Significado de TESALONICENSES, SEGUNDA CARTA A LOS Según La Biblia | Concepto y Definición

TESALONICENSES, SEGUNDA CARTA A LOS Significado Bíblico

¿Qué Es TESALONICENSES, SEGUNDA CARTA A LOS En La Biblia?

Se cree que fue escrita por Pablo (2Ts 1:1), y el estilo, el lenguaje y la teología parecen comprobarlo. Al parecer, escritores antiguos como Policarpo e Ignacio conocían esta epístola, que se incluye además en la lista de libros del NT de Marción y en el Canon Muratorio. La carta dice ostentar la firma de Pablo (2Ts 3:17). La mayoría de los eruditos concuerda en que se trata de una genuina carta paulina a la iglesia de Tesalónica escrita poco después de la primera. La situación postulada en esta carta es tan similar a la otra que es probable que no haya transcurrido mucho tiempo entre ambas, quizás tan solo unas semanas.
Algunos recientemente sostuvieron que no es una carta genuina de Pablo. Sostienen que, en 1 Tesalonicenses, la segunda venida de Cristo se ve como algo muy cercano, mientras que aquí parece estar precedida por la aparición del hombre de pecado y otras señales. No se trata de una objeción seria ya que los cristianos solían tener ambos puntos de vista; no hay razón para que no sucediera lo mismo con Pablo. El argumento de que la enseñanza sobre el hombre de pecado es diferente a todo otro tema paulino tampoco es convincente ya que en ninguna otra parte el apóstol se enfrenta con la declaración de que “el día del Señor está cerca” (2Ts 2:2).
No se conoce la fecha exacta de la misión de Pablo en Tesalónica ni tampoco de las cartas escritas para la nueva iglesia de ese lugar. La mayoría de los eruditos concuerda en que 2 Tesalonicenses tal vez se escribió no más de un año o dos después de que Pablo y Silas dejaran la ciudad. La iglesia aparentemente demostraba entusiasmo pero es evidente que los creyentes aún no habían madurado en la fe. Pablo escribió a cristianos consagrados que no habían progresado mucho en la vida cristiana.
Los griegos del primer siglo no eran una raza impasible. Vemos su entusiasmo y agitación en las peleas que surgieron durante las primeras visitas de los predicadores cristianos. Tales disturbios comenzaron en Tesalónica (Hch 17:5-8; Hch 17:13). Los que se convirtieron al cristianismo en esa época lo hicieron con brío y entusiasmo. Sin embargo, no habían tenido tiempo suficiente para llegar a comprender el verdadero significado de ser cristiano.
El saludo inicial habla sobre la gracia y la paz que proceden de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo (2Ts 1:2). En toda la carta, se ve a Cristo en una relación mucho más cercana con el Padre. Esto se evidencia en que existen ocasiones donde no queda claro si “Señor” se refiere al Padre o al Hijo, como en la expresión “el Señor de paz” (2Ts 3:16). La grandeza de Cristo se observa en la descripción de Su majestuosa venida con los ángeles para juzgar (2Ts 1:7-10). No se habla demasiado sobre la salvación por medio de Cristo, aunque existen referencias al evangelio (2Ts 1:8; 2Ts 2:14), la salvación (2Ts 2:13) y el “testimonio” de los predicadores (2Ts 1:10). Es evidente que Pablo había predicado las buenas nuevas de la salvación que Cristo proveyó para los pecadores con Su muerte, y que los tesalonicenses lo sabían bien y no era necesario que Pablo volviera a reiterar ese tema.
Los creyentes no podían estudiar en paz y con tranquilidad el significado de su nueva fe (2Ts 1:4). Aunque se regocijaban en el significado de su nueva relación con Dios, aparentemente no tomaban con la debida seriedad las exigencias de las enseñanzas cristianas, en especial en dos áreas: la segunda venida del Señor y la vida cotidiana. Algunos creían que “el día del Señor” estaba cerca o incluso que ya había ocurrido (2Ts 2:2). Otros habían dejado de trabajar (2Ts 3:6-13), quizás porque creían que la venida del Señor estaba tan cerca que no tenía sentido hacerlo. Pablo les escribió a fin de apaciguarlos un poco sin por ello refrenar su entusiasmo.
La carta no es larga y no nos brinda un bosquejo definitivo de la totalidad de la fe cristiana. Pablo escribió para satisfacer una necesidad puntual, y el orden que presenta se centra en circunstancias locales.
Quizás podríamos decir que existen cuatro grandes enseñanzas en 2 Tesalonicenses:
1) la grandeza de Dios,
2) la maravilla de la salvación en Cristo,
3) la segunda venida, y
4) la importancia de la vida y el trabajo cotidiano.
Dios ama a personas como los tesalonicenses y los hace parte de la iglesia (2Ts 1:4). Los escogió (2Ts 2:13), los llamó (2Ts 1:11; 2Ts 2:14) y los redimió. Los designios divinos se mantendrán hasta el fin y alcanzarán su clímax con el regreso de Cristo y el juicio universal. Es interesante ver la claridad con que se expresan en esta antigua carta las grandes doctrinas de la elección y el llamado, temas que significaban tanto para Pablo. También podemos ver la doctrina de la justificación cuando hace referencia a que Dios considera dignos a los creyentes (2Ts 1:5; 2Ts 1:11) y, por supuesto, en la enseñanza sobre la fe (2Ts 1:3-4; 2Ts 1:11; 2Ts 2:13; 2Ts 3:2).
La salvación en Cristo se proclama en el evangelio y se consumará cuando Cristo venga nuevamente para derrotar toda maldad y les traiga paz y gloria a los suyos. Este gran Dios ama a Su pueblo y le da consuelo y esperanza, dos cualidades importantes para los que son perseguidos (2Ts 2:16). El apóstol oró pidiendo que los corazones de los convertidos fueran dirigidos al “amor de Dios” (2Ts 3:5), lo que quizás se refiera al amor de Dios por ellos o a la inversa. Es probable que la idea principal sea el amor de Dios por ellos, aunque Pablo también menciona un amor correspondido por parte de los creyentes. Hay varias referencias al Apocalipsis (2Ts 1:7; 2Ts 2:6; 2Ts 2:8). Si bien el término no se utiliza igual que en otros lugares, nos recuerda que Dios no nos ha abandonado a nuestra suerte. Nos reveló lo necesario y tiene otras revelaciones para los últimos días.
La segunda venida se ve aquí como la derrota de todo mal, en especial del hombre de pecado. Pablo deja en claro que la venida de Cristo será majestuosa, castigará a los hombres que rehúsan conocer a Dios y rechazan el evangelio, y proporcionará descanso y gloria a los creyentes (2Ts 1:7-10). Al final triunfarán Dios y el bien, no el mal.
Teniendo en cuenta el amor que Dios demuestra cuando realiza una elección y un llamado, es interesante observar el énfasis de Pablo en el juicio divino. Habló sobre el juicio justo de Dios (2Ts 1:5), y creía que Él, a su debido tiempo, castigaría a todos los que persiguen a los creyentes, quienes así disfrutarían del reposo. Otros también sufrirían en el día de juicio. Los que se rehúsan a conocer a Dios y rechazan el evangelio sufrirán las consecuencias de sus actos (2Ts 1:8-9). Siempre se alude a temas eternos cuando se predica el evangelio, y Pablo no permitiría que los tesalonicenses los omitieran.
Algunos convertidos creían que la venida de Cristo era inminente (2Ts 2:2). Habían malinterpretado un “espíritu” (es decir, una profecía o revelación), un “mensaje” (comunicación oral) o una “carta” (que quizás se refiera a una carta de Pablo que no se entendió correctamente, o a otra que se le atribuía a Pablo pero que no era suya). En realidad, pensaban que Cristo ya había regresado. Desde luego, la gloriosa aparición de Cristo aún no se había producido, pero “el día del Señor” era un evento complejo con muchas características. Evidentemente creían que “el día” se había indicado, que los eventos habían comenzado a producirse, y que todo lo que abarcaba la venida de Cristo se cumpliría muy pronto.
Pablo dejó en claro que no era así. Primero debían suceder varias cosas; por ejemplo, “la rebelión” (“apostasía”, RVR1960) y la revelación del “hombre del pecado” (2Ts 2:3), aunque no explicó ninguna de estas dos cosas. Tal vez aludía a algo que les había dicho a los tesalonicenses cuando estuvo con ellos. Lamentablemente no sabemos qué les dijo Pablo, por lo que solo podemos hacer conjeturas. Que una apostasía de la fe precederá la venida del Señor claramente se sabe que forma parte de la enseñanza cristiana (Mat 24:10-14; 1Ti 4:1-3; 2Ti 3:1-9; 2Ti 4:3-4). Algunos mss. dicen “hombre de maldad” (en lugar de “pecado”), pero no existe diferencia real ya que “todo el que comete pecado quebranta la ley” (1Jn 3:4 NVI). La Biblia no utiliza el término “hombre de pecado” en ningún otro lado, pero evidentemente es el “anticristo” (1Jn 2:18). Pablo decía que al final de los tiempos aparecería alguien que haría las obras de Satanás de una manera especial. Se opondría al Dios verdadero y reclamaría para sí honores divinos (2Ts 2:4).
La identidad de “quien al presente lo detiene” (2Ts 2:6-7) no es clara. Una interpretación antigua que algunos aún sostienen es que “lo que lo detiene” del v. 2Ts 2:6 se refiere al Imperio Romano y que “quien al presente lo detiene” del v. 2Ts 2:7 se refiere al emperador. Pablo contaba con que Roma mantendría la ley y el orden. Una interpretación más reciente es que el v. 2Ts 2:6 se refiere a la predicación del evangelio y el v. 2Ts 2:7 al apóstol Pablo o a un ángel. Una opinión bastante diferente es que el v. 2Ts 2:6 se refiere al principio (o misterio) de la apostasía y el v. 2Ts 2:7 a Satanás o nuevamente al emperador romano. En este caso, el verbo no se interpreta como “detener” sino como “ejercer dominio”, “regir” o “prevalecer”. Quizás la interpretación más popular es que el que lo detiene es el Espíritu Santo. Una interpretación dispensacionalista común es que lo que lo detiene será quitado cuando la iglesia sea tomada por Dios en el arrebatamiento (1Ts 4:17).
No obstante, lo que Pablo intentaba transmitir era que los creyentes no debían tener expectativas prematuras. Las cosas ocurrirían a su debido tiempo y Dios destruiría todas las fuerzas del mal (2Ts 2:8-10).
Pablo tenía mucho que decir sobre los que andan “desordenadamente” y parecen estar ociosos, sin trabajar (2Ts 3:6-12). Tal vez creían que la venida del Señor estaba tan cerca que no tenía sentido trabajar, o quizás se creían tan “espirituales” que se ocupaban de cosas más elevadas y dejaban que otros los mantuvieran. Pablo aconsejó que todos trabajaran para ganarse la vida (2Ts 3:12). Ningún aspecto de la doctrina, ni siquiera la venida de Cristo, debe hacer que los cristianos dejen de trabajar. Los que pueden trabajar deben ganarse el sustento diario. Los creyentes deben trabajar para vivir y no cansarse de hacer el bien.
Timoteo acababa de llegar de Tesalónica con noticias frescas (1Ts 3:2). Pablo vio que los problemas tratados en la primera carta continuaban sin resolverse. Por eso volvió a escribir para reprender a los ociosos (2Ts 3:10) y alentar a los desanimados. Existía un nuevo error sobre la segunda venida; algunos decían que el Día del Señor ya había llegado. Pablo les aclaró este tema al decirles que el mal aumentaría cuando apareciera el hombre de pecado, pero que ellos debían mirar más allá con la seguridad de que Cristo, a su debido tiempo, volvería y derrotaría todas las fuerzas del mal. Los cristianos han sido fortalecidos por tales enseñanzas desde aquel día hasta hoy.
Bosquejo
I. Salutaciones (2Ts 1:1-2)
II. Los líderes de la congregación oran por la iglesia (2Ts 1:3-12)
A.  El crecimiento en la fe, el amor y la perseverancia de los creyentes instan a la acción de gracias (2Ts 1:3-4)
B.  Dios es justo y ayudará a Su pueblo que padece injusticias (2Ts 1:5-7 a)
C.  La venida de Cristo aplicará la justicia definitiva (2Ts 1:7 b – 2Ts 1:8-10)
D. La oración ayuda al pueblo de Dios a cumplir su propósito y glorificar a Cristo (2Ts 1:11-12)
III. La venida de Cristo derrotará las fuerzas satánicas (2Ts 2:1-12)
A.  Pese a los informes engañosos, Cristo no ha vuelto (2Ts 2:1-12)
B.  El hombre de pecado debe aparecer antes de que Cristo regrese (2Ts 2:3-8)
C.  Los seguidores del hombre de pecado que fueron engañados perecerán (2Ts 2:9-12)
IV. La elección lleva a la acción de gracias (2Ts 2:13-17)
A.  Dios nos elige para compartir la gloria de Cristo (2Ts 2:13-14)
B.  Dios invita a los creyentes a comprometerse firmemente con Sus enseñanzas (2Ts 2:15)
C.  El aliento y la esperanza proceden de la gracia de Dios (2Ts 2:16-17)
V. Dios es fiel (2Ts 3:1-5)
A.  Los evangelistas de Dios necesitan nuestras oraciones (2Ts 3:1-2)
B.  Dios es fiel y protege a Su pueblo (2Ts 3:3)
C.  El pueblo de Dios es fiel y cumple Su voluntad (2Ts 3:4-5)
VI. Dios disciplina a Su pueblo (2Ts 3:6-15)
A.  El pueblo de Dios no debe volverse ocioso ni entrometido (2Ts 3:6-13)
B.  Los desobedientes deben recibir disciplina fraternal (2Ts 3:14-15)
VII. Saludos finales (2Ts 3:16-18)

Leon Morris

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