Significado de TIEMPO, SIGNIFICADO DEL Según La Biblia | Concepto y Definición

TIEMPO, SIGNIFICADO DEL Significado Bíblico

¿Qué Es TIEMPO, SIGNIFICADO DEL En La Biblia?

Dios es Señor sobre el tiempo porque fue Él quien lo creó y lo ordenó (Gén 1:4-5; Gén 1:14-19). Dios es eterno, no está limitado por el espacio ni por el tiempo (Éxo 3:14-15; 1Cr 16:36; Sal 41:13; Sal 90:1-2; Sal 93:2; Sal 146:10; Isa 9:6; Jua 1:1-18; Jua 8:58; Heb 13:8; 2Pe 3:8; Jud 1:25). Por otro lado, Dios no es ajeno al tiempo. Mediante Su cuidado providencial y especialmente a través de la encarnación de Jesucristo, Dios ingresa en el tiempo sin estar limitado por las restricciones que este impone.
Debido a Su presciencia, solo Dios conoce y ordena de antemano los sucesos en el tiempo (Dan 2:20; Dan 2:22; Mar 13:31-32; Hch 1:7; Hch 2:22-23). Él ve todas las cosas que suceden en el tiempo desde una perspectiva eterna, ve el final desde el comienzo. No obstante, los seres humanos están atrapados en el tiempo y, en ocasiones, no pueden discernir el significado ni la importancia que este tiene durante su existencia (Ecl 3:1-11; Ecl 9:12; Sal 90:9-10; Luc 12:54-56; Stg 4:13-16). El estar limitados por el inexorable paso del tiempo es un recordatorio de la finitud y la temporalidad de los seres humanos.
Estructura del tiempo
Las sociedades agrícolas que rodeaban al pueblo hebreo tenían una visión cíclica del tiempo relacionada con el ciclo anual del sol. La economía de Israel también se basaba en la agricultura y, por lo tanto, el calendario israelita tomaba en cuenta los ciclos de la luna y el sol (Núm 10:10; 1Sa 20:5; 1Sa 20:18; 1Sa 20:24; 1Re 4:23; Sal 81:2; Isa 1:13-14; Col 2:16). Las Escrituras a veces sugieren una visión cíclica de la historia, por ejemplo, en los ciclos de vida descritos en Eclesiastés (Sir 1:3-12; Sir 3:1-8) y en el patrón repetitivo descrito en el libro de Jueces (Israel peca, se produce una crisis, el pueblo implora la ayuda de Dios, Dios los libera). Sin embargo, la Biblia propone una visión del tiempo totalmente diferente de las culturas circundantes. Las Escrituras enmarcan la historia en una visión lineal del tiempo que comienza con la creación, continúa a través de la historia dirigida por la providencia de Dios y culmina en el Día del Señor. El tiempo comienza a ser tiempo en un momento decisivo por creación divina (Gén 1:14-19). En las Escrituras, la historia de la interacción de Dios con la humanidad se registra en orden cronológico en los libros narrativos tanto del AT como del NT. Si bien el tema general de la Biblia son las acciones de Dios en la historia, los escritores bíblicos tuvieron mucho cuidado de documentar sus relatos de manera específica. Por ejemplo, en la Biblia hay más de 180 referencias que se traducen “mes”, que normalmente aluden a un determinado día santo, a un acontecimiento en la vida de Israel o a la recepción de la Palabra del Señor por parte de los profetas. Los escritores de los Evangelios mostraron preocupación por el orden cronológico, pero Lucas fue el más cuidadoso al fechar intencionalmente los acontecimientos bíblicos en función de sucesos públicos notorios (Luc 1:1-4; Luc 2:1-3; Luc 3:1-2). La cronología específica de estos acontecimientos enfatiza que se trata de sucesos reales en tiempo y espacio, y no meras historias místicas ni mitológicas.
Medición del tiempo
Dios estableció el día, la noche (Gén 1:14-19) y las semanas (Gén 1:1-31; Gén 2:1-3; Éxo 16:25-26; Éxo 20:9-11) como medidas de tiempo. Cuando se escribió la Biblia, los judíos consideraban que el día comenzaba la tarde del día anterior (Gén 1:5; Gén 1:8; Gén 1:13; Gén 1:19; Gén 1:23; Gén 1:31; Mar 13:35). La porción diurna del día constaba de doce horas; el mediodía era la hora sexta (Mar 15:25; Jua 11:9). Los días se dividían en tres o cuatro “vigilias”, que evidentemente estaban asociadas con las horas de guardia de los centinelas militares (Éxo 14:24; 1Sa 11:11; Jue 7:19; Lam 2:19; Mat 14:25; Mar 6:48; Luc 12:38). El único instrumento para medir el tiempo que se menciona en la Biblia es un reloj de sol que tenía el rey Acaz (2Re 20:8-11; Isa 38:7-8).
El año hebreo tenía doce meses. Estos meses tenían 30 días que se contaban según el calendario lunar, por lo tanto, se realizaban ajustes periódicos para que el año tuviera 365 días y se equiparara con el calendario solar. El primer mes se llamaba Abib (Éxo 13:4; Éxo 23:15; Éxo 34:18; Deu 16:11) o Nisán (Neh 2:1; Est 3:7). El segundo era Zif (1Re 6:1; 1Re 6:37); el tercero Siván (Est 8:9); los nombres del cuarto y quinto mes no se mencionan en las Escrituras. El sexto mes era Elul (Neh 6:15); el séptimo Etanim (1Re 8:2); el octavo Bul (1Re 6:38); el noveno Quisleu (Neh 1:1; Zac 7:11); el décimo Tebet (Est 2:16); el undécimo Sebat (Zac 1:7), y el duodécimo Adar (Esd 6:15; Est 3:7; Est 3:13; Est 8:12; Est 9:1; Est 9:15; Est 9:17; Est 9:19; Est 9:21). El calendario anual israelita estaba estructurado por una serie de días festivos, días santos y fiestas religiosas. No existían sistemas de fechas para los años, pero estos generalmente se determinaban conforme a otros hechos históricos. En los libros 1 y 2 Reyes y 1 y 2 Crónicas, la fecha en que un rey comienza su reinado se establece según el año en que un monarca de otro lugar comienza su reinado (1Re 15:1; 1Re 15:9; 1Re 15:15; 1Re 15:28; 1Re 15:33; 1Re 16:8; 1Re 16:10; 1Re 16:15; 1Re 16:23; 1Re 16:29). La coronación de los reyes y otros acontecimientos importantes se convirtieron en patrones para fechar eventos (Isa 6:1; Isa 20:1; Amó 1:1; Luc 2:1-3; Luc 3:1-2).
Distinciones de tiempo
Además de la medición cronológica del tiempo, las Escrituras enfatizan otro aspecto relacionado con momentos designados por Dios. Aunque la distinción no es absoluta, hay dos palabras en el NT que enfatizan estas dos dimensiones. Chronos es el término griego que se suele utilizar para aludir a la simple medición cronológica del tiempo (Luc 20:9; Jua 7:33; Hch 14:28), mientras que kairos por lo general se refiere a la importancia espiritual de una era (Mar 1:15; Luc 19:44; Rom 5:6; Tit 1:3; Apo 1:3). Algunos tiempos son determinados por Dios, especialmente para cumplir Su voluntad dentro de una misión específica en un momento determinado (Hch 17:26; Heb 9:27) o en eventos apropiados para cada época de la vida (Deu 11:14; Sal 145:15; Ecl 3:1-11; Jer 18:23). Fue fundamental que la encarnación de Jesús ocurriera en el momento kairos, cuando se cumplió el tiempo (Jua 7:8; Gál 4:4). A veces el espíritu de la época puede ser caracterizado como bueno o malo (Isa 49:8; Efe 5:15; Efe 4:2-3). Todos los creyentes tienen la responsabilidad de mirar más allá del aspecto superficial de las cosas de la vida a fin de discernir la importancia espiritual de su época y apreciar las cuestiones espirituales más profundas que dan sentido a la vida (Sal 90:9-10; Luc 12:54-56). Por ejemplo, Juan no describe los milagros de Jesús como una mera serie de eventos inusuales sino como señales que demuestran la divinidad de Cristo (Jua 2:11; Jua 2:23; Jua 4:54; Jua 6:2; Jua 6:14; Jua 6:26; Jua 9:16; Jua 11:47; Jua 12:37; Jua 20:30). Con discernimiento espiritual, los acontecimientos de una época tienen un significado más profundo que el que se observa a simple vista. En cada momento de la vida se deben tomar decisiones con consecuencias eternas (2Co 6:2; Efe 5:15-16). Por lo tanto, los cristianos deben estar atentos para poder discernir el significado y la importancia de su existencia en el tiempo, y comprender la realidad del mal y el accionar de Dios en la historia.
Tiempo y eternidad
Un creyente vive en una época determinada pero espera con ansias el día cuando el aguijón del tiempo no exista más. En el presente participamos en el reino de Dios. En cierto sentido ya hemos tenido en nuestro tiempo un anticipo de la eternidad. En su Evangelio, Juan enfatiza esta “escatología cumplida”: la vida eterna es una posesión actual del creyente (Jua 3:16; Jua 3:36; Jua 5:24). El reino de Dios se concreta en nosotros cuando reconocemos el señorío de Jesús en nuestra vida. Pero además esperamos que llegue un día, el Día del Señor (Amó 5:18-20; Abd 1:15; Sof 1:7-14; 2Ts 2:1-12). La Biblia establece una clara distinción entre el tiempo presente y el por venir (Mar 10:30; Rom 8:18; Efe 1:21; Efe 2:4-7; Tit 2:12-13). La edad presente es un tiempo de decisión y servicio en el reino de Dios; la era que vendrá es el cumplimiento pleno de la vida eterna provista por Él. Por lo tanto, los cristianos viven en la tensión entre el “ya” (la eternidad invadió el tiempo a través de Jesucristo) y el “todavía no” (nuestra salvación aguarda completarse en el cielo). El tiempo dejará de ser significativo cuando ingresemos a la eternidad, los creyentes con Dios en el cielo y los incrédulos con Satanás en el infierno (Dan 7:18; Dan 7:27; Mat 25:41-46; Apo 14:11; Apo 20:5; Apo 20:10-15). La finitud y la muerte humana son los dos factores que dan relevancia al tiempo. En la eternidad el tiempo será redimido. Ver Historia.

Steve W. Lemke

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