Significado de MARCOS, EVANGELIO DE Según La Biblia | Concepto y Definición

MARCOS, EVANGELIO DE Significado Bíblico

¿Qué Es MARCOS, EVANGELIO DE En La Biblia?

Segundo libro del NT y el relato más breve del ministerio de Jesús.
Autor
El título “según Marcos” fue agregado a este Evangelio por los escribas que produjeron las primeras copias del texto. Según la tradición de la iglesia primitiva, Marcos registró y organizó las “memorias” de Pedro; por lo tanto, elaboró un Evangelio basado en testimonio apostólico. Si bien Marcos es un nombre romano común, es probable que el escritor del Evangelio sea Juan Marcos. Este se convirtió en colaborador importante tanto de Pablo como de Pedro al predicar las buenas nuevas a los gentiles y preservar el mensaje evangélico para los creyentes de épocas posteriores. Ver Marcos, Juan.
Lectores
Marcos dirigió su Evangelio a cristianos gentiles. Explica detalladamente las costumbres judías para ayudar a los lectores no familiarizados con el judaísmo (Mar 7:3-4; Mar 12:18). Tradujo varias expresiones arameas para una audiencia greco parlante (Mar 5:41; Mar 7:11; Mar 7:34; Mar 15:22). Los gentiles habrán apreciado de manera especial la interpretación de Marcos de las palabras de Jesús cuando declaró que todos los alimentos eran limpios (Mar 7:19; comp. Mat 15:17-20). La audiencia gentil de Marcos tal vez explique la ausencia de la genealogía de Jesús. Dichos lectores gentiles quizás eran cristianos romanos. El Evangelio de Marcos contiene muchos términos tomados del latín y escritos en griego; considerar “tomaron consejo” (Mar 3:6), “Legión” (Mar 5:9), “tributo” (Mar 12:14), “azotarle” (Mar 15:15).
La tradición cristiana primitiva ubicaba a Marcos en Roma poco después de la muerte de Pedro y preserva las palabras del apóstol para los cristianos romanos (1Pe 5:13). Según la tradición, Pedro sufrió el martirio en Roma durante la persecución de Nerón, lo que colocaría el Evangelio de Marcos aprox. en 64–68 d.C. Un medio ambiente tan hostil indujo a Marcos a expresar su relato de la vida de Jesús con términos que darían consuelo a los cristianos que sufrían por su fe. El tema de la persecución domina este Evangelio (Mar 10:30; comp. Mat 19:29; Luc 18:29). Se enfatiza el sufrimiento mesiánico de Jesús a fin de alentar a los cristianos a seguir el mismo ejemplo de servicio (Mar 10:42-45). Los cristianos romanos se sentirían animados al saber que Jesús anticipó que “todos serán salados con fuego” (Mar 9:49; Mar 13:9-13). Morir por el evangelio sería equivalente a morir por Jesús (Mar 8:35; Mat 16:25; Luc 9:24).
Estilo
Marcos ha sido llamado el “Evangelio de la acción”. Jesús está constantemente en acción. Según Marcos, un día el Señor enseñó a las multitudes junto al mar, atravesó el Mar de Galilea y calmó la tormenta, sanó al endemoniado gadareno, volvió a cruzar el mar, sanó a la mujer que padecía de hemorragias y resucitó a una niña (Mar 4:1-41; Mar 5:1-43; Mar 6:1). Aparentemente, Marcos estaba más interesado en la obra de Jesús que en Sus palabras. Por esta razón, omitió el Sermón del Monte. Jesús iba enseñando a medida que se trasladaba de una región a otra, y utilizaba las circunstancias del viaje como lecciones valiosas para Sus discípulos (Mar 8:14-21). Las referencias geográficas solo sirven para determinar la amplitud de Su ministerio. Según la proyección fílmica de Marcos, Jesús se movía rápidamente, como si fuera un hombre con los días contados.
Los buenos cuentistas cautivan al auditorio mediante el uso de lenguaje diario que estimule un profundo simbolismo. El lenguaje de Marcos es simple, directo y común. El uso tosco y poco refinado que a veces hace de la gramática griega incrementa su capacidad para comunicar el mensaje del evangelio mediante el empleo de patrones idiomáticos conocidos. Cuando Marcos narraba una historia, tenía talento para destacar lo dramático y capacidad para transmitir detalles. La descripción de acontecimientos estaba repleta de imágenes vívidas que evocaban variedad de emociones en tan solo una historia (Mar 5:1-20; comp. Mat 8:28-34). En el relato gráfico del encuentro de Jesús con el muchacho endemoniado, solo Marcos registró la convulsión que provocó que el joven cayera al suelo y se revolcara “echando espumarajos” (Mar 9:20; Mar 9:26). Además, Marcos preservó el interrogatorio que Jesús le hizo al padre sobre la gravedad de la condición del muchacho y el grado de fe que él poseía (Mar 9:21-24). Finalmente, Marcos fue el único que registró las palabras de reprensión expresadas por Jesús como así también la reacción de la multitud ante el cuerpo sin vida del joven: “Está muerto” (Mar 9:25-26).
El interés de Marcos en los detalles, a veces hasta ser redundante (Mar 6:49-50, “Viéndole ellos andar […] porque todos le veían […] habló con ellos, y les dijo”), demuestran cómo se apoyaba en testimonios de testigos oculares. Marcos no solo se preocupaba de relatar las palabras de Jesús sino también de Sus gestos, actitudes y emociones (Mar 3:5; Mar 6:34; Mar 7:34; Mar 8:12; Mar 11:16). Siguiendo la misma modalidad, Marcos registró la reacción de las multitudes, las expresiones faciales de los que participaban en las conversaciones, las conclusiones a las que arribaban los discípulos y las declaraciones privadas que efectuaban los opositores (Mar 5:40; Mar 10:22; Mar 10:32; Mar 10:41; Mar 11:31; Mar 14:40). Solo una persona observadora con conocimiento de lo sucedido relataría historias con información tan pertinente. Más aún, el papel destacado de Pedro en la narración (Pedro recuerda, Mar 11:21; también Mar 1:36; Mar 14:37; Mar 16:7) confirma la tradición de los cristianos primitivos en cuanto a que Marcos se basó en los recuerdos del apóstol cuando produjo el “evangelio de Jesucristo” (Mar 1:1).
Estructura
Una primera lectura del Evangelio da la impresión de que fuera una colección arbitraria de historias acerca de Jesús. Una vez que Juan el Bautista cumplió con su misión de predecesor del Mesías (en una aparición muy breve), Jesús comenzó Su ministerio público en Galilea predicando el “evangelio del reino de Dios” y reuniendo unos pocos discípulos (Mar 1:14-20). Luego de completar estas introducciones necesarias, Marcos presentó la vida de Jesús siguiendo un sencillo esquema geográfico: de Galilea a Judea. El ministerio popular de Jesús en Galilea se registra en los caps. 1–9. El breve ministerio en Judea (Mar 10:1-31) sirve principalmente como preludio a la inminente pasión de Jesús. Más de una tercera parte de Marcos está dedicada a los acontecimientos de la última semana de la vida de Jesús (Mar 10:32-52; Mar 11:1-33; Mar 12:1-44; Mar 13:1-37; Mar 14:1-72; Mar 15:1-47). La historia termina tan abruptamente como comenzó. Marcos concluyó su Evangelio con el anuncio que efectuó el ángel sobre la resurrección de Jesús nazareno (los mss. griegos más antiguos del NT terminan el Evangelio de Marcos en Mar 16:8). La cronología de Marcos con respecto a Jesús deja al lector con la impresión de que su único propósito al escribir fue preservar la tradición oral en forma escrita. No obstante, tras un estudio más detallado, el lector más perspicaz percibe que Marcos organizó el material de manera más sofisticada a fin de transmitir la verdad en un nivel más elevado.
Las historias de la purificación del templo y la maldición de la higuera parecen incidentes aislados en el Evangelio de Mateo, relacionados mediante una secuencia cronológica (Mat 21:12-22). Por el contrario, en el Evangelio de Marcos estas dos historias se intercalan a fin de ayudar al lector a interpretar la actividad de Jesús expresada en parábolas. Mientras iba camino a Jerusalén, Jesús les dijo a Sus discípulos que tenía hambre y se acercó a una higuera para tomar un fruto. El árbol estaba lleno de hojas, lo que daba la impresión de que estaba viva pero sin frutos. Marcos registra que Jesús le habló al árbol y dijo: “Nunca jamás coma nadie fruto de ti” (Mar 11:14 LBLA). Los discípulos lo “oyeron” y probablemente quedaron asombrados de lo que Jesús había hecho, ya que Marcos registró que “no era tiempo de higos” (Mar 11:13). Sin dar ninguna explicación, Jesús llevó a Sus discípulos a Jerusalén donde purificó el templo. Visto desde lejos, la actividad diaria del templo aparentaba que el lugar gozaba de vida espiritual, pero tras una inspección más detenida, Jesús no halló ningún fruto de esa clase. Se suponía que Israel, la higuera, tenía que ser una “casa de oración para todas las naciones” (Mar 11:17). En cambio, los líderes religiosos convirtieron la devoción de los adoradores en un beneficio financiero (Mar 11:15; Mar 11:17). En esencia, cuando Jesús le habló a la higuera, estaba pronunciando una maldición sobre líderes religiosos judíos y demostró Su desagrado divino al purificar el templo. Por esta razón, Pedro y los discípulos no se sorprendieron cuando, durante el viaje de regreso, hallaron que la higuera maldecida estaba seca (Mar 11:21).
El Evangelio de Marcos no es una simple colección de relatos sobre Jesús; su libro relata la historia de Jesús a pleno. Marcos desarrolló la “trama” unificadora de la historia evangélica mediante una revelación de la identidad encubierta de Jesús. El secreto mesiánico forma parte del misterio del reino de Dios y solo lo entienden los que están adentro; “a los que están fuera” les es dado saber “por parábolas todas las cosas” (Mar 4:11; Mar 4:33-34). A lo largo de todo este Evangelio, Jesús procuró esconder Su verdadera identidad. Jesús hizo callar a los demonios porque lo conocían (Mar 1:34). Les ordenó a los que eran testigos de Sus milagros que no le contaran a nadie lo que habían visto, aunque el silencio era solo una posibilidad remota (Mar 7:36). Aun después de la máxima profesión de fe, ocasión en que los discípulos revelaron que habían entendido el secreto (“Tú eres el Cristo”), Jesús les advirtió que no se lo dijeran a nadie (Mar 8:30). Marcos utilizó el secreto mesiánico para organizar su historia en torno a la revelación progresiva de Cristo y el peregrinaje de fe de Sus discípulos. Incluso los gentiles demostraban que pertenecían a la comunidad de la fe cuando entendían las parábolas de Jesús y lo reconocían como el Cristo.
La estructura literaria de Marcos no es accidental. La organización del material indica claramente la acción de un artesano literario calificado. Por ejemplo, Marcos demostró ironía al unir la historia de los discípulos que cuestionaron la identidad de Jesús diciendo, “¿Quién es este?”, después de que calmara la tormenta (Mar 4:41), con el relato sobre los demonios que fueron prontos para exclamar “Jesús, Hijo del Dios Altísimo” (Mar 5:7). Cuando los discípulos finalmente expresaron la gran confesión de fe en Cesarea de Filipo (Mar 8:27-30), no comprendían todo lo que implicaba el carácter mesiánico de Jesús (Mar 8:31-38). Marcos describió la visión espiritual parcializada de ellos, cuando registró el singular milagro de Jesús de la curación del ciego llevada a cabo en dos etapas (Mar 8:22-25). Si bien los discípulos percibían el secreto mesiánico, su visión no se centraría en esta verdad hasta la resurrección. Más allá de toda duda, el retrato de Jesús que presenta Marcos es una “pintura” que se puede apreciar tanto de cerca (estilo) como de lejos (estructura).
Mensaje
La forma preferida de Jesús para designarse a sí mismo, especialmente en Marcos, fue “Hijo del Hombre”. En este Evangelio, Jesús se identifica con la humanidad tanto en el título como en las características. Marcos describía a Jesús como un hombre que poseía todas las emociones humanas. Movido por la compasión, el enojo, la frustración, la misericordia y la tristeza (Mar 1:41; Mar 3:5; Mar 8:17; Mar 14:6; Mar 14:33), Jesús ministró entre los seres humanos. Marcos presentó sin reservas la humanidad plena de Jesús (Mar 3:21; Mar 4:38; Mar 6:3-6; Mar 13:32). Desde el comienzo de Su ministerio terrenal (Mar 2:20), Jesús vivió bajo la sombra amenazante de la cruz hasta que la agonía de Getsemaní casi lo abruma (Mar 14:34). No obstante, Marcos escribió un Evangelio que también fue diseñado para evocar la fe en la deidad de Jesús: la voz divina la anunció desde el cielo, los demonios la expresaron en agonía, Pedro la profesó con denuedo, incluso el soldado romano reconoció: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Mar 15:39).
Bosquejo
I. Dios actuó a favor de Su pueblo al enviar a Su Hijo como Su representante (Mar 1:1-13)
II. La aparición del Hijo de Dios como Su representante indicaba la presencia del reino (Mar 1:14-45)
III. El orden antiguo no reconoció al representante de Dios ni la presencia del reino (Mar 2:1-28; Mar 3:1-6)
IV. La presencia del representante de Dios provocó una reacción de parte de los demás (Mar 3:7-35; Mar 4:1-41; Mar 5:1-43; Mar 6:1-6)
V. El representante de Dios extendió las bendiciones del reino a pesar de los adversarios (Mar 6:7-56; Mar 7:1-37; Mar 8:1-30)
VI. El representante de Dios exhibió la paradoja del reino: el sufrimiento precede a la vindicación (Mar 8:31-38; Mar 9:1-50; Mar 10:1-52)
VII. La presencia del representante de Dios en Jerusalén intensificó el conflicto entre el antiguo orden y el reino (Mar 11:1-33; Mar 12:1-44)
VIII. El representante de Dios predijo la aflicción inminente de Jerusalén y del antiguo orden (Mar 13:1-37)
IX. El antiguo orden se unió en su accionar contra el representante de Dios (Mar 14:1-72; Mar 15:1-47)
X. La resurrección del representante de Dios convalidó la presencia del reino (Mar 16:1-8)
XI. Un anexo posterior: Prueba de la vindicación del representante de Dios (Mar 16:9-20)

Rodney Reeves

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