Significado de ESPERANZA Según La Biblia | Concepto y Definición

ESPERANZA Significado Bíblico

¿Qué Es ESPERANZA En La Biblia?

Expectativa confiada, particularmente en relación con el cumplimiento de las promesas de Dios. La esperanza bíblica es la anticipación de un resultado favorable bajo la guía de Dios. Más específicamente, es la confianza en que lo que Dios hizo por nosotros en el pasado garantiza nuestra participación en lo que hará en el futuro. Esto contrasta con la definición secular de la esperanza que dice que es “el sentimiento de que lo que uno ansía se cumplirá”.
La base y el objeto de la esperanza
En el AT, solo Dios es la base y el objeto de la esperanza. La esperanza en Dios se generaba por los poderosos hechos divinos en la historia. En cumplimiento de Su promesa a Abraham (Gén 12:1-3), Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Proveyó para sus necesidades en el desierto, formó con ellos en el Sinaí una comunidad basada en el pacto, y los condujo a una ocupación exitosa de Canaán. Estos hechos proveían una base firme para la confianza del pueblo en el propósito permanente de Dios para con ellos. Incluso cuando Israel era infiel, la esperanza no se perdía. Gracias a la fidelidad y la misericordia de Dios, los que se volvían a Él podían contar con Su ayuda (Mal 3:6-7), que incluía perdón (2Cr 7:14; Sal 86:5) como así también liberación de manos del enemigo. Por eso, Jeremías llamó a Dios “la esperanza de Israel, su Salvador en el tiempo de aflicción” (Jer 14:8; comp. Jer 14:22; Jer 17:13).
Un resultado de poner la esperanza en Dios es negarse a colocarla en el orden creado. Este último es débil, transitorio y factible de fracaso. Por eso es inútil depositar la esperanza final en las riquezas (Sal 49:6-12; Sal 52:7; Pro 11:28), las casas (Isa 32:17-18), los príncipes (Sal 146:3), los imperios y los ejércitos (Isa 31:1-3; 2Re 18:19-24) o incluso en el templo de Jerusalén (Jer 7:1-7). Dios, y solo Dios, es una roca inconmovible (Deu 32:4; Deu 32:15; Deu 32:18; Sal 18:2; Sal 62:2; Isa 26:4), y refugio y fortaleza que provee seguridad total (Sal 14:6; Sal 61:3; Sal 73:28; Sal 91:9). En el Sal 119:49-50 encontramos un resumen preciso del énfasis del AT.
Un aspecto significativo de la esperanza del AT era la expectativa de Israel de la llegada de un mesías, es decir, un soberano ungido de la descendencia de David. Esta expectativa se basaba en la promesa de que Dios establecería el trono de David para siempre (2Sa 7:14). El mesías sería el agente de Dios para restaurar la gloria de Israel y gobernar las naciones en paz y justicia. No obstante, los sucesores de David en su mayoría fueron decepcionantes. El rumbo de la nación distaba mucho de ser el ideal. Por eso, el pueblo esperaba que en el futuro hubiera un descendiente davídico que cumpliera la promesa divina.
El NT continúa hablando de Dios como fuente y objeto de la esperanza. Pablo escribió que Dios “resucita a los muertos” y que tenemos nuestra esperanza colocada en Él (2Co 1:9-10). Aun más, “esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres” (1Ti 4:10). Pedro les recordó a sus lectores que la fe y la esperanza de ellos estaban en Dios (1Pe 1:21). En el NT, al igual que en el AT, Dios es el “Dios de esperanza” (Rom 15:13).
Para los primeros cristianos, la fe también está centrada en Cristo. A Jesús se lo llama “nuestra esperanza” (1Ti 1:1), y la esperanza de gloria se identifica con “Cristo en vosotros” (Col 1:27). Las imágenes aplicadas a Dios en el AT se trasfieren a Cristo en el NT. Él es el salvador (Luc 2:11; Hch 13:23; Tit 1:4; Tit 3:6), la fuente de vida (Jua 6:35), la roca sobre la cual se construye la esperanza (1Pe 2:4-7). Es el primero y el último (Apo 1:17), el manantial de luz que disipa la oscuridad y guía a Su pueblo a la eternidad (Apo 22:5).
Los autores del NT hablaron de Cristo como objeto y base de la esperanza por dos motivos: (1) El Mesías trajo salvación por medio de Su vida, muerte y resurrección (Luc 24:46). Las promesas de Dios se cumplieron en Cristo, “porque todas las promesas de Dios son en él Sí” (2Co 1:20).
(2) Eran conscientes de la unidad entre el Padre y el Hijo. Es una unidad de naturaleza (Jua 1:1; Col 1:19) y unidad en la obra de redención. La esperanza en el Hijo es una unidad con la esperanza en el Padre porque “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2Co 5:19).
Un futuro de esperanza
Si bien el NT afirma la suficiencia de la obra redentora de Cristo en el pasado, también espera Su regreso en el futuro para completar el propósito de Dios. Efectivamente, el principal énfasis de la esperanza en el NT se centra en la segunda venida de Cristo. La “esperanza bienaventurada” de la iglesia no es otra cosa que “la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tit 2:13).
La seguridad de la esperanza
Los cristianos viven en esperanza por dos motivos básicos. El primero se debe a lo que Dios hizo en Cristo. Es de especial importancia el énfasis del NT en la resurrección mediante la cual Jesucristo derrotó el poder del pecado y de la muerte. “Según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1Pe 1:3).
El segundo motivo es que el Espíritu Santo mora en el creyente. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Rom 8:16).
Dada la seguridad de la esperanza, los cristianos viven el presente con confianza y encaran el futuro con valentía. También pueden enfrentar las pruebas de manera victoriosa porque saben que “la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Rom 5:3-4). Tal perseverancia no es resignación pasiva; es la confiada resistencia frente a la oposición. Por lo tanto, en la esperanza cristiana hay una certeza que marca una diferencia cualitativa respecto de la esperanza común. La esperanza cristiana es un don de Dios. “La cual tenemos como segura y firme ancla del alma” (Heb 6:19). Ver Escatología.

Bert Dominy

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