Significado de HEBREOS, EPÍSTOLA A LOS Según La Biblia | Concepto y Definición

HEBREOS, EPÍSTOLA A LOS Significado Bíblico

¿Qué Es HEBREOS, EPÍSTOLA A LOS En La Biblia?

El lenguaje y las imágenes de la carta a los Hebreos parecen alejados de nuestro mundo, pero su mensaje necesita ser escuchado aun hoy.
Contexto histórico
Tanto el autor de Hebreos como la situación histórica que motivó su escritura son materia de especulación. Aunque en el título de algunos mss. está incluido el nombre de Pablo, el escritor jamás menciona su nombre. Tampoco identifica a sus destinatarios ni la ubicación de estos. La audiencia se enfrentaba a una enorme decisión, pero el escritor nunca identifica explícitamente la situación que forzaba a tomar la decisión.
Debemos reconstruir lo que sea posible en cuanto al contexto histórico a partir de claves incluidas en el texto y debates de líderes de la iglesia primitiva. La autoría se ha debatido desde el siglo II, a fines del cual Clemente de Alejandría y Orígenes, líderes de la iglesia de Alejandría en Egipto, reconocieron que el contenido de la carta está vinculado con Pablo o con alguien asociado a él. Pero el vocabulario y el estilo eran muy diferentes a los de Pablo. Orígenes manifestó que las ideas eran paulinas pero que las había escrito otra persona. Su famosa afirmación acerca de quién escribió Hebreos fue: “Solo Dios sabe”. Aparte de Pablo, las antiguas nominaciones a la autoría incluyen a Lucas, Bernabé y Clemente de Roma. En épocas más recientes, las sugerencias incluyeron a Apolos, Silvano, el diácono Felipe, Judas y Priscila, entre otros (por lo menos quince).
Más importante que el nombre del autor es su carácter. Tenía un extraordinario conocimiento del AT. La carta contiene entre 31 y 35 citas directas del AT, además de numerosas alusiones y referencias indirectas. El autor se valió de personas, hechos y pasajes del AT que incluyó en un tratado sobre la superioridad de Jesús.
Era muy instruido, hábil en el uso del idioma y los métodos de argumentación. El griego de la carta a los Hebreos está a la altura del mejor griego del NT. Desde el vocabulario hasta la sintaxis, el autor demuestra creatividad y refinamiento. Hay un argumento artísticamente elaborado desde el comienzo hasta el final, con un uso continuo de técnicas retóricas e imágenes.
El autor tenía pasión por la gente. Entretejido en la exposición bíblica hay un ruego a los creyentes para que se mantengan firmes en la fe. Las malas decisiones llevan a consecuencias espirituales desastrosas. El escritor no iba a cejar hasta que sus lectores comprendieran la necesidad de vivir consagrados a la fe en tiempos turbulentos.
Los destinatarios
La única clave geográfica en cuanto a la ubicación de la iglesia aparece en Heb 13:24 b. No obstante, la frase ambigua da lugar a dos interpretaciones: ¿Estaba el autor en Italia escribiéndole a la iglesia de otro lugar (“Los de Italia os saludan”), o le estaba escribiendo a la iglesia en Italia, especialmente en Roma, desde algún otro lugar (“Los de Italia están aquí conmigo y os saludan”)?
Existen por lo menos dos factores a favor de la segunda interpretación. Las primeras citas y referencias a la epístola a los Hebreos se encuentran en la carta de Primera Clemente que se escribió en Roma cerca del final del primer siglo. Además, algunos de los puntos que se tratan en el Pastor de Hermas, escrito desde Roma aprox. en la misma época, parecen responder a temas planteados en Hebreos. Este conocimiento temprano de Hebreos en Roma cobra sentido si ese hubiera sido el destino original de la carta.
A pesar de las dudas de Orígenes, la iglesia oriental con base en Alejandría, Egipto, asoció la carta a los Hebreos al resto de las cartas paulinas mucho antes de que lo hiciera la iglesia occidental en Roma. Si la carta hubiera sido enviada originalmente a Roma, el conocimiento de la identidad del autor podría haber motivado entonces aquella duda.
La fecha de la carta también es incierta. El escritor se caratuló a sí mismo y a su audiencia como una “segunda generación” de cristianos que escucharon la palabra de los que habían conocido a Jesús (Heb 2:3 b). Esta iglesia también tenía su propia historia. Algunos miembros que ya debían ser líderes todavía necesitaban enseñanza (Heb 5:12). La historia de la iglesia incluía un período de persecución en los primeros tiempos cuando aceptaron con gozo diversas pruebas (Heb 10:32-34, insinuado en Heb 6:10). Esa persecución no parece haber implicado pérdida de vidas (Heb 12:4).
Es difícil establecer un marco temporal. La descripción en Heb 2:3 b podría aplicarse a la mayor parte de la iglesia después de Pentecostés. La fecha más tardía posible para su composición se establece mediante citas halladas en 1 Clemente, que proporciona un rango entre el 35 y el 100 d.C. La historia de la iglesia en Roma durante este período no es completa, y las conclusiones deben ser tentativas. No obstante, si se encuentran circunstancias que encajen en las evidencias en la carta, podemos tener un sentido de precisión histórica.
Alrededor del 49 d.C., el emperador Claudio expulsó de Roma a líderes judíos por un conflicto religioso que había provocado un disturbio en la ciudad. La expulsión incluyó a judíos cristianos (Priscila y Aquila, Hch 18:2). Esa expulsión podría estar relacionada con la humillación, el encarcelamiento y la expropiación de bienes sin pérdidas de vida que se describen en la carta (Heb 10:32-34).
Es probable que la persecución que llegaría fuera la que Nerón llevó a cabo contra los cristianos de Roma a mediados de la década del 60 d.C. Extremadamente intensa, dicha persecución incluyó muerte dolorosa para muchos cristianos. Si este escenario es correcto, la carta le fue escrita a una iglesia o iglesias que se reunían en una casa de Roma entre el comienzo de la persecución de Nerón después del gran incendio del verano del 64 d.C. y el suicidio del emperador en el 68 d.C.
La expulsión ordenada por Claudio estaba dirigida a judíos que aceptaban a Jesús como Mesías y a otros que no. El propósito de la expulsión parece haber sido restaurar el orden civil. Los creyentes judíos de las iglesias que se reunían en casas de Roma habrían sido potencialmente afectados por la orden por el simple hecho de ser judíos.
La persecución neroniana intentó desviar la crítica popular por la participación de Nerón en el incendio y aplicarla sobre un chivo expiatorio, en este caso los seguidores de Jesús. La persecución se basó en supuestos delitos cometidos por los creyentes. En la primera situación, los cristianos judíos no pudieron escapar de la persecución ni en la iglesia ni en la sinagoga porque la orden se fundamentaba en su condición de judíos. En cambio, en la segunda situación, el abandono de la iglesia y la vuelta a la sinagoga aseguraría la integridad física de los creyentes judíos ya que la persecución estaba dirigida hacia los cristianos y no a los judíos en general.
A lo largo de la carta se perciben ecos de esa preocupación. El llamado a la asistencia regular a las reuniones públicas (Heb 10:24-25) puede reflejar titubeo de algunos a que se los asociara con la iglesia. El llamado constante en toda la carta era un recordatorio de que todo lo referente al judaísmo se había cumplido en Jesús. Alejarse de Jesús, no importa en qué dirección, era alejarse de Dios. La única respuesta adecuada a lo que Dios había hecho en Jesús era salir del lugar seguro (la sinagoga) y soportar el oprobio de Jesús junto con Él (Heb 13:13).
Resumiendo, la carta la escribió un autor anónimo a un grupo de cristianos que probablemente vivían en Roma o sus alrededores, eran bien versados en las escrituras del AT y estaban familiarizados con la historia judía y el sistema de sacrificios. En el pasado habían soportado fielmente tiempos difíciles, pero en el futuro inmediato enfrentarían nuevos y mayores sufrimientos. El escritor se valió de una diversidad de medios para animar a los cristianos a mantenerse firmes y aferrarse a su fe. La conjetura que vincula a este grupo con la expulsión de Claudio en el pasado y la persecución de Nerón en el futuro inmediato debe mantenerse tentativa, pero si estos dos hechos no proporcionan el contexto histórico de la carta, de todas maneras tienen que haberlo sido otros acontecimientos de naturaleza similar.
Contexto literario
El contexto literario es tan problemático como el histórico. Hebreos está incluida entre las cartas del NT. No obstante, carece del comienzo típico de una epístola. Los primeros cuatro versículos se han comparado con la introducción al Evangelio de Juan que sirve de prólogo al Evangelio. En este sentido, Hebreos es también similar a 1 Juan, que también carece de la apertura habitual de una carta. A diferencia de 1 Juan, que tampoco termina como una carta, Hebreos sí concluye con un estilo típicamente epistolar con una serie de exhortaciones (Heb 13:1-18) seguidas de una bendición (Heb 13:20-21) y alusiones personales y saludos (Heb 13:22-24).
La forma epistolar incompleta de Hebreos ilustra su naturaleza dual: es una homilía destinada a ser leída oralmente pero transmitida en forma escrita o epistolar. La naturaleza oral de la obra se reconoce en el uso de armas retóricas para despertar auditivamente las emociones y también para motivar el pensamiento lógico. El libro se inicia con una de esas técnicas, la aliteración: cinco palabras en el texto griego de Heb 1:1 comienzan con la letra griega pi. Es probable que se haya intentado que aun las cartas del NT que contienen todos los elementos formales de una epístola fueran leídas oralmente. Los receptores originales de las cartas del NT las escuchaban en público en lugar de leerlas en forma privada.
La estructura de la carta también es problemática. Hebreos está sumamente desarrollada y organizada. No obstante, hay poco consenso en cuanto a cómo bosquejar el libro. Se han seguido dos enfoques principales, a partir de los contenidos y a partir de la forma. Una limitación de los bosquejos basados en el contenido es que tienden a forzar Hebreos para que encaje dentro del molde paulino de exposición doctrinal seguida de exhortación práctica. Sin embargo, aunque Hebreos contiene tanto exposición como exhortación, ambos elementos están entretejidos a lo largo de todo el libro más que presentados en orden secuencial.
Los bosquejos basados en la forma intentan encontrar claves en el texto para determinar unidades constitutivas. Algunas de estas claves son temas repetidos, palabras repetidas y cambios de género. Por ejemplo, el tema de la superioridad de Jesús sobre los ángeles en Heb 1:5-14 está indicado en parte por la frecuente repetición en esos versículos de la palabra “ángeles”. Comenzando en Heb 2:1, el autor pasa de la tercera persona (él, ellos) a la primera (yo, nosotros), y la palabra “ángeles” ya no aparece, lo que indica un cambio de género y de contenido, de exposición a exhortación. Luego, en Heb 2:5, se usa nuevamente la palabra “ángeles”. Esta técnica separa Heb 2:1-4 como un pasaje de advertencia o exhortación y vincula el material de Heb 2:5-18 con la exposición de la superioridad de Jesús que se inició en el capítulo 1.
La característica más sobresaliente de la estructura de Hebreos es la combinación de material expositivo y exhortativo. El resultado es que el sermón no se desarrolla con un esquema lógico constituido por varios puntos. En su lugar, el autor constantemente dispara luces de advertencias a su audiencia. La doctrina expuesta tenía implicancias prácticas. A los lectores se les recuerda repetidamente que las buenas decisiones requieren fundamentos teológicos sólidos.
Contexto teológico
El principal tema teológico aparece al comienzo del capítulo Heb 1:1-14. El Dios que les habló a los israelitas es el mismo que habló por medio de Jesús (Heb 1:1-2). Y cuando Dios habla, Su pueblo debe escuchar; es un mensaje reiterado en el pasaje culminante de advertencia: “Mirad que no desechéis al que habla” (Heb 12:25). En lo que podría ser el clímax de toda la carta (Heb 13:10-16), el escritor reintroduce los temas del sumo sacerdocio, el altar y el sacrificio del Día de Expiación, que fueron imágenes centrales en los caps. Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-39. En esos pasajes, las imágenes se utilizaron para invitar a los oyentes a salir de la zona de seguridad. La sinagoga podía representar seguridad física para los oyentes, pero Jesús estaba afuera sufriendo por Su pueblo, y Su pueblo debía estar afuera con Él.
Otros temas teológicos apoyan el llamado a obedecer. Uno de esos temas es cristológico: Jesús es la revelación máxima y definitiva de Dios. Es superior a los ángeles, a Moisés y a los sacerdotes terrenales, y Su sacrificio es superior a cualquier otro sacrificio ofrecido en el templo. Mediante la cuidadosa exposición de los pasajes del AT, el autor señala la naturaleza temporal del sacerdocio, del sistema sacrificial del templo y del pacto inicial entre Dios y Su pueblo. Jesús, como sumo sacerdote perfecto, ofreció un sacrificio de una vez y para siempre que dio inicio al nuevo pacto predicho por Jeremías.
Otro tema teológico candente es la apostasía, y está presente en todos los pasajes de advertencia, pero el aspecto central suele ser Heb 6:4-8. El pasaje no deja lugar a dudas acerca de que aquellos que caen serán castigados por su desobediencia. No obstante, lo que con frecuencia se pasa por alto es que el texto es muy poco explícito en cuanto a aquello desde dónde caen y en qué consistirá el castigo.
La suposición más común es que han caído de la salvación, y que el fuego de Heb 6:8 se refiere a la destrucción eterna. Sin embargo, también es aceptable la opinión del teólogo Herschel Hobbs de que estos creyentes corrían peligro de caer fuera de la misión de Dios en el mundo, y que el castigo sería la pérdida de oportunidad. El tema de la misión de Dios se puede ver en otros pasajes tales como el fallido intento en Cades-barnea de entrar a la Tierra Prometida para cumplir con Su llamado (caps. Heb 3:1-19 y Heb 4:1-16). Otra solución sugerida considera a aquellos que caen como creyentes fenomenológicos; en otras palabras, aparentaban ser creyentes pero no lo eran. Una dificultad con esta posición es el lenguaje fuerte que utiliza el escritor en Heb 6:4-5 para describir a esa gente.
Bosquejo
I. Prólogo: curso y clímax de la revelación divina (Heb 1:1-3)
II. La preeminencia de Cristo (Heb 1:4-14; Heb 2:1-18; Heb 3:1-19; Heb 4:1-13)
A.  La superioridad de Cristo sobre los ángeles (Heb 1:4-14)
B.  Advertencia contra el descuido (Heb 2:1-4)
C.  El motivo de que Cristo se hiciera hombre (Heb 2:5-18)
D. Superioridad de Cristo sobre Moisés (Heb 3:1-6)
E. Advertencia contra la incredulidad (Heb 3:7-19)
F. La entrada al descanso prometido (Heb 4:1-13)
III. El sacerdocio de Jesucristo (Heb 4:14-16; Heb 5:1-14; Heb 6:1-20; Heb 7:1-28; Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18)
A.  Importancia de Su sacerdocio para la conducta personal (Heb 4:14-16)
B.  Requisitos de un sumo sacerdote (Heb 5:1-10)
C.  El problema de la inmadurez (Heb 5:11-14)
D. Advertencia contra la regresión (Heb 6:1-12)
E. Herencia de la promesa (Heb 6:13-20)
F. La grandeza de Melquisedec (Heb 7:1-10)
G.  Un sacerdocio superior (Heb 7:11-28)
H. Un sacerdocio celestial (Heb 8:1-6)
I. Un pacto superior (Heb 8:7-13)
J. El ministerio del antiguo pacto (Heb 9:1-10)
K. El ministerio del nuevo pacto (Heb 9:11-28)
L. El sacrificio perfecto (Heb 10:1-18)
IV. La perseverancia de los cristianos (Heb 10:19-39; Heb 11:1-40; Heb 12:1-29; Heb 13:1-25)
A.  Exhortaciones a la fidelidad (Heb 10:19-25)
B.  Advertencia contra el pecado deliberado (Heb 10:26-39)
C.  Los héroes de la fe (Heb 11:1-40)
D. El llamado a soportar (Heb 12:1-2)
E. La disciplina del Padre (Heb 12:3-13)
F. Advertencia contra el rechazo de la gracia de Dios (Heb 12:14-29)
G.  Exhortaciones finales (Heb 13:1-19)
H. Bendición y despedida (Heb 13:20-25)

Charles A. Ray

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