 37:21).
No todo el grano se molía. A veces se colocaba una lámina de metal para hornear sobre el fuego caliente y se ponían los granos sobre la superficie metálica. El grano “se inflaba” y daba como resultado lo que la Biblia denomina grano tostado (1Sa 25:18), que se usaba como merienda ocasional.
El alimento básico que acompañaba al pan era la sopa de vegetales preparada con porotos, vegetales verdes y hierbas. Se colocaba sobre el fuego un recipiente grande para cocinar. El guiso que Jacob le dio a Esaú era sopa de lentejas (Gén 25:30). Se comía haciendo una cuchara con un trozo de pan y hundiéndolo en el recipiente central. Cuando se hacían sopas, la persona que cocinaba tenía que recordar la ley ritual que prohibía la mezcla de semillas para este propósito (basada en Lev 19:19). Cuando surgía una ocasión especial, tal como la llegada de un huésped, al caldo se le podía agregar carne. La mayoría de la carne se hervía o se guisaba de este modo, y se obtenía del rebaño y de la caza. Hervir la carne era la manera más fácil de elaborarla porque la ley ritual requería que se extrajera la sangre del animal (Lev 17:10-11). Por lo tanto, era más fácil cortar la carcasa antes de colocarla en un guiso. La carne normalmente se asaba solo para las fiestas y para días muy especiales como la Pascua (Éxo 12:8-9). A veces se asaba en un asador que se traspasaba por el animal y se sostenía encima del fuego. Puesto que el altar principal del templo y del tabernáculo era una especie de barbacoa o de parrilla donde la carcasa se colocaba sobre una grilla encima del fuego, sería extraño que en las casas no se utilizara a veces un dispositivo similar. Siempre había carne disponible en las ovejas y las cabras del rebaño, pero era muy popular cazar animales salvajes que salían de la selva al Valle del Jordán. En Gén 18:7, a los huéspedes de Abraham se les sirvió becerro, mientras que las visitas de Gedeón comieron carne de cabra (Jue 6:19). La leche también se usaba como material básico de cocina, pero estaba prohibido hacer un guiso de cabrito en la leche de su madre (Éxo 23:19). La razón para ello no es clara. Se han hecho suposiciones en cuanto a que el mandamiento se dio por razones “humanitarias” o que la práctica estaba en alguna medida asociada con la magia en la vida religiosa de aquella época.
Para la época en que el pueblo judío se había establecido en la Tierra Prometida, se habían efectuado agregados a su dieta. Mientras estaban en Egipto se habían acostumbrado a comidas populares en ese país, o sea, pepinos, ajo, puerro, cebollas y melones (Núm 11:5). Algunas de estas plantas no se cocinaban y se usaban para comer con pan o como ensalada. Otras se cocinaban para darle un sabor adicional a la comida. El puerro era una variedad para ensalada, y el pepino era el “pepino serpiente”, común en Egipto. Con el crecimiento del comercio bajo la monarquía israelita, estos artículos se volvieron bastante comunes en la dieta. Además de las cebollas y el ajo se utilizaban hierbas para cocinar que le agregaban sabor a la comida. La sal se juntaba durante la estación cálida en las orillas del Mar Muerto después de que la evaporación la dejaba expuesta. Se usaba para conservar como así también para sazonar. El eneldo, el comino (Isa 28:25-27) y el culantro, al igual que el azúcar, se utilizaban mucho. También se preparaban conservas agridulces condimentadas para hacer más sabrosa la comida. La charoset que se usaba en la Pascua era una conserva hecha de dátiles, higos, pasas y vinagre. La gran diferencia que se produjo cuando tuvo lugar el establecimiento en la Tierra Prometida fue que los judíos comenzaron a utilizar las frutas de los árboles. Construyeron plantaciones y huertos. Lo más significativo en este aspecto fueron los olivos. Una vez que se bajaban las olivas de los árboles y se apisonaban en las prensas, el aceite de oliva se usó en lugar del agua para unir la harina y para freír. Se abrió una era completamente nueva para la cocina. La mujer de Sarepta que cuidaba a Elías solo necesitó un poco de harina y aceite de oliva para sobrevivir durante la época de hambruna (1Re 17:12). Otros árboles proveían alimentos básicos que se comían crudos o en guiso, tales como higos, higos de sicómoro, granadas y nueces.
La leche ya se ha mencionado como líquido para guisar carne y vegetales. También se tomaba sola (Jue 4:19) y se utilizaba para preparar alimentos. Parte se fermentaba para producir yogur. Además se utilizaba para hacer queso (1Sa 17:18), y cuando se la colocaba en una bolsa de piel para batirla y luego estrujarla, se obtenía manteca. Se presume que también se utilizaba la leche cortada, pero en la Biblia no se menciona.
Para la época neotestamentaria, el pescado era un agregado común a la dieta. Gran parte se importaba de los fenicios que pescaban en el Mediterráneo. La industria pesquera también prosperó en el Mar de Galilea. Lo más común era asar el pescado sobre el fuego (Jua 21:9) o salarlo y después comerlo. Magdala, el hogar de María Magdalena, era un conocido centro saladero de pescado.
Siempre había vino disponible, aun entre los pueblos nómadas. Cuando se produjo la entrada a la Tierra Prometida, a los pueblos bíblicos se les hizo posible dedicarse en gran manera a la vitivinicultura, y la preparación de las uvas constituía un aspecto importante de la cocina. Algunas uvas se secaban al sol caliente para convertirlas en pasas, un refrigerio sustancial cuando se necesitaba. No obstante, la mayor parte de las uvas se apisonaba para obtener el jugo. Este era un largo proceso de “cocina”. Las uvas se cosechaban entre julio y septiembre, se colocaban en un lagar, un “tanque” de piedra cavado en el suelo con un agujero de salida en el fondo por donde corría el jugo y se podía recolectar afuera. El jugo permanecía en las vasijas recolectoras durante unas seis semanas para permitir que se produjera la fermentación natural. Luego se vertía cuidadosamente para dejar intacto el sedimento en el fondo y se colocaba en otro recipiente, al que se sellaba con excepción de un pequeño agujero para permitir que escaparan los gases hasta que se completaba el proceso de fermentación. El vino era la bebida más natural y más segura porque a menudo se sospechaba de los suministros de agua. Solo parte del vino se utilizaba para beber. Las amas de casa a veces hervían el jugo para hacer una jalea o dulce de uva sencillo que untaban sobre el pan. Esto era tan satisfactorio que bien podría ser uno de los significados del término “miel” a que se hace referencia en la frase “tierra que fluye leche y miel” (Éxo 3:8; Éxo 3:17).

Ralph Gower

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí